Capitulo 34.

355 54 5
                                    

—Ada, este es el último día, después podemos encerrarnos en tu habitación todo lo que nos dé la gana.

Por primera vez veo al ruso portando un traje, pensé que lo único que había en su closet eran chaquetas de cuero y pantalones de lana. Pero el saco de color gris que está usando ahora me responde que no. Y no puedo evitar pensar que así se ve más imponente que con la ropa de cazador.

—¡Jodete Kael Sciorllina!

—¡Sí me voy a joder será contigo!

Es mi noveno día aquí, y puedo decir con toda la confianza del mundo, que los últimos días que he pasado han sido un completo martirio. A mi anfitrión no le importa lo mas mínimo mi opinión, me ha arrastrado por media Rusia junto a él, hemos visitado más de 20 bares y prostíbulos que son de su propiedad y mientras él hace negocios yo me quedo sentada junto con toda la gente en los bares mirándome, preguntando si soy de su propiedad.

—¡¿No hiciste que me humillara lo suficiente ya desgraciado?!

El ruso me responde con un gruñido—¡Te dije que este es el último día, Ada!

—¡Déjame aquí! ¡¿Por qué tengo que ir contigo?!

Él aprieta la mandíbula, pero no me responde, haciéndome saber que no tiene más respuesta que su propio narcisismo.

—¡No puedo dejar que te quedes aquí sola!

Señalo a mi guardaespaldas, que está observando todo desde una esquina en absoluto silencio. No parece querer entrometerse en una pelea entre los cabecillas de dos clanes.

—Tyron está aquí.

Kael enarca una ceja, sin dignarse siquiera a mirar al americano, solo se limita a cruzarse de brazos.

—Ya te dije que no.

—¡Pues no movere un músculo!

El ruso frunce el ceño, justo cuando parece cruzarle una idea por la cabeza, y antes de darme cuenta, ya me ha hechado al hombro como un saco de papas. Lo golpeó en la espalda, pero no parece inmutarse sigue su camino hacía afuera, Tyron se encoge de hombros y nos sigue, mientras Kael pasa por los pasillos hacia la escaleras.

—Creeme, hoy iremos al sitio más importante que poseo.

Me río de forma irónica—Como si me importará un comino.

Kael me da una fuerte nalgada, mientras deja escapar una carcajada—Tiene que importarte.

—¿¡Por qué habría de importarme cabrón!? ¡¿Y como se te ocurre golpearme?!

Él sigue riéndose mientras camina hacia la camioneta blindada. Escucho a lo lejos la risa de Tyron.

***

Mi guardaespaldas está en el asiento del piloto, mientras que Kael y yo estamos sentados en la parte de atrás, yo miro por la ventana mientras él revisa su teléfono. Llevamos más de una hora en el auto y no hemos hablado desde que me dió esa nalgada.

—¿Siguen con la misma producción que siempre?—De pronto rompe el silencio, yo lo miro de reojo—Porqué pareciera que han aumentado bastante la producción.

Tyron me observa por el retrovisor con los ojos muy abiertos. Se lo que está pensando, yo no revelo los secretos de mi negocio con nadie más que Dorian. Pero el ruso parece tener informantes en algún sitio.

Sea como sea, creo que será mejor seguirle el juego, a ver si me revela algo del CMB-9. La semana que ha transcurrido no me he encontrado con muñecas sirvientes en sus prostíbulos y eso me indica que aún no han empezado a usarlo en masa.

CAÍN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora