^Capitulo 15^

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Sus ojos estaban cerrados, tapados a la vez por sus propios brazos, sin dejar ni el más pequeño rastro de luz llevar a él

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Sus ojos estaban cerrados, tapados a la vez por sus propios brazos, sin dejar ni el más pequeño rastro de luz llevar a él.

Sumido en la oscuridad, en la completa soledad, tan solo él y sus pensamientos, ruidosos y molestos.
Se sentía ahogado en un vaso de sus propias lágrimas, algunas de tristeza, algunas de desesperación, otras de odio hacia sí mismo... ¿Qué esperaba que pasara? ¿Qué Chile aceptaría sus sentimientos con los brazos abiertos?
Supo desde el momento que dio un paso más hacia él que no ganaría nada con confesarse, y sabía desde hacía años que Chile no compartiría sus sentimientos.

¿Entonces qué esperaba?

Tan solo incomodó al contrario y se hirió a sí mismo.
¿Para qué? ¿Para confirmar lo que ya sabía?
Idiota... Esa era la mejor manera de describirlo...

- Wey -

Corrió los brazos de sus ojos al oír esa conocida voz, la luz bañó su visión, obligándolo a parpadear varias veces para acostumbrarse a la luminosidad del ambiente.
Estaba acostado en la cama, no sabía qué hora era, pero las estrellas en el cielo nocturno se podían ver tras la ventana.
A su lado, también acostado, estaba México... El norteamericano había estado buscando al viejo compañero de habitación de Argentina solo para cambiar llaves y poder estar con él.

Después de todo, su amigo estaba pasando por un mal momento, claramente pensaba hacer lo necesario para acompañarlo.

Aún que, claro, llevaban diez minutos allí juntos y el argentino se había mantenido en completo silencio...

- ¿No quieres... hablar de lo que pasó? - Sugirió el mexicano, apegándose un poco más a su compañero

El bicolor se dió un momento, como si procesara la pregunta... Tan solo respondió con un suspiro y un encogimiento de hombros, mirando al techo del lugar como si fuera lo más interesante que había visto jamás.

- ¿Que querés que diga? - Preguntó con sinceridad - Me rompí el corazón solo como un pelotudo y ahora me odio - Soltó con una ligereza, casi como si no fuera importante

Más México conocía bien la manera de hablar de su amigo, y aquello que había dicho lo decía con quizá más sinceridad de la que él mismo se daba cuenta.

- Ey... No ¿Por qué? - Preguntó, mientras rodeaba con sus brazos al menor con la mayor delicadeza posible

Por un momento se preocupó al sentir el cuerpo contrario tensarse.
Quería brindarle calidez, no incomodarlo...
En el segundo en el que amagó en soltar, Argentina se acurruco un poco más contra él.
La simple imagen de el argentino pegado a su pecho, respirando tranquilo como si el mexicano le hiciera sentir seguro, haciéndose más pequeño solo para apegarse mejor... causó una reacción extraña en él.
No era algo que pudiera explicar realmente... Tan solo sentía su corazón ir más rápido de lo normal, a la vez que una sonrisa escapaba de sus labios sin siquiera notarlo.

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