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Jeno peinaba su ahora pelinegro cabello

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Jeno peinaba su ahora pelinegro cabello. Hace tiempo que no lo traía de aquel color, pero ya venía hora de cambiarlo. Pues el castaño comenzaba a parecer un tanto quemado y el negro era su color natural.

—¿Saldrás? —preguntó su madre sonriendo desde la entrada de su cuarto.

—¿Por qué lo dices?

—Te arreglaste con camisa y corbata, acostumbras a no llevar la corbata... Supuse que al ser sábado estarías por salir a una cita.

Jeno se quedó unos minutos pensando. No era una cita, porque así no lo habían planteado ninguno de los dos. Sólo sabía que después de insistir tanto, logró convencer a Jaemin que ese Ten hyung no se apareciera por el lugar donde tenía planeado llevarlo.

Cita sonaba como algo serio, y a Jeno no le iban las cosas serias si se trataba con relacionarse informalmente con las personas.

—Salida de amigos —respondió decidido con lo que pensaba.

—Ah... Pero cuando sales con Yangyang y se tal Mark no te pones corbata.

—Sólo es una corbata, no lo pienses tanto.

Sonrió y besó en la mejilla a su madre antes de tomar su billetera e ir en busca del menor. Tenía ya un lugar planeado para llevarlo, no era un restaurante wow cinco estrellas Hou là là, pero algo era ¿No? Tampoco era que vivían en la excéntrica zona ricachona del país. Además, Jeno seguían desempleado.

Tocó el timbre de la residencia Na, llevaba cinco minutos tarde pero no lo notó. Cuando la puerta se abrió él sonrió, pero al instante el gesto se convirtió en una mueca de desagrado cuando el que abrió no fue su pequeño castaño, sino aquel morocho que repudiaba tanto.

—Llegas cinco minutos tardes, Jaemin está enojado.

—Sólo son cinco, no es la gran cosa. Además, ¿Qué haces aquí?

El morocho sonrió y detrás suyo el bonito castaño salía de la casa vestido muy informal a comparación del azabache más alto. Jeno tardaba minutos en procesar; el bajito no se iba y ambos lo miraban esperando algo.

—Espera un segundo. Él no irá —señaló a Ten.

—Sí, bueno, cambié opinión. Se iba a sentir raro sin Ten hyung.

Creyó que lo que tenía en su ojo izquierdo no era un tic nervioso, seguro se le había metido una basurita llamada Ten hyung, y no podía quitárselo.

No podía ser tan malo cenar todos juntos. Mas Jeno quería cenar solo con Jaemin ¡Solo! No era mucho pedir. Quería saber qué demonios tenía Jaemin, si una fobia o un retraso. Algo, cualquier mísera cosa, pero necesitaba saber qué estaba sucediendo.

Bien. No va a ser tan difícil.

 No va a ser tan difícil

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Fue muy difícil. o más bien, lo era. Porque el lugar que había escogido era un tanto bullicioso, se notaba a millas que era insoportable para el menor. Se veía en sus brazos tensos y en como el tenedor temblaba bajo su agarre. Jeno creyó que quizás era un tic nervioso como el que tenía en su ojo izquierdo por un molesto morocho que no dejaba de hacerle comentarios indirectos al pelinegro.

Otra cosa era que Jaemin no hablaba, no respondía a sus preguntas e ignorarlo mientras el bajito se reía de él era mucho más divertido que aclarar todas su dudas.

En el plato de Jaemin aún quedaban trozos de carne a medio comer. Mientras que los platos ajenos ni migajas quedaban.

Jeno comenzaba a perder la paciencia porque ya se veía él llegando a su casa frustrado por no obtener respuestas tachando lo primero de la lista. ¿Cenar con Jaemin? DDAENG.

—Jaemin... Tu comida debe estar fría ¿Quieres el postre o nos vamos? —preguntó Ten manteniendo una exagerada distancia.

—vámonos.

¿Qué? ¡NO! Aún no sé qué sucede contigo.

—Esperen, no se vayan-

Sin embargo, el castañito hacía oídos sordos mientras Ten lo ignoraba y triunfaba en la vida ¿Qué clase de nuevo amigo era Jaemin? Sabía, siempre supo que juntarse con menores de edad era la peor decisión que hubiera tomado. Porque estaba desperdiciando tiempo valioso en un chiquillo que de seguro pasaba por una etapa donde se creía ser más que todos, más que nadie en el mundo.

Jeno odiaba a la gente que se parecía a él, pero no tenían de donde sostenerse. ¿Quién se creía el chiquillo para ser egocéntrico y mimado? Pagó rápido la cuenta y salió del restaurante, afuera ambos jóvenes caminaban tranquilos por la vereda mientras el azabache estaba que ardía de rabia.

—¡Tú! Niño mimado, sabía que eras un rarito, pero no toleraré que me hagas perder el tiempo con tus absurdos berrinches.

Jeno no era nadie para reclamar sobre berrinches y niños mimados. Pero la edad le hacía creer lo contrario. Vio al menor tensarse e ignorarlo, más las palabras utilizadas por Jeno fueron bien oídas, analizadas, y bien comparadas.

Niño raro, niño monstruo, mala formación, alíen, loco, y muchas más.

¿Tan raro era?

Ten paró en seco y giro de una manera demoníaca su rostro. Observó al alto sin poder creer que lo había hecho. Desde que lo conoció supuso que sería un imbécil, era cuestión de tiempo para que atacara al igual que todos los imbéciles a Jaemin.

Se acercó a paso veloz a Lee, sus manos hechas puños y su rostro fruncido del enojo. Cuando estuvo frente dejó escapar una única paliza en el rostro perfecto del pelinegro. Este se acarició la mejilla y miró estupefacto al morocho.

—¿Quieres saber qué sucede con Jaemin? Bienvenido al mundo del autismo, Lee Jeno. No vuelvas a acercarte a Jaemin porque me acordaré de los prejuicios sobre la gente que proviene de la villa para sacar mi lado delincuente contigo.

 No vuelvas a acercarte a Jaemin porque me acordaré de los prejuicios sobre la gente que proviene de la villa para sacar mi lado delincuente contigo

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SILENT BURST || NOMIN (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora