Capitulo 1.

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—¿Qué es lo que tú, impura humana, deseas?—Pregunta, su voz es como una señal de alerta para mi mente y mi cuerpo, era tan ronca y lenta que me hizo temblar—Ten en cuenta que lo que pidas debe estar acordé a lo que me ofrezcas, no doy nada gratis.

Lo miré fijamente, sin terminar de tragarme su presencia. Su piel era de un tono canela claro y su cabello era blanco como la nieve y caía de manera descuida por su frente y los lados de su cara, medía más de dos metros, su cuerpo enorme estaba repleto de marcas negras, difíciles de describir por la oscuridad que reinaba en ese sitio, lo más llamativo, a pesar de su carencia de ropa, era su rostro, parecía un ángel, por lo hermoso que era, y lo definidas que estaban sus facciones. Pero, cuando lo miré con detenimiento, pude notar que su belleza no era angelical, al contrario, su sonrisa diabólica, y sus ojos afilados y brillantes, como los de una serpiente, delatan su verdadera naturaleza, lo que en realidad él era.

Un demonio.

—Te haces vieja a cada segundo, niña, pídeme lo que quieras...—Su sonrisa se ensancha de manera tétrica—Si estás dispuesta a pagar el precio.

Respiré profundo, y me obligué a sostenerle la mirada por un segundo, ni siquiera lo pensé antes de hablar.

—Te permitiré utilizar mi cuerpo como portal de entrada y salida de este mundo, las veces que tú quieras—Le prometí, sus ojos brillaron con malicia—A cambió quiero que me ayudes a cumplir una serie de deseos que tengo...

—¿Cómo sabes que tu cuerpo es apto para ser mi portal?—Pregunta, con una de sus grandes cejas enarcada.

—Si no lo fuera, no estarías aquí, ¿O me equivoco?—Dije, él ladea su sonrisa, antes de lamer su labio superior con su larga y afilada lengua, provocándome escalofríos—¿Me equivoco?

—No, eres muy inteligente, me gusta eso—De repente todo empezo a iluminarse, siento como mi cuerpo se hace ligero, y cuando me doy cuenta, estoy flotando, ante los ojos del ser a un par de metros de mí—Has pasado la prueba.

Él chasquea los dedos, y todo desaparece a nuestro alrededor, soy dejada con cuidado en una silla, observo a mi alrededor, el panorama había cambiado por completo, me encontraba en una enorme habitación de color blanco con rojo, había pinturas por todos lados, pero eran demasiado abstractas para saber lo que significaban. Frente a mí se alzaba una enorme mesa redonda, al otro lado estaba sentado él, con un traje distinto, ya no tenía ese pantalón rasgado y destrozado, estaba con un traje blanco y un corbatín rojo, que contrastaba a la perfección con su piel morena y su cabello blanquecino.

—Ahora podemos negociar de manera correcta—dice, y una copa apareció en su mano—Niña, no sé si entiendes a la perfección esto, pero necesito que digas fuerte y claro lo que quieres, cuando lo quieres, y como lo quieres.

Yo apreté mi puño, sintiendo como empieza a hervir mi sangre y mi rostro contraerse. Ese imbécil creía que estaba jugando.

—Quiero que seas mi sirviente, dejaré que te codees con los asquerosos humanos y hagas lo que te plazca en la tierra, siempre y cuando te necesité, estés para servirme—Dije, fuerte y claro, sin titubear. Estaba dejando que un demonio se apoderara de mi cuerpo por venganza, pero no hay nada más que pudiera querer—Mi alma será tuya hasta entonces, hasta que logre cumplir mi último deseo.

Él parecía estar divirtiendose—¿Y cuál sería ese deseo?

—Venganza.

Escuché como se rió de mí.

—¿Sabés lo que implica que me estés cediendo tu cuerpo como portal?

No exactamente, pero tenía más o menos una idea.

—No me importa.

Él se carcajeó, como si lo que había dicho hubiera sido un chiste, yo no me reí. Se levanta de su silla, y aparece ante mí, sus largos dedos recorrieron mi brazo dejándome helada, su sonrisa sádica parece imperturbable.

—Entrare y saldré de tu cuerpo, te atormentare en tus noches, escucharas mi voz en tu cabeza, me verás en cada esquina, cada vez que te veas al espejo o que te tomes una foto, estaré ahí—Sus manos viajan de mi brazo hasta mi estómago descubierto, por mis senos delicadamente hasta mi rostro, observando cada una de mis expresiones en cada movimiento, lentamente se aleja, y levanta su palma, mostrando un reloj de arena—Todo lo que hagas o digas, yo lo veré, seré tu sombra, hasta que tú alma se pudra en mis manos...

El reloj desapareció, dejando una extraña manzana blanca, carente de color alguno.

—Me tiene sin cuidado, será mejor si estás conmigo a cada momento.

—Tu lo dijiste, niña.

Sus ojos brillan, lentamente extiende el brazo derecho, queriendo que estrechara su mano, estuve tentada a hacerlo, pero me detuve a un par de centímetros.

—¿Cómo sé que no me engañarás?—Dudé, entonces sus ojos cambian de verde brillante a rojo carmesí en cuestión de segundos.

—Es la mejor parte, ¡no sabes!—Se burla, toma mi mano y me jala a él, en su mano izquierda apareció una extraña cuchilla con un mango verde de cristal, dobla mi muñeca y con un ágil movimiento corta la punta de mi dedo anular, una gota de sangre goteo de la herida, desapareció la cuchilla, y en su lugar aparece la manzana carente de color, él la coloca debajo de mi dedo sangrante, un par de gotas cayeron encima de la manzana, y en cuestión de segundos, tomó un color rojo sangre—Ya es tarde, pequeña...

Me suelta, yo miré incrédula la manzana, sentía un extraño ardor en mi dedo, mi vista recayo en él, con la sorpresa de encontrarme con una pequeña marca negra alrededor de mi mano, que terminaba en mi dedo, con forma de serpiente, enroscada alrededor de el.

—Felicidades, Ada, acabas de conseguir un sirviente demonio—Aplaude de manera sarcástica, sin borrar su sonrisa—Tus deseos son mis órdenes, pero ten en cuenta algo...—Mostró la manzana roja—Yo decido cuando terminan con mis servicios, así que tendrás que entretenerme mientras tanto, porque si no, puede que tus aspiraciones no lleguen a cumplirse.

Empece a sentir mareo, la cabeza me daba vueltas, él solo me miraba, satisfecho al verme decaer.

—Cuando me necesites, solo tienes que llamarme, y apareceré ante tí...—Dijo, mientras lleva su mano con la manzana a su pecho—Solo tienes que llamarme...

Y así desperté, en la misma asquerosa cloaca.

Solo que entonces, no estaba sola.

Estaba con Caín.

CAÍN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora