~Prologo~

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Me gusta escribir prólogos, ah-

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Un pequeño niño caminaba tranquilamente por un gran bosque verde, no pensaba en nada en especial, se concentraba en escuchar todo lo que lo rodeaba, como el sonido de las hojas de los árboles chocar entre si por la suave pero notoria brisa o el murmullo de un cercano arroyo.
¿Que tan pequeño era el niño? Te preguntaras, pues unos nueve años, a pocas semanas de cumplir diez. Nueve años, y aún así se conocía aquel bosque como la palma de su mano, podía ir y explorar para luego volver a casa sin ninguna complicación. Pero ¿Como podría no conocerse el bosque de memoria? Después de todo, era el lugar donde más tiempo solía pasar, el pequeño en esos momentos no tenía muchos amigos, y no le gustaba mucho estar con su padre, así que normalmente se escabullía de su casa para ir a aquel lugar lleno de vegetación. A veces le gustaba sentarse y mirar al cielo, de vez en cuando solían pasar algunas águilas, como aquella que tenía pintada en medio de su cara.
El pequeño dejó de caminar al notar como unos arbustos cercanos a él se estremecían, ¿Acaso alguien lo estaba siguiendo? El niño posó su mirada en aquella planta llena de hojas por unos segundos antes de sonreír.

-Plata, se que estás ahí, deja de esconderte- Rió levemente el mexicano

De detrás del arbusto asomó una pequeña cabeza celeste con una gran franja blanca en el medio y, en el centro de esta, un sol amarillo que parecía estar mirando directamente a tu alma. Estaba usando un buzo azul claro con las mangas blancas.
El de tez celeste salió de su escondite y corrió hacia el mayor. En esos momentos el argentino no tenía nada más de ocho añitos. Miró a su amigo y le sonrió, mostrando ese pequeño hueco donde se le había caído un diente.

-¡Hola Mex!- Saludó con emoción -Estaba paseando y te ví y empecé a seguirte- Rió

-¿Estabas intentando asustarme otra vez?- Preguntó el tricolor con una ceja levantada

-¿Yo? Noooooo- Respondió con sarcasmo el albiceleste

Ambos rieron por una rato, al calmarse, el del águila le ofreció su mano al menor, que la tomó con gusto, y siguieron caminando, solo que ahora tomados de la mano.
Argentina, o "Plata" como al otro le gustaba decirle, era uno de los pocos amigos de México, de hecho, se podría decir que eran mejores amigos, pasaban mucho tiempo juntos y se tenían mucho cariño el uno al otro. Juntos exploraron el bosque entero, o por lo menos parte de este, habían escalado cada árbol y cruzado cada arroyo que se encontraban, incluso una vez cuidaron en secreto de un pequeño conejo que habían encontrado lastimado.

-Y... ¿Qué hacías vos?- Cuestionó el pequeño ojiverde

-Pues... estaba llendo al arroyo que está por aquí- Respondió el más alto mientras señalaba más adelante con su pequeña manita - Ya sabes... pensar, aburrirme un poco - Continuó mientras se encogía de hombros - ¡Pero va a ser mucho mejor ahora que tú estás aquí! -

El tricolor mostró una amplia y hermosa sonrisa al del sol, este otro lo abrazó con cariño y le besó la mejilla, tan solo como amigos, pero pareciera que un tercer país no pensaba igual, un tercer país que los espiaba escondido y soltó una gran carcajada mientras se revelaba.

-¡Gays!- Se burló el ruso de once años mientras señalaba al cariñoso par

Argentina soltó a su amigo rápidamente con un leve sonrojo en las mejillas, desviando su mirada directamente al suelo, el mexicano, por otro lado, se cruzó de brazos mientras veía con enojo al de mayor edad. Porque con esa edad y en esas épocas eso era lo que "Gay" significaba... era un insulto, una ofensa, algo mal visto, incluso cuando no era nada malo.

-¡No somos gays! Tan solo somos amigos- Se defendió el del águila

-Sí claro - Respondió sarcástico el hijo del sovietico - ¡No puedes ser tan cariñoso con un hombre si solo son amigos!-

México pensó con rapidez, miró a su amigo, este seguía con la vista clavada al suelo, avergonzado. El pequeño tenía que buscar alguna manera de librar a ambos de esa vergüenza, alguna manera de responder a ese "Insulto", no podía dejar que el euroasiático se saliese con la suya, quizá se lo diría a otras personas y empezarían a burlarse de la cariñosa pareja. Fue entonces cuando se le ocurrió...

-¡Es mi hermano menor, enfermo!- Le gritó

Rusia se quedó congelado, Argentina se quedó congelado, México solo esperaba que el mayor le creyera.

-N-No lo sabía...-

-Así es- Lo interrumpió el norteamericano mientras volvía a abrazar al menor de los tres - Somos cariñosos porque somos hermanos, pendejo-

-Méx...- El argento tiró de la remera de su "hermano", llamándole la atención -Porfa, vamos a casa...- Dijo, siguiéndole el juego al mexicano, pues ellos dos no vivían juntos

México volvió a tomar la mano del chico para alejarse del tercer país allí. El platense miró para atrás, una vez se aseguró de que estaban lo suficientemente alejados del eslavo, suspiró y miró al mayor.

-La verdad... me gustaría ser tu hermano- Sonrió al mexicano

El contrario pensó por unos segundos, luego se detuvo bruscamente, llamando la atención del de ocho años, sus ojos color miel brillaban, se sentía un genio por la idea que acababa de tener.

-¿Y por qué no?- Sonrió con expectación

El menor giró su cabeza con confusión, ¿A que se refería su amigo?

-Quiero decir... a mi me gustaría ser tu hermano también- Empezó a explicar -¿Por que no simulamos que lo somos? Podemos decirle a cada persona o país que conozcamos que somos hermanos, Rusia se lo creyó, no veo por qué el resto no-

Argentina se lo pensó por unos segundos y sonrió ampliamente.

-¡Dale!- Respondió simplemente

Los dos jóvenes jugaron y exploraron el bosque por lo que quedaba de día, hasta que comenzó a obscurecer y el de tez celeste tuvo que volver a casa.

Y así ambos países crecieron, convenciendo a cada persona que conocían de que eran hermanos. Siendo inseparables y siempre tan cariñosos como antes.
Tantos años pasaron que ya todos creían saber el tipo de relación que tenían los dos latinos, hermanos. Incluso Uruguay, el verdadero hermano de Argentina, que mientras esto pasaba no tenía más de un año, creía ser él también hermano del mexicano.
Incluso la propia ONU creía esto, y en sus archivos privados, México y Argentina figuraban como hermanos.
Todos sabían de este supuesto lazo familiar entre el norteño y los dos sureños, y nadie podría convencerlos de lo contrario.
Solo dos países sabían la verdad, México y Argentina.
Se ve como algo inocente, algo que no dañaría a nadie ¿Verdad? Pues no, porque de ese gran cariño, de ese sentimiento de amistad, puede florecer el amor, ¿Y quien aceptaría el amor de dos hermanos? Así es... Nadie.

Hermanos de corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora