Capitulo 9

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—No sabes cuanto me alegra que hayas entrado en razón, estudiar te hará bien, Ada, te hara excelente—Dice Dorian, desde el puesto de copiloto. Hizo un maldito alboroto solo porque decidí ir al instituto sin oponerme, y por esa razón vino a acompañarme—Te vendremos a buscar a las tres.

—Les dije que no era para tanto—Digo, saliendo del coche, Dilan y Dorian se despiden, dejándome en la entrada. Para que se repita el mismo ciclo de ayer—No puedo creer que esté haciendo esto.

—Al menos no tienes tanto miedo como ayer—Trata de verle el lado positivo Caín, pero no ayuda en nada.

Porque lo malo ni siquiera ha comenzado.

Camino por los pasillos ignorando a la gente, me acerco al casillero, saco los libros correspondientes tratando de salir y enfiló hacía la clase

Pero algo me detiene llegando al salón, siento como algo frío toca mi camisa y me empapa por completo, bajo la vista a mi camisa, y luego miro hacía adelante, hay varios chicos frente a mí, riéndose, uno de ellos tiene un vaso extendido hacía mí, por el olor de la sustancia en mi ropa, podría jurar que es...

—Oh, lo siento, pero como ya estás acostumbrada a estar cubierta de leche imagino no te importa—Se burla el chico, y un segundo después todos a mi alrededor estallan en carcajadas que no cesan. Miro a los lados, sintiendo como se me cierra la garganta, y me asfixio, no me deja pensar con claridad—¿Qué pasa, putita? ¿Vas a llo...

No le permito terminar la frase, mi mano se estrella en su mejilla, volteandole la cara. Los ojos del chico destellan, y con la misma fuerza que lo golpeé, me empuja, haciéndome caer.

—Ni se te ocurra volverme a tocar con tus sucias manos, asquerosa puta—Me dice, iracundo, me escupe en el rostro y pasa a mi lado con rapidez. Ahora no hay carcajadas, solo murmullos.

Me trago la rabia, y de paso la impotencia, porque por mucho que quiero quitarle la sonrisa burlona del rostro en este momento, tengo que tranquilizarme si quiero encontrar a Beatrice.

Me levanto, y la campana suena, rápidamente los alumnos empiezan a transitar el pasillo, me golpean y empujan seguido, evitando que llegue a la puerta. No me da ni chance de cambiarme, lo que ocasiona más burlas cuando entro al salón a ojo de todos. La profesora de geografía está en la pizarra, me observa de arriba a abajo y remeda una mueca de asco.

—Llega tarde, señorita Stallone—Me dice, yo paso la mirada hacia el reloj, incrédula. Apenas y han pasado cinco minutos desde que sonó la campana.

—Pero profesora...—Trato de refutar, pero ella me interrumpe.

—Nada de peros, quiero que sepas que bajo ninguna circunstancia tenemos tratos especiales con los alumnos, tu solo eres una estudiante más—Me recalca mi situación, haciendo que me hierva la sangre—Ahora ve a sentarte, interrumpes la clase.

Asiento y me voy a sentar, no me fijo en algún rostro en específico, solo se que todos y cada uno de los alumnos me observan, para colmo, el único asiento que está libre es en la primera fila, tomó asiento, y escucho como los pupitres a mi lado ruedan, y no necesito siquiera mirar para saber que se están alejando de mí.

La profesora empieza la clase, y así comienza mi infierno.

Trato de prestar atención a lo que ella explica, pero me es imposible, cada tres segundos me lanzan bolas de papel, o me susurran algo, y mientras más pasa la clase, más se intensifica el acoso.

—¿Alguien sabe quién es el presidente actual de Rusia?

Mágicamente la clase hace silencio.

La profesora reitera—¿Nadie?

CAÍN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora