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Esa noche, Rosalin no pudo dormir muy bien y no supo por qué. Tal vez extrañaba estar entre los brazos de Lion, el cálido abrazo que la rodeaba toda la noche y impedía que el frío viento la tocara. Pero ahora... se movía de lado a lado en la cama sin conciliar el sueño. Al final, solo pudo dormirse a la madrugada para luego despertarse a desayunar, pero ese día estaba algo alborotado; las criadas corrían de un lado a otro sin parar.

Rosalin se sintió extrañada ante esto antes de ignorarlas y caminar hacia el comedor, donde encontró a Lion revisando unos papeles mientras comía. Este hombre era adicto al trabajo, ¿cierto?

- Buenos días - dijo ella al sentarse a su lado.

Él le sonrió en respuesta antes de coger un pastelillo de fresa y colocarlo al frente de Rosalin. La boca se le hizo agua al verlo, pero rápidamente se detuvo antes de mirarlo con una expresión interrogante.

- Feliz cumpleaños - dijo Lion mientras ponía una pequeña caja de terciopelo en sus manos.

Rosalin parpadeó un par de veces antes de recordarlo. Claro, hoy era su cumpleaños, se dijo a sí misma antes de sonreír.

- Gracias - dijo mientras abría el regalo. Adentro había un hermoso collar; su cadena era delgada, pero podía apreciar el oro en ella y también el hermoso y delicado diamante. Tragó saliva al verlo.

- Esto es mucho - dijo ella mirando al hombre.

- Eso no es nada - respondió antes de tomar el collar y acomodarse detrás de su esposa, dispuesto a ponérselo.

Rosalin recogió su cabello y permitió que él colocara el collar; sus dedos rozaron la suave piel de Rosalin, enviando descargas eléctricas por toda su columna. Ella no pudo soportar soltar un pequeño gemido entre sus labios ante esta inesperada sensación. Sus mejillas se colorearon, casi perdiendo la compostura de Lion, quien a duras penas pudo apretar su mandíbula y volver a sentarse a su lado mientras contenía sus impulsos.

- Gracias - volvió a decir antes de empezar a probar el pastelillo. Este se derritió en su boca, causando un hormigueo en todo su cuerpo, y también un pequeño grito de felicidad salió de su boca. Esto hizo que Lion sonriera; sabía que este era su sabor favorito.

- ¿Quieres algo más para tu fiesta de cumpleaños? - Rosi se atragantó al oír esto. Tosió un poco, tratando de recomponerse antes de mirar al hombre.

- ¿Fiesta? - preguntó.

- Así es, he invitado a toda la nobleza - las manos de Rosi temblaron.

- ¿Toda? - dijo entre dientes - ¿Por qué? - quiso llorar.

- Quiero que todos vean a mi linda esposa - al oír esto, sus tornillos cerebrales se soltaron un poco, y una sonrisa surcó un poco sus labios mientras su corazón palpitaba rápidamente.

Este hombre algún día le daría un infarto.

- Pero - sopesó un poco lo que iba a decir - no soy muy buena con las fiestas - dijo rascando su mejilla nerviosa.

- Tranquila, no tienes que hacer nada, solo quédate a mi lado - dijo él, tomando su mano, dándole algo de confort y ánimo.

- Está bien - dijo para luego seguir comiendo, esta vez el desayuno que no hacía mucho habían traído.

Este mundo donde había caído no era como ella pensaba; a pesar de ser una sociedad feudal, las costumbres a veces tendían a ser más modernas, al igual que los aparatos. Por ejemplo, la ropa permitía a la mujer era ajustada y descubierta hasta cierto punto; también permitían que las mujeres usaran pantalones si así lo preferían.

Lo que más me fascinó fue su forma de comunicación; se trataba de joyería. Podía ser unos pendientes o tal vez una pulsera o collar; era tan sofisticado y cómodo a la vez.

Pero sus bailes, estos sí eran lo mismo de siempre. Las personas se reunían, daban sus saludos y regalos para luego retirarse a charlar o tomar bocadillos, o tal vez una copa de vino. Rosalin suspiró aburrida; ya eran más de las doce de la noche, ¿acaso estos nobles no dormían?

Miró con molestia el vestido que llevaba. Era ajustado hasta las caderas para luego soltarse suavemente hasta sus tobillos. Era casi imposible caminar cómodamente con él; era muy ajustado y no dejaba nada a la imaginación. Además, no sabía por qué, pero sus senos se veían aún más prominentes con este estilo de escote corazón.

Por suerte, el duque había puesto su abrigo sobre sus hombros al entrar, lo cual le permitió cubrirse y no pasar un mal rato entre tantos hombres y mujeres que parecían juzgarla con cada acción que hacía. Suspiró antes de tomar un poco de vino.

Es verdad, aquí en el reino Onix, las mujeres cumplían la mayoría de edad a los dieciséis, por eso había podido casarse con Lion a tan corta edad. Para los hombres, esto era distinto; su mayoría de edad era a los quince y podían tomar la heredad de su familia, pero en el caso de Lion, él tuvo que tomar el ducado a sus trece. Muy joven, tal vez por eso no era tan sociable.

Sus pensamientos se detuvieron al sentir cómo alguien rodeaba su cintura mientras la atraía a un pecho amplio y musculoso. Se sintió abrumada hasta ver los ojos color rojo que la tranquilizaron.

- Sh, - chasqueó su lengua malhumorado - ¿quién rayos pidió un vestido así? - dijo mirando a su esposa con enojo.

- Yo no sé, supongo que Emily - dijo el nombre de su doncella.

- Debería cortarle la cabeza - sintió escalofríos al ver un brillo siniestro pasar por sus ojos.

- No lo hagas, lo siento. La próxima vez no me vestiré así - dijo agachando su cabeza.

Lion levantó su mentón con un solo dedo antes de mirarla a los ojos.

- Te ves preciosa, pero solo yo debería verte así. Estos bastardos - dijo mirando de reojo con el mismo brillo siniestro - no paran de mirarte - Rosi sonrió al ver esto.

- ¿Estás celoso? - dijo mientras reía un poco.

Los ojos de Lion se abrieron ante esto para luego reír también con ella.

- Claro, ¿quién no celaría a una esposa tan hermosa como tú? - dijo mientras apretaba aún más su cintura atrayéndola más a él.

Quiso que este momento nunca se terminara, que el tiempo se pausara y quedara así por siempre, pero no fue posible. La rueda del tiempo siempre sigue girando.

- Duque - una voz fuerte llamó la atención de ambos, quienes giraron para poder ver al hombre que había hablado.

Los ojos de Rosalin se abrieron al ver a una joven de cabello rubio y ojos color verde. Se trataba de Esmeralda; el aliento de Rosi se atascó en su garganta al ver esto.

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