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❝𝑨𝒍𝒆𝒙 𝑴𝒖̈𝒍𝒍𝒆𝒓❞
Presente...
Gire mi rostro, la espesa oscuridad me recibió con los brazos abiertos invitándome a formar parte de ella. Gotas de sudor resbalaban por mi frente y el cansancio iba en aumento, cada paso que daba era uno que valía como escape o encierro. Necesitaba saber más sobre mis amigos, saber si Hange había escapado junto a los demás y si Connie estaba con ella.
—No mires atrás— gruñó Farlan presionando su herida— solo corre.
Por si solo no era capaz de sostenerse por mucho tiempo, su cuerpo estaba débil y muchas heridas se repartían por él, que variaban de simples rasguños a heridas profundas.
En este lugar, todo podía jugar en tu contra, aún me sentía mareada, Farlan simplemente había pasado alcohol por mi rostro para reanimarme y sin darme una sola oportunidad me saco del lugar como le fue posible.
Ahora, me encontraba corriendo a su lado, tenía su brazo sobre mis hombros para ayudarlo a caminar, pesaba pero ni de broma me iría sola, además, solamente él sabía dónde estaba Levi, y volveríamos por él.
Porque Farlan lo prometió, buscariamos ayuda y regresariamos por él.
Estaba cansada, muy cansada, jadeaba del cansancio y mis ojos se mantenían alertas mirando todo a nuestro alrededor, el panorama siempre era el mismo: niebla espesa, oscuridad y árboles gigantes.
—¡Cuidado!— gritó de la nada.
Mire al frente y tiro de mi con todas sus fuerzas, ambos caímos al suelo y entonces descubrí un maldito deslave, mi pecho subía y bajaba de forma agitada estropeando mi respiración. Ambos miramos a nuestros lados, escuche que Farlan chasqueo la lengua y gire un poco para mirarlo.
—Farlan.
—No podemos atravesarlo— relamio sus labios jadeante— y para allá esta la carretera. ¡Mierda!
Lentamente volví a mirar el deslave, ¿cómo carajos carajos supone que saldremos de aquí? Los arbustos se sacudieron, ambos nos quedamos quitos y miramos a nuestro alrededor.
—¡Corre!— gritó de la nada.
Se levanto tan rápido como pudo y me obligó a hacer lo mismo. Sujeto mi mano y coejando intento correr de regreso, no entendía nada, mire a todos lados buscando el motivo de nuestra carrera, él no se detenía a pesar de su grave condición, tiraba mi brazo y sujetaba su costilla.
Más arbustos se sacudieron, volví a pasar su brazo sobre mis hombros y como pude acelere mi paso a su lado, nuestras respiraciones agitadas se mezclaban con el ruido de nuestros pasos al crujir las ramas esparcidas por el suelo.
—Un poco más.
Gruñó. Intente correr con él apoyado sobre mi hombro pero solamente conseguí lastimarlo más.
