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Lo besó.

Y él también se lo devolvió.


Después estuvieron besándose por cualquier rincón de la habitación del mayor. Entonces ¿Ya eran pareja? Era una cosa extraña eso de las parejas, Jaemin pensaba mucho acerca del tema. También investigaba bastante. Qué debía hacer, cómo tratar a tu pareja, qué cosas decirle y cuáles no.


Por ejemplo ¿Jeno reaccionaría igual a como lo decía el blog si le decía que había aumentado casi medio gramo y se notaba en sus cachetitos? Tenía que probarlo sabiendo que podrían ocurrir dos cosas. O lo dejaría y le diría muchas cosas feas o solo le daría igual.

Exactamente esa eran las dos opciones que las personas tomaban a la hora de actuar frente a una situación que no se esperaban. Claro, dentro de un promedio equivalente a diez de siete mil quinientos millones de personas en mundo.


Tal como lo hacían todos los sábados de todas las semanas de toda su vida desde que conoció a Lee Ten, organizaron su habitual cena que no consistía en más que pedir pizzas y ver documentales sobre cosas que a nadie más que a Jaemin le fascinaban. Eso era un punto a favor para Ten, pues, aunque no estuviera compitiendo contra Jeno, este siempre estaría un pasito más adelante. Solo un poquitín.

El documental de esa noche no era acerca de Arcángelo Corelli o Pissarro. En todo este tiempo, Ten había notado que el menor tenía una pequeña afición acerca de los temas artísticos, probablemente no los entendía a todos, quizás nunca había comprendido la gracia al descubrir que los impresionistas se habían llamado así porque Monet era un vago sin imaginación. En fin. Jaemin tenía atracción hacia la música y la pintura. Pero esa noche había preferido ver un documental de conejos.


¿Por qué justamente de conejos y no otros bonitos animalitos? Quién supiera. Jaemin solo tenía esos cambios de actitud cuando algo importante pasaba en su vida. Y claramente Ten había notado todos estos cambios a lo largo del tiempo que estuvieron juntos comparándolos con el jueves, cuando el chico estaba —por así decirlo— normal.


—Suéltalo.


—¿El bowl? —preguntó Jaemin sin quitar la vista del televisor —¿Acaso quiere papitas? Ten —ofreció el menor.


—No te hagas el tonto, estás raro. Ayer saliste con Lee ¿Qué sucedió?


—dijo que no podía decirle a nadie.


—¿Qué cosa no podías decirle a nadie?


—Que nos besamos.

Y así de sencillo era para el morocho conseguir la información necesaria para acabar con la vida de Lee Jeno. No tan dramáticamente como yo lo escribo, pero sí perseguirlo hasta tener en claro cuáles eran sus intenciones con su mejor amigo.


Cuando a Jaemin se le escapó aquella confesión, Ten no sabía si felicitarlo o si exigirle explicaciones, tal vez podría pedirle que contase la historia. Era todo un tema. Así que optó por cruzar sus piernas y observar al castaño. A eso de las diez de la noche ellos se sentaban en el sofá del cuarto de estar a ver películas en el televisor plasma led de muchas pulgadas según el morocho. El mayor observó a su amigo y esperó a que este se sintiera incómodo y bajara la mirada tímido.


—Ahora sí, suéltalo todo.


—No pasó mucho. Él comenzó a tocar su guitarra y cantar y yo tenía ganas de besarlo... Así que lo besé.

—¡Dios, Jaemin! ¿Qué te dijimos de andar besando a cualquier persona que te guste? —preguntó Seo levantando sus brazos exasperado —¿Por qué Lee te gusta, ¿no?

SILENT BURST || NOMIN (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora