Capitulo 35

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—Ada, acaso... ¿No lo recuerdas?—Pregunta estupefacto, poco a poco su agarre pierde fuerzas, y termina siendo él quien se aleja.

—¿Recordar qué exactamente?

Su mueca consternada cambia a una sonrisa, Kael se pasa la mano por el cabello y ríe.

—Claro, era obvio que no lo ibas a recordar, de verdad que soy un completo imbécil —En un segundo su sonrisa se vuelve una mueca, el puño del ruso se estrella contra la pared, con tanta fuerza que tiembla un poco—Soy un maldito imbécil.

Observo su mano, notando que se ha lastimado en medio de su rabieta. Me gustaría poder entender la furia del ruso, pero está es otra cosa que olvide y debo recordar a toda costa.

Mi perdida de memoria me confunde. Pensé que el rompecabezas de mi pasado estaba armado a la perfección, pero ahora me doy cuenta que no lo estaba viendo de forma panorámica y hay demasiados huecos en mi memoria que corresponden a hechos muy importantes de mi vida. Y lo peor es que ni siquiera se que ocasiono esta amnesia la cuál presentaba sin siquiera haberme dado cuenta.

Pese a que mi sentido común me dice que no debo acercarme a un hombre que tiene la fama de partir cuellos con sus manos, la muñeca sangrante de mi anfitrión no me permite quedarme de brazos cruzados. Me quito la chaqueta y me acerco a Kael con pasos firmes, con una seña le pido al ruso que me enseñe su mano y mientras la inspecciono, le pregunto.

—¿Qué se supone que es lo que debo recordar, Kael?

Él deja escapar un bufido y me responde de forma cortante—¿Qué diablos te ha de importar? Si lo olvidaste en primer lugar?

Razgo la chaqueta de cuero y con un pedazo empiezo a vendar su herida, el ruso evita mirarme directamente y prefiere observar la pared.

—No es por excusarme, pero últimamente he caído en cuenta que he olvidado muchas cosas de mi pasado, no solo lo referente a tí.

—¿Qué no recuerdas?

Termino el vendaje y me cruzo de brazos frente a él.

—Aparentemente, quería asesinar a mi padre y trate de suicidarme, pero no puedo recordar porque.

Él mantiene su expresión seria, al parecer tratando de descifrar si miento o no.

—Deberias ir a un médico, tal vez te golpeaste la cabeza.

—Puede ser...

Kael me toma del brazo sin previo aviso—Bueno, no importa, vamos a otro lado.

Yo lo detengo, y antes de que pueda decirme algo, señalo a la chica que yace al fondo de la habitación.

—¿Cuánto quieres por ella?

Él enarca una ceja—¿Qué te hace pensar que esta en venta?

—¡Oh, por dios! ¡Solo di cuánto maldito dinero quieres! ¡Dijiste que era demasiado agresiva para los clientes!

—Sí, pero eso no significa que no me haga dinero, hay gente muy enferma en este mundo Ada, y al parecer hay hombres a los que le gusta la adrenalina de pensar que tu pareja te puede asesinar en cualquier momento —Se encoge de hombros, su sonrisa ha vuelto —Ademas de que no quiero que pienses que te voy a vender mi negocio por dinero.

Se bien por donde va ésto—Habla, ¿qué es lo que quieres?

Kael se cruza de brazos, al parecer disfrutando todo esto, su labio está un poco hinchado, pero aún así no deja de parecer guapo e imponente.

—Has tu oferta princesa, demuéstrame cuánto quieres a la loca.

—Te doy un beso por ella.

Él se burla—¿Un maldito beso? ¿Crees que soy un adolescente que se conformara con un miserable beso? Lo mínimo que acepto es que me hagas un oral.

CAÍN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora