1 editado

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La oscuridad envolvía todo el lugar, pero aun así Lisa logró sentir cómo un aliento cálido rozaba su oído. Una suave sonrisa se dibujó en su rostro al mover la cabeza; tal vez era su pequeño gato que, una vez más, se había subido a la cama en medio de la noche. Sin embargo, un extraño calor empezó a recorrer su cuerpo, generando una incómoda sensación.

Al intentar moverse, su cuerpo parecía congelado. ¿Había llegado tan cansada del trabajo que su cuerpo simplemente no respondía? Un suave toque en su cuello la dejó aún más paralizada; labios que recorrieron su cuello hasta llegar a los suyos.

Ok, este no es mi gato, pensó confundida.

¿Quién era él?

"Rosi" una voz masculina susurró su nombre sobre sus labios, causando que su cuerpo se calentara aún más. La sensualidad de esa voz hizo que su corazón palpitara descontroladamente. Sin embargo, interrogantes inundaron su mente.

¿Quién era él y por qué estaba en su apartamento? Además, ¿qué hacía un hombre a su lado? Y, ¿quién diablos era Rosi?

Por un momento, su mente divagó al sentir cómo los labios del hombre recorrían su rostro desde sus párpados cerrados hasta la punta de su nariz. Se sintió en el cielo ante estos actos de cariño. "A la mierda, esto es un sueño", se dijo a sí misma. Quiso agarrar al hombre entre sus brazos y corresponder sus besos, pero su cuerpo se negó, frustrándola.

Intentó refunfuñar, pero fue imposible. Finalmente, el hombre se recostó a su lado, rodeándola con su brazo y acercándola más a él.

"Rosi" fue lo último que dijo en un susurro antes de que todo quedara en silencio.

Lisa se permitió vagar en sus pensamientos. Esto se sentía muy real para ella, tanto que sintió un poco de temor. ¿Un psicópata se había metido en su casa? Esta fue una de sus suposiciones, pero la descartó. ¿Cómo podría un psicópata tratarla con tanto cariño sin hacerle daño? Tal vez era un psicópata no tan malo, se dijo a sí misma.

Al final, cansada de pensar, se rindió. Estaba agotada por el trajín del día y solo quería descansar. Se relajó entre los cálidos brazos del hombre y se sumió en el sueño, pensando que mañana todo esto sería simplemente otro sueño más.

                                                                🥀🌹🥀🌹🥀🌹🥀

Lisa abrió los ojos aturdida por el brillo que entraba desde la ventana, su ceño se frunció al escuchar el canto de las aves. ¿Aves? Miró hacia un lado y vio que la ventana moderna había desaparecido, dejando paso a un estilo medieval. Al otro lado, un árbol frondoso albergaba a una pareja de pequeños pájaros azules.

El rostro de Lisa se puso rígido, y un pequeño tic en su ojo empezó a temblar. "¿Qué rayos pasa aquí?", se preguntó antes de levantarse de la cama, que obviamente no era suya. Mientras estaba en pánico, una joven doncella entró al cuarto, sorprendida al ver el rostro de su señora lleno de horror.

Recordó que su ama era temperamental y no se sabía cómo tratarla.

"Señora" llamó tratando de llamar la atención de Lisa, quien se sobresaltó al ver a la joven junto a ella. "¿Quién es ella?"

"¿Quién eres?", preguntó Lisa mirando a la joven de cabello castaño claro y ojos color miel. "Señora, soy la doncella asignada por el maestro a la señora", respondió la joven inclinándose.

"¿Doncella? ¿Maestro? ¿Señora?", repitió Lisa, como si esas palabras no existieran en su diccionario. "¿Tú sabes mi nombre?", preguntó tratando de hacer suposiciones.

"Claro, señorita. Usted es Rosalín Sinclair Brown, la primogénita del conde de Sinclair", elogió la doncella. Rosalín Sinclair, pensó Lisa, ¿qué diablos estaba pasando aquí?

Un pensamiento loco cruzó su mente, y sin pensarlo más, corrió hacia la única puerta aparte de donde había entrado la doncella. Era un baño. Corrió hacia el espejo y se miró. Lo que vio la sorprendió; la que reflejaba el espejo no era ella. Tocó su rostro, ahora suave como la lana y pálido como la nieve. Vio sus labios color rosa brillante y natural, y lo que más la sorprendió fue su cabello rubio, ondulado, pareciendo hilos de oro. Miró sus ojos grandes y expresivos, un color peculiar entre morado y lila, algo fascinante. Parecía una cara de muñeca, suave y tierna.

Quiso golpearse al ver esto. ¿Cómo podía verse así? Antes era tan normal; sus rasgos no eran malos, pero no tan destacados como ahora.

"Señorita, ¿se encuentra bien?", preguntó la doncella, viendo la reacción extraña de Rosalín.

"¿Cuántos años tengo?", dijo Lisa, mirando de reojo a la mujer del espejo. Debía admitirlo, la chica tenía una cara delgada y demasiado delicada; haría que cualquier hombre quisiera protegerla. Al observar su cuerpo, confirmó que no era una niña. Espera, este cuerpo. Lisa tocó su cadera, su cintura, y pudo apreciar que no solo era su cara sino también su cuerpo; casi perfecto, exceptuando las marcas rojas que provenían de su cuello.

"Señorita, este año tiene diecisiete", se oyó la voz lejana de la doncella. Mientras tanto, Lisa tocaba las marcas de su cuello, y un recuerdo pasó ante sus ojos antes de tragar saliva.

Mierda. No era un sueño.

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