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Usen la imaginación

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Usen la imaginación

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Encerrado en su habitación, admirando el instrumento fuera de su funda. Si alguien lo mirase en esos momentos juraría ver miles de galaxias en un simple chico enamorado con un objeto. Aún mantenía los recuerdos de sus yemas acariciando cada una de las cuerdas, el cómo sus oídos deleitaban el canto de estas y el dolor en sus dedos por estar días enteros practicando para que al fin le saliera un simple cambio de acordes de sol mayor a re menor, o cuando por primera vez intentó aplicar cejilla para fa mayor.

Su sonrisa estaba cargada de nostalgia, porque hace tiempo no volvía a tocar una guitarra, a sentir el sufrir por un simple objeto. Lo más gracioso es que en realidad, Jeno nunca había querido tocar el instrumento, pues su verdadero sueño era el piano.

Pero su abuelo había sido claro, «Aprende a tocar la guitarra y te compraré el piano» Mentira, aprendió a tocar la guitarra y el piano nunca llegó. Sin embargo, allí estaba él, contemplado al amor de su vida. Miró la hora en su reloj de muñeca y se fijó que sólo faltaban dos minutos para que el pequeño en su sala se despidiera de su madre y se fuera.

Cuando lo sintió llegar esperó un poco de tiempo para luego tomar sus cosas y pasar por la sala donde estaban leyendo con el propósito de ser notado. Pero su principal objetivo era más que llamar la atención del castaño menor, pues consideraba que si al menos el chico preguntaba por su ausencia entonces sabría que existía una mínima probabilidad que estuviera interesado en su persona.

Tragándose todas sus ganas por querer verlo se acomodó en su cama y tomó la guitarra, esta se posicionó en su pierna izquierda, levantando más la punta que el cuerpo en sí. Cerró sus ojos y sus manos hicieron todo el trabajo que su cerebro lograba recordar. Alguna que otra nota le erró, pero la melodía estaba allí, y aquello lo emocionó a tal punto de tocar y tocar, dejando atrás todo su estrés y tiempo que necesitaba. Una de esas melodías vino acompañada por la imagen de tal niño en particular y al tiempo que lo notó dejó de tocar sintiendo el calor en sus mejillas.

 Una de esas melodías vino acompañada por la imagen de tal niño en particular y al tiempo que lo notó dejó de tocar sintiendo el calor en sus mejillas

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Dos horas, dos horas tocando sin cesar, ignorando el llamado de su madre para ir a comer. Ella tuvo que ir en su busca y rogarle que dejase de hacer lo que sea que estuviera haciendo y comiera con ella. Jeno acompaño a su madre en la cena, más su presencia no estaba del todo allí.

Su lengua picaba por la incertidumbre y las ansias de preguntar lo molestaba rotundamente.

—¿Cómo les fue? —preguntó cabizbajo, en esos instantes los vegetales parecían más interesantes que cualquier otra cosa.

—¿Con quién?

—Jaemin.

—Bien.

—Ah...

Quizás debería decir que la mesa reinó en silencio, pero el sonido de los cubiertos al chocar con la porcelana era quien hacía su mejor presencia en la cena. Terminaron de comer y se dispusieron a lavar los platos juntos, uno enjabonando y el otro secando.

—Y.... ¿No conversaron de algo interesante —siguió intentando el castaño?

—¿Qué es lo que quieres saber?

—¿No preguntó por mí?

—¿Debería? —curioseó la azabache observando de reojo al alto. Su primera impresión sería sonreír enternecida pero sólo si se trataba de cualquier otra persona en ese miserable mundo, si Jaemin estaba en juego entonces no podía hacer más que muecas de disgustos.

—Es que...la otra vez hablamos y-

—Espera, ¡¿HABLARON?! —. Los trastes crearon un estruendoso ruido como si cada uno de ellos se hubiera partido en miles de fragmentos y ahora albergaran en la espuma del detergente dentro de la pileta. Jeno por instinto llevó el repasador a su pecho y dio unos pasos hacia atrás, el grito había alertado cada sentido de su organismo poniéndolo en su plena defensiva. Ella tenía sus ojos abiertos a más no poder, su boca entreabierta y su respiración agitada. Sus guantes de látex repletos de espuma blanca que caía y empapaba el piso.

Sí, hablaron. ¿Y eso qué? A como él lo veía no era nada de otro mundo. Incluso había sido una conversación con demasiadas bromas, o tal vez Jeno era el único que pensaba que todo lo que el menor le decía eran puras bromas de ironía.

—Tengo que comentárselo...—murmuró ella fuera de sí.

—¿A quién? —inquirió el castaño, pero su madre se desvió de su atención y caminó hasta su cuarto entre murmullos que sólo ella entendía.

Jeno se quedó con el repasador en su mano y una confusión marcada en su rostro sin entender cuál era el problema en que Na Jaemin le hablara. Sólo había sido una vez, no era nada del que alarmarse. Sin embargo, aún no tenía la respuesta que tanto deseaba ¿Jaemin había preguntado por él?

SILENT BURST || NOMIN (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora