^Capitulo 19^

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Abrió la puerta con cansancio, dejando al mexicano pasar antes que él

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Abrió la puerta con cansancio, dejando al mexicano pasar antes que él.

Durante el viaje de avión la turbulencia no los dejó dormir ni diez minutos antes de llegar a suelo argentino, después de algunas horas de viaje en auto finalmente llegaron a su destino, casa argentina, con ganas tan solo de tirarse en el suelo y dormir allí.
Sin embargo, no era muy posible, al menos no para el sureño, pues (Para su horrible suerte), algo volvió a su memoria.

- Ponete cómodo, podés dormir en la pieza de Uru si querés - Argentina le dijo a su amigo - Yo tengo que hacer algo de trabajo todavía - Algo frustrado agregó

Sintiéndose desilusionado, México hizo caso omiso a su recomendación, de este modo decidiendo insistir un poco.

- ¿No puedes hacerlo mañana? - Preguntó, no tratando de ser molesto, pero realmente queriendo pasar tiempo con su compañero

- Me quedan dos días para completarlo - Argentina respondió entonces

El mexicano se cruzó de brazos, mostrando una sonrisa pícara.

- Hacer las cosas a ultimo momento es tan solo costumbre para tí ¿Eh? - Bromeó

- Porque vos sos perfecto - Con sarcasmo devolvió el argentino, sonriendo a pesar de tratar de sonar molesto

- Oh, eso ya lo sé - El tricolor dijo con fingido ego para después acercarse al contrario - Lo confirmas cada vez que me sonríes - En voz baja y tono coqueto

El sureño tardó unos segundos en contestar, demasiado concentrado en mirar a su compañero a los ojos como para siquiera notar que sus mejillas se habían tornado de un leve color carmesí.

- Sí, bueno... - Desvió la mirada, rápidamente buscando algo que decir, aunque le costaba pensar claramente cuando el mayor estaba tan cerca suyo... - Te despierto cuando termine y hacemos algo -

- Nah, prefiero mantenerme despierto y darte compañía - El mexicano se encogió de hombros mientras seguía al bicolor a través de los pasillos de su casa

- ¿Por qué querrías quedarte despierto y verme trabajar? Solo te vas a cagar de embole -Confundido mas sin negarse del todo Argentina preguntó

Lo que no comprendía, era que México prefería pasar horas en silencio con él que cualquier otra cosa con cualquier otra persona.

- ¿Apoyo moral? - El norteamericano respondió en tono inocente

En respuesta el argentino soltó una risa incrédula, pero no volvió a mostrarse en contra, por lo que al entrar en su oficina dejó al mexicano pasar también antes de cerrar la puerta.

Mientras Argentina se sentaba frente a su computadora para trabajar, México se acomodó en un gran sofá cercano. Trató de entretenerse explorando un poco con la mirada el lugar, Argentina tenía un afán en decorar cada habitación que le perteneciera, más estando tan acostumbrado a la casa del argentino México no encontró ninguna diferencia con los viejos cuadros, peluches, banderas, colgantes y todo el resto de decoraciones que se habían estado acumulando con cada año.
Sin embargo, sí había una diferencia.

Hermanos de corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora