Sosteniendo la pluma entre las manos, Rosalin contempló el libro que debía llenar con los detalles de su vida y experiencias. Sin embargo, al intentar comenzar, su mano quedó suspendida en el aire, y la realización la golpeó: no recordaba ni siquiera su propio nombre.
Escribió entre cursiva
Rosalin
su mente quedó en blanco antes de volver a trazar las letras.
Rosalin
"Emily, ¿cuál es el nombre de mi esposo?", preguntó a la mujer a su lado. La doncella parpadeó antes de responder, revelando el título de nobleza que lo acompañaba:
"Su nombre es Lion, mi señora, Lion Rider Smith, el duque de este país".
Pronunciar el nombre de Lion le resultó extrañamente familiar, y Rosalin se sumió en sus pensamientos antes de abrir los ojos con sorpresa.
"¿Este es el reino Onix?", preguntó alarmada.
"Exacto, señora", respondió Emily.
"Quiero estar sola", expresó Rosalin, despidiendo a la doncella. A medida que Emily se retiraba, una sonrisa se dibujó en su rostro antes de desaparecer por la puerta.
La figura de Rosalin se desvanecía lentamente en la penumbra de la habitación, su mente abrumada por los recuerdos de una historia que parecía haber sido implantada en sus pensamientos. La tragedia de Esmeralda, la lucha contra la sociedad y la sombra ominosa del duque Lion, su propio esposo, plagaban su mente.
El escalofrío recorrió su espalda al recordar el destino trágico de la Rosalin del libro, una muerte marcada por la desesperación y la incapacidad de obtener el divorcio del intransigente duque. El asco se apoderó de ella al darse cuenta de que estos recuerdos perturbadores se mezclaban con su propia realidad.
Sintiendo dolor de cabeza y fatiga, Rosalin observó el anochecer desde la ventana. La jornada había sido agotadora, no físicamente, pero sí mentalmente. El desconcertante cambio de su identidad y la conexión con una narrativa tan sombría la dejaron en un estado de perplejidad.
Se dirigió al armario, sustituyendo el hermoso vestido por un camisón blanco. Al prepararse para descansar, golpes en la puerta interrumpieron su camino.
"Adelante", dijo, y una mujer mayor ingresó con un vaso en la mano. La ofreció un remedio nocturno, una rutina que Rosalin apenas recordaba. La duda se reflejó en su ceño fruncido, pero cedió ante la insistencia de la mujer.
"No creo necesitarlo", afirmó con determinación, pero ante el recordatorio de su alergia, tomó el vaso y bebió el líquido con sabor a menta de un solo trago.
"Gracias", expresó antes de acostarse. La mujer asintió y se retiró, cerrando la puerta tras de sí.
El cuerpo de Rosalin se volvió pesado, y sus ojos se cerraron lentamente. Aunque deseaba mantenerse despierta por unos minutos más, la fatiga la venció, y se sumió en un sueño intranquilo, donde los límites entre su propia historia y la de Esmeralda y Lion parecían difuminarse aún más.
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KILIG
RomanceLisa una mujer independiente nunca espero que después de tener un "supuesto" sueño con un hombre que tocaba tiernamente sus labios iba a terminar así. Este no era ni su cuarto ni su cuerpo ¿Que rayos había ocurrido? Acompaña a esta chica a descubr...