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Aunque costara (y bastante) Jeno intentaba prestar atención a las tantas palabras que emanaban desde las cuerdas vocales del sujeto frente al pizarrón

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Aunque costara (y bastante) Jeno intentaba prestar atención a las tantas palabras que emanaban desde las cuerdas vocales del sujeto frente al pizarrón. Hablaba mucho y la cabeza de Jeno no lograba captar del todo el tema nuevo del día. Su mente, cuerpo y alma se encontraban pendientes del pequeño castañito de su vecino. Dejó escapar un largo suspiro antes de que el lápiz en su mano comenzara a golpear rítmicamente el papel sobre el pupitre.

Cuando la hora finalizó, el pelinegro seguían en su propio mundo esquivando comentarios o gente que intentaba llamarlo. No era consciente de nada a su alrededor y tanto Yangyang como aquel extranjero de nombre raro se había percatado del estado del pelinegro.

—¿Sabes qué le pasa? —preguntó Mark mientras, junto con Yangyang, seguía al alto.

—Anoche me llamó preguntándome cosas sobre los autistas. Supongo que eso lo tiene así, hasta donde sé... ¿Recuerdas el niño ese raro del que tanto habla? Ese chico tiene la enfermedad.

—No es una enfermedad, es un trastorno —explicó.

—Es lo mismo —objetó el pecoso.

—No. No es lo mismo. Es complicado de explicar, pero no es como si tuviera una especie de cura. Ni siquiera se sabe muy bien qué lo causa.

Ambos rubios extranjeros se miraron por segundos hasta que el más pequeño se encogió de hombros como si el tema no le preocupara en lo absoluto.

—En sí ¿Qué es lo que exactamente le dijiste? —quiso indagar Mark.

—Que eran agresivos, no sentían emociones y no hablan con las personas... Lo normal y lo que todo el mundo sabe.

Mark negó decepcionado por la respuesta. Nada de ello estaba bien, ni siquiera tenía un poco de sentido de la realidad. El trastorno no te hacía por naturaleza agresivo, sino el propio instinto humano. Social o no social, variaba porque a pesar de todo seguían siendo personas y es normal no aguantarse entre sí, tal vez por el egoísmo que siempre nos reinó. Y nadie podía carecer de emociones, incluso los que tuvieran aquella extraña enfermedad donde explicaba que se era difícil expresar o reconocer sentimientos, eran inmunes a una emoción. Quizás el verdadero problema no estaba en no sentir, más bien en cómo expresarlo.

Tenía tiempo para almorzar en esos momentos, y cuando llegaron al campo de la universidad buscaron a Jeno con la mirada. Mas al no verlo se preguntaron qué rayos sucedía con el pelinegro de dos metros. Tampoco era que enterarse de algo tan complicado fuera arruinarle la vida. ¿Hace cuánto dijo que se conocían? Menos que ellos eran seguro, sin embargo, era extraña la forma de apego que tenía el alto.

—¿Entonces sí sienten? —preguntó el pecoso.

—Aman, quieren y odian, sólo hay que enseñarles cómo demostrarlo y, además, percibirlo... Ellos en su mayoría de las veces no logran comprender con palabras las cosas y no puedes ir y mostrarle la foto de un sentimiento porque es algo abstracto ¿Puedes fotografiar el aire? No, no puedes.

—No te entiendo, hyung...

—Yangyang, si yo te pregunto qué es el amor ¿Me podrías responder?

—Fácil, un sentimiento —respondió orgulloso, inflando el pecho.

—Bien, más fácil ¿Qué es un sentimiento?

Yangyang iba a responder con una sencilla afirmación. Pero su cerebro funcionó más rápido que su voz y su pecho inflado pareció una ñoño globo infantil deshaciéndose de su propio aire. Quedando como el palito que era.

—A-algo que sientes... —posiblemente era la respuesta más estúpida que habría podido dar, mas no encontraba otra forma de expresarse porque amar era sentir pero ¿Qué era sentir exactamente?

El mayor lo observó plantearse aquella incógnita dudoso. Sonrió y esperó paciente a que Yangyang supiera responder a sí mismo. Necesitaba hablar con Jeno, ya que lo poco que conocía del chico era que era un tanto... Melodramático. No supo por qué fue que pensó que aquel muchacho estaba por mandarse varias cagadas juntas si no lo encontraba para explicarle la situación. Se giró hacia el pecoso con su ceño fruncido y el mirar perdido.

—¿Qué es sentir, Yangyang? —sin más, se encaminó a su odisea por encontrar al pelinegro de su campesino de bien vestir. Había unas cuentas cosas que debía mantener en claro. 

SILENT BURST || NOMIN (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora