Capitulo 2.

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  Despertar de nuevo en la alcantarilla me hizo creer que todo había sido un sueño estúpido, pero apenas y pasaron unos segundos, Caín se manifestó frente a mí, con su sonrisa de oreja a oreja, helando mi sangre.

—¿No te piensas levantar?—Pregunta, con falsa inocencia. Mi tobillo esta morado, es obvio que no puedo siquiera moverlo y este hijo de puta solo quiere molestarme—¿Entonces como planeas salir de estás asquerosas alcantarillas, ah? ¿Planeas llenarte más de excremento humano mientras te arrastras como una rata en estos ductos?

Con cada palabra saliendo de su boca, mi dolor de cabeza aumenta, y al parecer al muy maldito le gusta que yo este sufriendo de manera interna, podía íntuirlo, sus ojos chispean con diversión.

—Te ordeno que me saques de aquí.

Él niega con su largo dedo, sus uñas son afiladas—Eh-eh, ¿Las palabras mágicas cuáles son?

—Ah, no sé, ¿Por favor?—Espetó con sarcasmo, él vuelve a negar—Te ordenó que me lleves a la superficie, Caín.

Sus pupilas parecieron afilarse más, lentamente pasa su lengua por sus labios y cuando me doy cuenta, estoy en sus grandes brazos, arriba de un edificio, la brisa golpea con fuerza nuestros cuerpos, pero Caín parece impune al ventarrón, mira el horizonte con aires de grandeza, como si quisiera destrozar el mundo pedazo a pedazo. Yo estoy mareada, tengo que acostumbrarme a lo que sea que esté ser haga.

—Este lugar sigue igual—Dice, yo entorno los ojos hacía él, en ese momento parece que se acuerda de mí, porque baja la mirada y me regala una de sus maquiavélicas sonrisas, lo peor es que este tipo me sigue pareciendo condenadamente guapo—¿Qué hacemos ahora?

Suspiro con cansancio, antes de sonreír—Avisarle al enemigo que estoy aquí.

***

No imaginarán el revuelo que se formó con mi aparición. Las personas estan histéricas, el FBI y la CIA se pelean por mi custodia, pero la policía romana no se los permitió, y terminé en una celda con tres policías italianos.

Apenas y pise el hospital, cuando me reconocieron, llevo tres días desaparecida, en los cuales el imperio Stallone ha estado en crisis. Pero no por esa razón estoy con el culo en un fría silla, frente a una mesa de metal brillante, con una estúpida lámpara iluminando mi rostro, es porque hay unos policías siguiéndo las pisadas a la mafia Italiana, y sospechan de las conexiones de mi padre con ella.

Ni siquiera me muevo en lo más mínimo, solo miro la mesa, sin ningún tipo de expresión. Cierta persona me llevó al hospital, y desapareció por completo, llevo una hora aquí, y él no ha dicho o hecho algo para sacarme de este lugar, y me empieza a molestar su indiferencia.

—Bien, señorita Stallone, va a decir algo en su defensa, o esperará a que formulemos las preguntas—Pregunta el que estaba recostado de la pared, con humo de cigarrillo saliendo de su boca. Parece el más joven, de cabello oscuro, bien peinado y con barba recortada, no tiene el uniforme, solo un traje de color azúl oscuro con el escudo de la policía. Un detective, a leguas se ve—¿Acaso tiene traumatismos en la lengua o qué?

—Dejala, Junes, solo tiene 17 años, no sabemos que clase de horrores vió—Le dijo el jefe de policías, David Trocceti, un hombre alto, de cabello canoso y bigote abundante—Vamos a esperar a que la psicóloga y el abogado lleguen.

Joder, me llamaron a un abogado, esa rata me querrá joder por el dinero de mi herencia. Será un problema si quiere que confiese algún maldito secreto de la familia, les juro que incendiare su tracero. Tengo que pensar algo lo suficientemente creíble para saltarme el interrogatorio, porque a alguien parece que no le importa lo más mínimo salvarme.

CAÍN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora