^Capitulo 26^

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Entre bostezos y parpadeos de ojos ardiendo por el cansancio, Argentina trataba de envocar los botones en los agujeros de su camisa, aunque la situación se mostraba como una misión imposible puesto que el reflejo del espejo parecía nunca quedarse quieto.
Aunque, bueno... lo más probable era que fuera un producto a causa de la falta de sueño que estaba experimentando.

Suspiraba y se insultaba a sí mismo, pensando que quizá no había sido una buena idea desvelarse con México la noche anterior... pero luego recordaba lo ocurrido, desde lo tierno del inicio hasta lo pasional del final, y no podía evitar soltar una sonrisilla.

Realmente estar al lado de su pareja valía todas las noches de sueño perdido que pudiera aguantar, puesto que juntos ya vivían el mejor sueño que podían desear.

Eso sí, el cansancio no se los sacaba nadie.

Era una linda mañana aquella, una en la que México y él tuvieron la oportunidad de observar los primeros rayos del sol colárseles por la ventana casi como si trataran de espiarlos a ellos específicamente, en un ataque de celos compitiendo para ver cuál de ellos podía generar más calidez.
Todavía existía en su mente la posibilidad de hacerse los enfermos y saltearse esa reunión salida de la nada, así podrían pasarse un día más acurrucados entre los brazos contrarios y conectando como enredaderas enredadas entre sí, que sus cuerpos se entrelazaran de maneras cómodas solo para ellos dos y que, incluso con los ojos cerrados, pudieran visualizarse unidos, como debían estar.

Pero tampoco valía la pena meterse en problemas si esa reunión era importante...
... O quizá...

- Pero que bonito está el amor de mi vida - Canturreó la voz del mexicano llegando a sus espaldas

Argentina dejó sus desconcertantes botones para ver a su pareja por sobre su hombro, incluso despeinado, ojeroso y levemente babeado, México seguía siendo increíblemente atractivo a sus ojos... ¿Cómo no sonreír al verlo? Si le abrumaba la suerte que tenía de ser capaz de escucharlo nombrarlo por esos apodos.

El mexicano lo abrazó lento por la espalda, suspirando cuando apoyó su cabeza sobre el hombro del sureño, aprovechando esa situación para abrocharle bien los botones de su camisa.

- Wow ¿Me estás vistiendo? Normalmente es lo contrario - Bromeó el argentino con tono burlón

Aunque tampoco podía quejarse ni burlarse de nada cuando le daban esos mimos tan bonitos en el torso.

- ¿Es un reclamo? Porque si quieres... - Ofreció el contrario, asomando de sus labios una sonrisa pícara

El argentino entre sonrisas puso los ojos en blanco.

- Dame tiempo che, apenas pasaron unas horas de la última ronda, no podés estár tan necesitado todo el tiempo - Le reprochó con un chasquido de lengua, haciéndose el irritado como si no se derritiera por dentro con cada roce de las manos mexicanas

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