La sola mención de aquella palabra provocó lo que se conoce como un corto circuito en Jeno. Sus sentidos se apagaron poco a poco para luego dejar caer el teléfono y escuchar como a este se le partía la pantalla. Era notablemente visible aquel parpadeo insistente que se había apoderado de su ojo derecho, también la ausencia de control en los movimientos rítmicos de sus dedos. ¿Acaso su corazón había dejado de latir? Porque en ese estado ya nada se podía estar completamente seguro.
Aquel "Intentaron violar a Jaemin" se seguía repitiendo tal cual disco rayado en su cabeza. La sola idea de imaginarse a Jaemin rodeado de manos indeseadas, de bocas sucias escupiendo en su rostro, en otra persona tocando lo que era intocable. La vena que unía la cordura con sus recientes problemas estaba al borde de romperse si es que aún no lo había hecho.
—¿Jeno, todo bien? —no, nada estaba bien. Ni siquiera era capaz de darse la vuelta y enfrentar el momento con su abuela. En Jeno ya no quedaba nada que lo atara, aquella vena ya no existía. Lo único que quería hacer era gritar y romper todo, matar a quien sea que se hubiera atrevido a tocar el delicado cuerpo de Jaemin. Pero sus instintos prefirió usarlos para salir corriendo de la casa de sus abuelos y tomar su billetera. Escuchó los llamados de sus familiares, escuchó a los animales alterarse, a los pájaros observar la situación y a la luna reírse en su cara. ¿Por qué lo había dejado solo? Nadie estuvo allí para advertirle que la cortada en la mejilla de Jaemin no era casualidad, que sus ideas sobre acoso en el colegio no estaban tan erradas. Pero si así fuera, Mark se lo habría dicho, Mark nunca se guardaría algo así, Jeno podía confiar en Mark.
¿Pero así era exactamente? Digo, nada estaba bien, él no estaba bien. Y si nadie lograba calmarlo ante de que llegara al departamento de Yangyang, las cosas no se pondrían bien. ¿De cuánto era capaz de hacer un hombre con la cordura rota y enamorado? ¿Hasta dónde era capaz de llegar sabiendo que lo más preciado que tenía había sido tocado? Cuando llegó a la estación, el mundo parecía girar en un entorno diferente al suyo. Una realidad que creyó inexplicable, y en su estado era lejana. Jeno observaba a las personas ir de aquí para allá, pero nunca llegando a un lugar, solo yendo y viniendo.
Ya sentado en uno de los vagones su cuerpo se balanceaba y chocaba con el respaldo, le resultaba incómodo que chocara, el asiento era duro y olía extraño. Frente a él, una mujer con su pequeño hijo en su regazo merodeaba en su celular a la vez que el niño dormía plácidamente siento abrazado por ella. Aquel calor pudo sentirlo a gran distancia, y en ese momento su mente fue atropellada por el sentimiento de culpa al saber qué tanto calor sucio había recibido su pequeño. Su estabilidad estaba comenzando a fallar y su lengua siendo despellejada por sus dientes lo sabía.
No fueron tantas horas de viaje, ni siquiera era capaz de contar los segundos que tendría que tardar para llegar al departamento en plena madrugada, escuchando los ladridos de los perros del vecino y a los gatos tirar los botes de basuras. Sus pasos pesados y al mismo tiempo veloces. No llevaba consigo todas las cosas que había llevado a la casa de sus abuelos, siquiera tenía celular en esos momentos así que nadie sabría en qué momento llegaría al departamento.
A las doce y pico el timbre sonó y todos aquellos que se encontraban a la espera del azabache se observaron atentamente antes de que alguno fuera el valiente y se atreviera a abrir la puerta. Al segundo sonido fue Chenle quien suspiró y mordiéndose el labio se atrevió a apoyar su palma en la manija. Abrió y la silueta oscura del alto era lo más parecido a cualquier personaje terrorífico de alguna película de terror. Por segundos creyeron que los ojos de Jeno ya no pertenecían a Jeno, más bien, lo único que se consideraba como "Lee Jeno" era su cuerpo.
—¿Dónde está? —preguntó en voz extremadamente baja.
—Jeno, mejor ven y siéntate... No puedes ver a Jaemin así... —intentó calmar Mark.
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SILENT BURST || NOMIN (ADAPTACION)
Fiksi PenggemarEl chico de enfrente no habla. No juega, ni ríe. tampoco se lo ve con amigos. El chico de enfrente es muy raro. y Jeno demasiado curioso. Esta historia no me pertenece todos los derechos para @minhino