^Capitulo 22^

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Ya habían pasado tres días en los que despertaba junto al hombre que tanto amaba y juraría que no era capaz de cansarse.
Cada vez que lo miraba, ese sentimiento de amor y felicidad se renovaba en su corazón.
Odiaba que ese momento no fuera eterno, no quería volver al mundo real y enfrentar los problemas que esa relación conllevaba, quería ser feliz ¿Por qué se lo negaban?

De cualquier manera se recostó boca arriba mierando al techo y dejó al argentino dormir tranquilo, con el inicio de la relación les venían días complicados, mejor dejarlo disfrutar antes del drama.
No podía creer la suerte que había tenido, incluso si todavía no estaba muy seguro de cómo etiquetar esos sentimientos, estaba feliz. Tan malditamente feliz.
Era como vivir en un sueño, tiempo atras había creído que estaría solo para siempre, pues nunca había sentido nada especialmente serio por nadie y aquella sensación se iba rápidamente, se había mostrado esperanzado frente al argentino para no preocuparlo, pero la verdad era que ese miedo nunca desapareció...
A veces se ponía a pensar si algo así no se repetiría con Argentina... le saba miedo despertar un día y descubrir que ese sentimiento ya no era tan fuerte como antes... pero si profundizaba un poco terminaba llegando a la misma conclusión: Años había pasado a su lado y con el tiempo el amor que le tenía no hacía más que crecer.

Desde chiquitos, cada vez que lo miraba su día mejoraba, era como un radiante rayito de sol iluminando su corazón y llenando su pecho con grata felicidad que amenazaba con explotar a modo de mimitos y abracitos.
Fueron creciendo y nada cambió, seguía mejorando su humor cada vez que lo miraba y seguía con ganas de comerlo a besos cada vez que lo tenía cerca, solo que a ese punto ya había perdido la fuerza para controlar el impulso.

Solo tenerlo a su lado le aceleraba el corazón.

Lastima que su ensoñación fue rota por la sorpresa de una llamada que no esperaba, tomó su celular y leyó con algo de confusión el nombre en la pantalla.

- Buenas Chilito - Saludó de buen humor

- Hola, Mexi - Respondió el chileno, su voz estaba cargada de emoción, como si tan solo escuchar su voz le pusiera así

- ¿Que pedo? ¿Cómo estás? - Preguntó mientras se sentaba contra el respaldo de su cama, usando su mano libre para darle mimos en la cabeza al argentino

- Bien, bien... Bueno... de hecho, pasó algo - Dijo finalmente, sonando decaído

- ¿Qué pasó? ¿Estas bien? - El mexicano se enderezó con preocupación

- Mexi... Mex, ¿Puedo confesarte algo? - Murmuró en tono nervioso

México se sintió seguro, ahora que sabía bien los sentimientos del chileno hacia él y había notado las numerosas señales que le mandaba, le era imposible no preocuparse por un pedido así.
¿Qué podía querer decirle Chile tan repentinamente y sonando tan nervioso y tímido? Más encima Argentina se le había declarado hacía poco ¿Qué tal si había sido insiprado por el argentino y ahora Chile quería hacer lo mismo?
Oh no... ¿Qué haría si Chile se confesaba a él en ese momento? Rechazar a alguien era mucha presión, no quería herirlo...

Hermanos de corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora