Capitulo 26

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Solo, solo, solo.

¿Creen que la soledad infinita es capaz de enloquecer a alguien?

Si es así, ¿Cuánto tiempo es capaz de aguantar una persona antes de sucumbir en la locura absoluta?

Llevo decenas, tal vez cientos, no, miles de años rodeado de oscuridad infinita, preso por cadenas de orgullo, obligado a padecer en el frío infierno toda la eternidad por un pecado.

Uno que no cometí.

Pero eso no importa, pasaré toda mi inmortal vida en el infierno, solo sin tener un solo bocado de lo que los humanos conocen como felicidad.

O eso pensaba hasta que la conocí a ella.

Hasta que conocí a Ada Stallone.

Al principio nuestra conexión fue algo furtiva, pero a pesar de haber pasado de un segundo a otro, pude sentir como la nada que me rodeaba se volvía brillante y tomaba color y forma, tomaba la forma de una pequeña niña arrodillada en una esquina sucia y bastó con escuchar esa suave voz que me llamaba, por primera vez en cinco mil años, no solo una, sino tres veces.

Caín.

Caín.

Caín.

Bastó para recuperar la esperanza que había perdido en todos los años, que pase encerrado, volvió al escuchar la suave voz de una chica de 17 años, a la cuál le habían arrebatado su familia, sin posibilidad de poder defenderse, estaba sola y herida, a través de su llamado, pude sentir su desesperación y su odio.

Odio hacia el ser que la condenó a pagar por un pecado que no había cometido. El mismo que me condenó a mí una vez.

¿Coincidencia? Quizás, pero más allá de eso, creo que fue el destino el que nos unió a ambos, nuestro odio y sufrimiento ayudo a que la invocación fuera certera, sin necesidad de un ritual o un sacrificio, logramos lo que nadie más. O al menos, Ada lo logro.

Una niña increíble sin duda, formó una conexión tan grande que fue capaz de darme la fuerza necesaria para escapar de mi cautiverio, romper el sello y bajar de nuevo a la tierra. Todo se lo debo a ella, y no sabe de que es capaz si se lo propone, ella fácilmente podría llegar a la cima de la humanidad sin mí ayuda.

No necesita de mi ayuda.

-Lo siento niña-Murmuró, al ver que la puerta frente a mi vibra. Alguien va a entrar y no tengo fuerzas para defenderme, el sello se ha reactivado y ahora absorbe toda mi energía-No podre ayudarte por ahora.

Una luz me ciega momentáneamente, cierro los ojos maldiciendo no poder restregarlos por las cadenas, ya que me arden de forma inimaginable. Claro, después de unos 200 años sin ver directamente el brillo de un ángel, obviamente me dolerá.

Cuando me acostumbro un poco al brillo lo observo, estoy seguro que es joven, su rostro no tiene ni el más mínimo rastro de las cicatrices de la antigua Gran guerra. Así que tiene que ser de este milenio.

Ese viejo de mierda sigue creando más.

-Tú, asqueroso ser de las tinieblas, ¿Osas liberarte de tu yugo eterno?

¿Por qué habla así?

Ah, ya sé.

-Mira, se que llevas 235 años sin quitarte de al frente de esa puerta, pero te informo que nadie habla así en este siglo.

El ángel es de cabello castaño rubio, su tamaño es promedio, mucho más delgado y pequeño de lo que son los angeles mayores, y su rostro femenino es tan perfecto que me da nauseas, no tiene una sola imperfección para sacar a relucir.

CAÍN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora