Capítulo 29

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Cinco años después.

Narra Ada.

—¿Podemos acabar con esto ya?

—No sea impaciente querida.

La ira se me sube a la cabeza, a la par que las maquillistas se acercan a mi mientras le dan un toque final al maquillaje, apreto los dientes y las observo con odio, automáticamente salen de mi vista, dejándome de frente con el fotógrafo, que está buscando el ángulo perfecto para tomar la foto.

—Se supone que es una campaña para promocionar maquillaje, ¿qué tanto haces?—pregunto, hastiada de las luces.

—Mi querida Ada, necesito tener el ángulo perfecto para sacar a la luz todos los encantos celestiales que tienes, pequeño ángel—Explica, moviendo la cámara al lugar original que estaba, haciéndome cabrear—Creo que este es perfecto.

Escucho una risa en mi cabeza—¿Ángel? ¡Jah! Eres todo lo contrario a uno.

Apreto la mandíbula, tratando de aguantar las ganas de mandar al infierno al ser que me atormenta.

—¿Qué sucede angel? necesito que estés relajada para esta foto y te notas demasiado tensa para esto—Habla el hombre de uno 40 años, alejándose un poco de la cámara—¿Quieres que te de un masaje en los hombros?

—Te toca y lo haré ver sus más oscuras pesadillas.

—Concentrese en tomar las fotos Julián.

Él se siente ofendido, pero sabe ocultarlo, mientras empieza a tomar las fotos, y yo a cada flasheo reitero mi profundo odio contra la persona que me obligó a convertirme en una payasa corporativa.

"Si de verdad quieres hacer las cosas bien, necesitas una coartada decente, a menos que quieras volver a ser encerrada"

Las palabras de Dorian se repiten en mi cabeza una y otra vez, y el tono burlón y despreocupado que usa me hace arder las mejillas. Aún no puedo borrarme de la cabeza la sonrisa insidiosa que tenía el primer día que modele para una campaña promocional muy importante. Estaba llena de odio contra él por  orillarme a convertirme en modelo, el mundo de la espectáculo es una de las tantas cosas que odio.

—¿Qué cosas no odias, niña?

—Ten por seguro que a ti sí —Murmuro, el demonio en mi interior es cada vez más irritante.

Te reto a que lo digas mientras tengo mi cara entre tus piernas.

Malnaci...

El fotógrafo me interrumpe
—Terminamos por hoy, Ada—el sarcasmo se le sale por los codos lo que me hace sentir náuseas, la que debería estar enojada soy yo.

—Lo mismo digo, Julián —Hablo irónicamente —Estoy tan feliz que casi se me quitan las ganas de que me pase un camión por encima.

El fotógrafo se larga el estudio con los encargados de el mantenimiento, respiró hondo. Lo único que me da paz es el saber que me queda poco tiempo en esta tediosa ciudad.

La universidad la culmine hace ya varios meses, mi título en administración de empresas está colgado justo al lado del título de bachiller que me dieron después del incendio del magno, el cual todavía no se esclarece, la policía sospecha que fue provocado pero no tienen ninguna prueba de ello.

Hubo cierta cantidad de alumnos y profesores que lograron escapar del incendio pero escucharon razones y decidieron mantener silencio sobre lo que vieron ese día.

Los que no oyeron razones no fueron tan afortunados.

—¡Ada! ¡Es hora de irnos!—Grita Ashlei, mi asistente personal, una molesta chica de 28 años de origen latino que grita por todo— tienes la entrevista dentro de 25 minutos y no creo que lleguemos a tiempo por el tráfico.

CAÍN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora