Capítulo 24

535 85 20
                                    


Narra Dorian.

Ada se desploma frente a mí, su cabello negro esta desordenado y debido a su posición, tengo un vistazo de su ropa interior de algodón sencillo, dejo escapar un suspiro. No entiendo como está chica despues de sufrir ese calvario, ha podido mantener en pie (aunque a creces) el imperio que lo padres de Adam se esforzaron por levantar.

Solo tiene 17 años.

Corrijo, 18 años recién cumplidos.

Fijo mi mirada en Dilan, que observa con demasiada atención a Ada, su boca tiene un color rosado poco natural, el color también se esparce fuera de sus labios de forma dispareja, el lápiz labial de Ada que se quedó en él cuando ella lo beso de forma desenfrenada.

—No deberías darle tanta importancia, eran las hormonas actuando a la par con el alcohol—Le recuerdo, sus mejillas se tiñen de color rosaceo de forma chistosa, me sorprende que haya algo que lo pueda hacer sonrojar, pero ese rubor se dispersa, dejando solo una mueca—No me digas...¿Acaso? Ella no te recuerda aún.

Dilan apreta la mandíbula, automáticamente se da la vuelta y enfila hacia el pasillo que da a las escaleras, tratando de huir de mí.

—Oh, no te pongas así, ¿Qué iba a saber yo que aún no te recordaba?—Hablo, siguiéndolo de cerca, él empieza a deshacerse del saco que tiene encima—Bueno, la verdad es que es comprensible, cambiaste mucho, inclusive te pintaste el cabello de castaño.

—¿Y eso a quién le importa? ¿A quién le importa que una mocosa engreída me recuerde?—Berrea, bajando las escaleras de dos en dos, trata de poner toda la distancia posible entre ambos, pero no sé lo permitiré, no de nuevo—Es más, me importa una mierda lo que le pase o lo que haga, ni tratándola como antes logro recordarme.

Eso llama mi atención.

Lo tomo de los hombros y le doy la vuelta, obligándolo a mirarme. Sus ojos se encuentran con los míos y siento un extraño dejabu.

—La oíste ¿Cierto? Estaba consternada por más que trata de comportarse de forma desinteresada, esto la está afectando.

—Estaba ebria.

—Eso no quita que lo que sienta sea verdad—Le respondo, sus ojos se oscurecen y por un segundo creo que llorara—Te lo dije desde el principio, ella necesita un apoyo, tal vez no te recuerde, pero aún así debes estar para ella, no importa si no es como un hermano mayor, Ada está pasando por un momento en el que sus sentimientos y hormonas están susceptibles, úsalo a tu favor, pero no dejes que cometa el mismo error que Adam.

Dilan murmura un par de maldiciones y lo veo irse a la cocina, cuando él desaparece tras la puerta, la de la recepción se abre, dando paso a Robert que está siendo seguido por tres hombres. Sus fachas me indican que son de la banda que recientemente Ada disipó a la fuerza y unió a sus filas.

Poco a poco se hace más fuerte esa pequeña.

—Traje lo que la señora me pidió—Habla Robert, haciéndose a un lado para dejar ver a un joven de piel oscura, no más viejo que Dilan, sosteniendo un maletín negro—Era el asistente de José Gregorio.

Lo observo de forma despectiva—Tu nombre.

—No seguiré órdenes de un viejo, yo sigo a la sexy fiera que tuvo las bolas para matar a José Gregorio—Habla en perfecto italiano aunque no parezca nato de aquí. Bueno, entre tanta tinta y perforaciones es imposible saberlo. Le conté encima más de 4 armas y lo que parecen ser dos navajas—¿Dónde está ella? Me urge presentarme ante mí señora.

Mia signora

Siento escalofríos al escuchar como le dicen. De seguro esto le encantará a Ada, pero a mí no me gusta que se refieran a ella de esa forma.

CAÍN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora