No era la primera vez que huía de algo así. Pero las cosas allí dentro se estaban volviendo demasiado tóxicas para él, y lo comprendía a la perfección. Sus largas piernas eran veloces, tardó nada en llegar al campo del instituto y esconderse detrás del vestuario. No era porque aquel era su lugar favorito, sino que al menos allí estaría solo. Su respiración que seguía agitada por varias razones se tomaba su tiempo para cesar y sus puños, al igual que sus ojos cerrados, se apretaron con más fuerza hasta que de sus labios salió la canción que siempre cantaba cuando veía venir los problemas.
Cuando cosas como estas pasaban, Jaemin no controlaba su cuerpo, o al menos en su mayoría. Era normal que tuviera cicatrices en sus extremidades o que comenzara a hablar en voz alta. Pero serían por segundos hasta que se calmara. Dejó escapar un largo suspiro y al abrir sus ojos sintió rastros de lágrimas que nunca quiso que escapasen. En sus palmas habían quedado las marcas de sus yemas al presionar, tal vez si no se hubiera cortado las uñas ahora tendría manchas rojas y nuevas cicatrices por cubrir.
Acomodó su ropa y salió de su escondite. En el campo se encontraba la cancha de vóley rodeada de la pista de atletismo. Más allá el gimnasio que era utilizado para jugar al bascket o para los eventos especiales. Jaemin jamás había ido allí, era un lugar cerrado y nunca se encontraba solo. Además, era mucho el ruido allí dentro, porque el sonido retumbaba más de lo normal. Dos gradas a cada lado de la pista y el gigantesco vestuario.
Jaemin caminó hasta las gradas recordando la escena de hace un rato. Ojala Hendery no dejara de hablarle por vergüenza o por cualquier cosa. Ahora se había quedado con las ganas de querer besar a alguien en los labios y nadie querría corresponderle sus sentimientos ¿Si iba por la calle declarándose, alguno le correspondería? Era una duda que deseaba saber. Olvidando el pasado se dispuso a cuestionarse cómo reaccionaría la gente al decirles que le gustaba ¿Se reiría? Bueno, las personas se ríen cuando están nerviosas a veces, tal vez debía aprender a diferenciar cuándo alguien se reía de sí mismo o de él.
El timbre a lo lejos le dio a entender que tenía diez minutos para entrar a su aula antes que comenzaran las clases. Diez minutos era lo que tardaría en llegar hasta el segundo piso donde tendría la primera del día. Era un juego de decisiones que, según lo que eligiera, podría cambiar el desarrollo de la historia. Quedarse en las gradas sufriendo el frío o correr hasta su salón y soportar las miradas de los demás.
Aunque siempre podría esquivarlas y ya. ¿No era así cómo vivía? Esquivando. Bajó y se encaminó lento hasta las enormes puertas del edificio. Pero cuando intentó abrirlas el peso de algo sobre su nariz lo sacudió y logró tumbarlo al pasto. La puerta había sido abierta brutalmente.
—¡Oh, lo siento mucho, de verdad lo siento! ¿Estás bien? ¿Te hice daño? Dime que no maté a un alumno en mi primer día, por Buda soy un desastre ¿Respiras siquiera? ¡Van a despedirme y yo que tanto quise esta prueba! ¿Estás bien? —. Jaemin sacudió su cabeza y el hombre rubio que lo miraba preocupado entendió aquella sacudida como una negación, preocupándose todavía peor. —Déjame ayudarte.
—Estoy bien, tranquilo. Sólo me duele la nariz... —el pequeño aún en el suelo cubría su nariz con ambas manos, y al alejarlas notó su sangre escurrir por ellas y su sabor en su labio —y me sangra, también. Debo ir a la enfermería, permiso —huyó, pero no como siempre lo hacía, ahora debía atender su naricita y poco le importaba que detrás suyo el hombre rubio y un poco bajito lo siguiera nervioso.
Llegaron a la enfermería y ella estuvo preguntando toda clase de cosas que el menor sólo respondía con monosílabos literales. Hasta que llegó a la gran pregunta del siglo:
—¿Quién te hizo daño? —preguntó la mujer de bata blanca.
Diles y serás de nuevo el buchón.
—Me lo hice solo —. Buchón era alguien que delataba los demás, hasta donde sabía aquello supuestamente era malo ¿Por qué guardar secretos? Jaemin no tenía secretos, no hasta ahora. Una mentira no haría daño a nadie, así pensaba cada vez que lastimaba a un tercero sin saberlo. No le hará daño. Jaemin no sabía, pero hacía mucho daño cuando quería.
La mujer lo observó dudando. Jaemin no podía mentir. No sabía, más bien. Así que asintió creyéndole y terminó por ponerle el algodón en el orificio de su nariz. No tenía nada fracturado, sólo un golpe y ya.
—¿Usted lo encontró? —indagó ella.
—S-sí, lo en-encontré en la puerta que da al patio...
—¿Cómo se llama? No es de la institución, eso claro está.
—¡Oh, no, no, no! Estoy aquí para hacer la prácticas. Me llamo Mark Lee, estoy en la carrera para profesor de contabilidad. Mucho gusto... ¿Y tú cómo te llamas? —preguntó observando al pequeño sin expresiones, sobre la camilla.
—Na Jaemin.
Mark se sintió un poco cohibido. La forma que tenía el chico al comunicarse lo tenía un poco desconcertado. Pero no le tomó mucha importancia, quizás era tímido o sufría algún trastorno que le dificultaba el habla. Normal, no era algo por lo cual alarmarse. Como futuro profesor debía entender que no todos los alumnos eran iguales y algunos debían de obtener más atención que el resto. Así que sonrió esperando que el menor correspondiera el gesto, mas eso nunca llegó. Jaemin salió de la enfermería pidiendo antes un certificado y luego se fue a su aula.
Cuando entró al salón ya esperaba que todos guardaran silencio a causa suya. En uno de los bancos de adelante Hendery lo observaba preocupado a kilómetros se distinguían las ganas por querer hablarle y solucionar aquel problema que Jaemin Había generado sin querer. Detrás suyo escuchaba los murmullos y las risas, algunos lo nombraban queriendo meterlo en el chismerío, pero Kim deseaba que todo parara allí. Si tan sólo fuera un poco más valiente quizás habría saltado en defensa del menor. Por supuesto que lo habría hecho, si fuera más valiente. Se encogió en su lugar cuando Jaemin pasó por su lado ignorándolo. Decir que se sentía más mierda que nunca, no era una mentira.
Definitivamente quería hablarle, pero dudaba que sus amigos le dejaran acercarse. ¿Acaso no debía mantener una imagen? Si hablaba con el fenómeno, aquella reputación se iría por el caño. Obvio, Hendery no podía permitirse eso.
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SILENT BURST || NOMIN (ADAPTACION)
FanfictionEl chico de enfrente no habla. No juega, ni ríe. tampoco se lo ve con amigos. El chico de enfrente es muy raro. y Jeno demasiado curioso. Esta historia no me pertenece todos los derechos para @minhino