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El lunes antes que amaneciera, el pelinegro huyó por la ventana y se despidió de la rubia. Podría llamarla amiga si tuviera su número, pero las circunstancias del momento le hicieron olvidar tal detalle. Tampoco era como si la fuera a recordar, aprovecharse de su amabilidad para encontrar un lugar en donde pasar la noche sonaba un tanto brusco.

Esa misma tarde tendría una cita con Jaemin. Irían a aquel taller solo porque así lo había prometido. No fue directamente a su casa, sino que se quedó en la universidad sin libros, lápices, o cuadernos. Así de vacío, total podría quitarle algunas cosas a Yangyang sin que este lo notara. Algunas veces el australiano se volvía un poco agresivo cuando tocaban sus cosas.


A Jaemin también le molesta que toquen sus cosas.


—¡Basta, deja de pensar en él!


Las primeras horas pasaron con tranquilidad. Puede que ya no estuviera triste o puede que sus sentimientos por Jaemin fueran más fuerte que la tristeza. Solo deseaba poder verlo y explicarle que todas esas horas en las que no se vieron sintió morir. Sin importarle qué tan literal podía tomarse el chico sus palabras.


Así de simple, comprendiendo el mundo con su sencillez de forma real. Sin mentiras. Y ojalá todos fueran como Yang Jaemin, personas honestas que no supieran mentir.


—Estás como en tu mundo —comentó Mark —. Tomé el trabajo en la secundaria de Jaemin por si te interesa saber.


—¡¿Qué?! No me dijiste, maldito —renegó Jeno.


—Te lo digo ahora... Tengo que ir para allá cuando salga de aquí y creo que es en el horario donde tu niño sale ¿Quieres venir? Me parece haberte escuchado que no habías podido verlo desde el viernes.


Ni Mark ni Yangyang conocían la historia de besos robados en la noche lluviosa del viernes. No tenía porqué saberlo, ya que seguramente lo acusarían como venían haciéndolo todos. Prefería guardarse esas historias para sí mismo y Jaemin obviamente.


—¡Claro que quiero! ¿Pero tú no sales ahora?


—Y a ti te falta dos horas más —recordó Yangyang con la cabeza metida en un libro.


Tenía razón. No podía dejar la universidad, así como así por un niño. O tal vez sí podía. Solo que nadie debía enterarse... ¡Qué importa! No estaba en la secundaria, tenía manejo de su vida, ya no necesitaba de una absurda nota en el cuaderno de comunicaciones que dijera que tenía permitido retirarse solo cuando su jornada escolar terminara.


—Siempre puedo pedir apuntes y las páginas del libro.


Mark lee no tenía auto, tomaron el autobús que los dejaba frente a la secundaria de Jaemin y al bajar se encontraron con varios alumnos saliendo de las enormes puertas y Jeno no podía no dejar de buscar al pequeño que lo volvía loco cuando demandaba besos suyos.

Mark lee no tenía auto, tomaron el autobús que los dejaba frente a la secundaria de Jaemin y al bajar se encontraron con varios alumnos saliendo de las enormes puertas y Jeno no podía no dejar de buscar al pequeño que lo volvía loco cuando demanda...

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Jaemin extrañaba a Jeno. Sus labios, besos, sus manos recorriendo su cuerpo cuando estaban muy juntos. Mayormente no le gustaba que lo tocaran de más pero si se trataba de Hwang eran exageradas las ganas que le traía.


Su historia con Hendery había finalizado a pesar de nunca haber empezado. Las bromas seguían, nunca pararían y nadie las pararía por él. N siquiera el presidente que se sentía culpable por haber ocasionado que lo internaran en el médico. Quería ir y pedirle perdón, también explicar que no le daba asco y solo había actuado de aquella forma porque era un estúpido que tenía amigos más estúpidos que él.


—Oye... Jaemin —el menor se encontraba dibujando en su banco, muy concentrado. Al ver que no era capaz de levantar su mirada o dejar el dibujo, Hendery le quitó el lápiz sin esperarse que el castaño se levantara asustado por la acción. Otra vez se repetía la historia, volvía a cagarla. —Lo siento, pero tengo que hablar contigo. Quería disculparme por lo de aquella vez y... Lo siento.


—Está bien.


—¿Solo eso? —preguntó desconcentrado Hendery —¿No vas a hacerte el difícil?


—No.


Mas cuando creía que nada podía volver a salir mal, las personas que consideraba sus amigos se acercaron a ellos y jugaron a ser los buenos amigos de siempre. Uno de ellos pasó su brazo sobre los hombros de Hedery y lo atrajo a su cuerpo con rudeza.


—¡Hey Dery! —exclamó —¿Vienes a declararte? Creí que lo harías más romántico.


Hendery sabía lo que hacía su amigo. Intentaba volver a jugar con el menor. Hacerle creer que con él tenía oportunidad, a pesar de que no fuera posible. Pero no era valiente, no podía librarse de las intenciones de su amigo solo y tampoco deseaba volver a romperle el corazón a un ángel como Jaemin.


—Lo siento. Pero ya tengo a alguien —sin embargo, fue Jaemin quien rechazó la oferta esta vez.


—¿Ah sí? ¿Quién?


—Se llama Lee Jeno, es mi vecino y me da besos cuando se lo pido.

Jaemin nunca mentía. O al menos no conscientemente. Sus compañeros al escucharlo rieron no cayendo en la loca idea de que el chico enfermo de salón podría estar saliendo con alguien. Tal vez ese Lee Jeno era igual de raro que él o alguna deformidad tendría para conformarse con la atención del castaño.

—¡El parásito tiene novio! Encima de enfermo, maricon.

—¡El parásito tiene novio! Encima de enfermo, maricon

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SILENT BURST || NOMIN (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora