La lluvia no pensaba calmarse ese día, pero no era motivo para preocuparse porque Jaemin tenía a Jeno a unos centímetros de él. Y no era por decir que lo había obligado a volver a cantarle hasta que se le secara la garganta... O quizás sí.
Estaban a una cuadra de su calle, pero ninguno de los dos parecía darse cuenta de que hasta allí llegaba su recorrido. Jaemin no quería alejarse del mayor y si se obligaba a hacer un berrinche como lo hacía con Ten para conseguir lo que quería lo haría sin dudarlo.
—¿Puedes...?
—Jaemin, ya no tengo saliva por tu culpa, no voy a cantarte.
—Pero aún está lloviendo... Y no hay nadie en casa... —¿A qué venía eso? Jeno estaba confundido y si su mente no fuera tan perversa quizás no habría mal pensado las palabras del menor. Mas sus pensamientos sí eran pervertidos en los peores momentos y por intentar descubrir unas segundas intenciones su rostro enrojeció de vergüenza.
—A-ah, pu-puedes poner la radio... —Jeno buscaba concentrarse en los charcos de agua de lluvia formados en la calle antes de que su mente le hiciera una mala jugada imaginando cosas que no debía imaginar y menos si aquellas fantasías tenían de protagonista a Jaemin, siendo este un menor de edad.
—No es lo mismo, quiero escuchar tu voz... Además, mis padres no llegan hasta tarde. Quédate conmigo.
Tranquilo, Jeno. Piensa en la biblia ¡Oh santa biblia he pecado con la madre y el hijo en mi mente!
—Soy asqueroso... —murmuró para sí mismo. Cuando el auto aparcó del lado de la residencia Yang, este esperó que el menor se bajara, sin importarle que el llanto del cielo siguiera cayendo con gran intensidad y los pocos truenos iluminaran entre las aberturas de las nubes unidas. Mas Jaemin permanecía con el cinturón puesto y la mirada perdida en dirección al pelinegro —Jaemin, baja.
—No me quiero mojar.
—Hay un paraguas en el asiento trasero, tómalo y baja... Luego me lo devuelves.
—Tampoco me quiero bajar.
El pelinegro suspiró y apretó el volante intentando controlarse como si fuera un perro amaestrado sufriendo en su primera prueba. Más que nunca se sentía como un sucio animal porque desde que Yang Jaemin decidió abrir la boca, Jeno no dejaba de imaginarse cuántas maravillas podían ejecutar tales labios y lengua.
—Hyung, quédese conmigo esta noche... Le diré a Ten hyung que no venga, pero quédese conmigo.
Tal vez hubiera aceptado, pero el sólo hecho de haber mencionado a un particular morocho que le fastidiaba rotundamente le hizo plantearse unas cuantas cosas que estaban mal. No era por celos, claro que no. O quizás un poco sí, pero ¡Vamos! Era Lee Jeno y jamás admitiría que sentía celos de la relación que llevaban aquellos dos. Ah, Ten podía imaginarse guarangadas con Jaemin sin sentirse un enfermo a causa de la diferencia de edad. Qué suertudo.
Tres toques en la ventanilla de Jaemin alertaron al dúo, y estos giraron en dirección al llamado. Seo Ten, con un paraguas rojo a mano y una sonrisa angelical miraba únicamente al castaño de ese lado, la lluvia no alcanzaba a mojar más que sus zapatillas desgastadas y algunas gotas manchaban su camisa y jean. Cuando Jeno quitó el seguro, Ten abrió la puerta y ayudó al menor a salir del vehículo.
—Gracias por traerlo —agradeció Ten, observando con suficiente ego al pelinegro dentro del auto —pero ahora me encargo yo.
Y tal vez sus palabras estaban cargadas de odio e insinuaciones que perfectamente sabía que podían generar toda una guerra dentro de Jeno. Mas a ninguno de los dos les importó que entre juego y juego el objeto de su diversión no era más que un niño que poco entendía lo que sucedía entre ambos hyungs.
—No lo creo, él quiere que me quede yo esta noche... Tendrás que irte, amigo —mencionó Jeno con el pecho inflado.
—Lamento decirte esto, pero el único que puede pasar las noches, días y tardes con Jaeminie soy yo, niño rico.
Mientras ambos mayores seguían discutiendo por saber quién se quedaría la noche entera abrazando y mimando a Jaemin, el castañito se giró hacia su casa y sin importarle que su ropa se humedeciera y se apegara a su cuerpo caminó hasta la entrada. De fondo se escuchaba la discusión, pero el estruendo que generó la puerta al cerrarse fue suficiente para hacerles entender que alguien no estaba a gusto con su pelea. Y posiblemente se había quedado sin abrazos ni mimos. Posiblemente, porque Jaemin estaba distraído y cuando se diera cuenta que estaba solo y en medio de una gran tormenta volvería a los brazos de cualquiera que le permitiese tocarlo.
—Pueden quedarse los dos —la voz del castañito se escuchó un poco apagada, Jeno y Ten observaron la ventana donde el rostro del menor se asomaba sin demostrar ninguna mueca —. Ninguno me molesta, Ten hyung puede abrazarme y Jeno hyung puede cantarme... Van a resfriarse, entren o váyanse.
El morocho tomó su paraguas con fuerza y se encaminó a la entrada mientras que el pelinegro se replanteaba la situación y el cómo debía reaccionar siendo el adulto entre aquellos dos niños. No hace unos minutos se había encontrado fantaseando con Jaemin, y ahora que se sentía un poco más enfermo de lo normal no deseaba tener contacto con el menor. Supuso que la mejor opción era dejar a Jaemin con alguien de su edad que fuera de su entera confianza. Y Jeno no contaba con esa confianza, porque al final del día siempre sería el chico de voz agradable que Jaemin no desea que lo toque.
—Jeno hyung ¿No va a entrar? —preguntó el menor.
—No —cerró la puerta y condujo hasta la cochera de su casa. En poco caería granizo y depende de donde se quedará sería el lugar al que no podría salir hasta que la tormenta pasara. Suspiró y apagó el coche. La cochera comenzaba a oler a humedad, y dentro de su casa su madre lo estaría esperando con algo caliente mientras el caos de la naturaleza finalizaba. Mientras tanto, los más jóvenes harían lo suyo en la otra casa.
Era lo mejor.
—Jen ¿Me pediste el auto para ir por Jaemin? —su madre, como siempre, esperándolo de brazos cruzados y con un gesto en su rostro difícil de distinguir. Porque daba entender que había hecho las cosas mal, pero Jeno no creía que hubiera hecho algo malo ¿Por qué lo miraba así?
Jeno no contestó de inmediato, aún trataba de descifrar el rostro de su madre, pero al darse cuenta de que no conseguiría simplificarlo a una mueca de decepción, sólo se rindió. ¿Acaso ella estaba decepcionada de él?
—Sí, fui por él y pensaba quedarme con él toda la noche, pero Ten se me adelantó —murmuró no creyendo que su potencial decisión fuera a causar una hecatombe. Ella lo observó y sus labios se fruncieron ante la respuesta, pero únicamente asintió y desapareció de su campo de visión, dejándolo con la duda de saber por qué era que parecía molesta al saber que había estado con Jaemin.
Su bolsillo comenzó a vibrar y pensando que quizás sería Yangyang preguntando si por casualidad se había llevado un apunte suyo por accidente. Atendió sin fijarse el remitente.
—¿Qué sucede?
—Jeno hyung, conseguí su número. Ahora puedo llamarlo cada que quiera escucharlo cantar.
—¡¿Niño, acaso crees que soy tu bufón?!
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SILENT BURST || NOMIN (ADAPTACION)
FanfictionEl chico de enfrente no habla. No juega, ni ríe. tampoco se lo ve con amigos. El chico de enfrente es muy raro. y Jeno demasiado curioso. Esta historia no me pertenece todos los derechos para @minhino