𝙴𝚕 𝚎𝚗𝚌𝚒𝚎𝚛𝚛𝚘

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Las horas posteriores, fueron de pura charla. Aunque tampoco había durado tanto ya que a las once y cuarto de la noche nos habíamos ido a dormir. Marilla se había quedado acostada en el sofá del comedor y con la televisión encendida. Al día siguiente, nos levantamos y desayunamos huevo revuelto junto con beicon y un vaso de jugo, Julieta y yo. Mientras que la señora Marilla desayunó parte del pastel que quedó anoche, y una taza de leche y chocolate caliente.
- No saben como la he pasado ayer...-Marilla hace una breve pausa antes de continuar hablando-. De maravilla total. Nunca había experimentado algo tan bonito y con la gente cercana que más aprecio, en verdad es un placer.
- Y nosotros no sabes lo felices que estamos de que la hayas pasado tan pero tan bien. Tú te lo mereces, eso y muchas cosas más.-Dijo Julieta-.
- Es verdad. Estamos muy felices de haber estado presentes contigo en esta fecha tan especial y mágica. Y lo que Julieta dice es verdad, mereces eso y muchas otras cosas más.-Dije-.
- Muchas gracias chicos. Cambiando de tema y perdón por la interrupción pero...quería comentarles que he escuchado en la televisión, que hoy llegará la temperatura máxima de calor y de que tenemos que estar bien hidratados y con el aire acondicionado si es que se puede.
- ¿Cuantos grados dicen que llegará a ser? -Preguntó Julieta-.
- 42 grados.
- ¡Oh por Dios! Nos moriremos de calor-Repliqué-.
- No los quisiera alarmar pero...puede ser que sea así. Como les dije antes tendremos que estar bien hidratados y con el aire acondicionado si es que se puede. Por suerte estamos en un campamento y lejos de la ciudad. Porque allí, dicen que hay apagones de luz constantemente, más bien....perdida de energía absoluta. -Contestó Marilla-.

- Entonces hagamos una cosa, Marilla. Si tú puedes, escríbele a a Jonathan. Y coméntale que si puede que hable con los chicos. Que en el día de hoy la excursión se cancela-Consultó Julieta-.
- No creo que sea la solución al problema. Aunque tampoco vendría mal tomar un poco de descanso...-empezó a reflexionar-. No está mal, lo debería de pensar.
- Es que para mí, no sería la idea. Sino escríbele a él dile que todo lo planeado a la mañana se posterga para más tarde o para mañana a más tardar. Así no perdemos las actividades que tenían planeadas para llevar a cabo con nuestros compañeros.-Les comenté-.
- Esta bien Bryan, tú tienes razón. Y Julieta, tampoco me parece tan erróneo lo que tú dices, sin embargo Bryan nos dio un buen justificativo y motivo por el cual debo escribirle lo antes posible.
- No hay problema, yo solo decía por decir. Ahora si puedes, escríbele en este momento.
- Lo haré.

En ese momento, Marilla le comenzó a escribir un mensaje a Jonathan, cuando de repente la empezó a llamar por teléfono y ella decidió contestar dicha llamada.
- Buenos días Jonathan, espero que te encuentras bien. Justo estaba a punto de escribirte.
- Lo sé. Vi que me escribías un mensaje, por eso te llamé. ¿En que puedo ayudarte?-Le ofreció su ayuda, Jonathan-.
- Jajaja, si estaba en eso justamente. Verás, estoy aquí junto a Bryan y Julieta y hemos visto en la televisión que el día estará muy caluroso. Por lo tanto, quería saber si existía la posibilidad de que los chicos continuaran con las actividades y con la excursión, más a la tarde o en caso de que el día empeore, directamente volver a retomar todo en el día de mañana, en cuanto antes.
- Marilla, no te puedo garantizar nada. Yo soy Jonathan un simple guía del campamento, y tengo un jefe quien me dicta lo que debo realizar durante el día, y me paga por ello, es un trabajo para mi. No te puedo garantizar nada, pero aún así, si el día llegara al caso de que empeore seguramente el jefe me pedirá que lo postergue, y aunque no lo haga, podría llegar a hacer una pequeña excepción en tal caso.

- Dale. No te preocupes, solamente te avisaba para que estuvieses al tanto y para ver cómo venía la mano, es todo. -Le respondió Marilla-.
- Claro, por supuesto que lo entiendo. Cualquier cosa te estaré avisando y a los chicos también, les escribiré un mensaje.
- Dale, gracias Jonathan. Que tengas una mañana bonita.
- Gracias Marilla, igualmente. Abrazo.
- Besos.-Se despidió Marilla antes de colgar la llamada-.

- ¿Y? ¿Que te ha dicho Jonathan?-Le consulté-.
- Me ha dicho que verá que es lo que puede hacer. Que no promete nada, pero que estará viendo como viene la situación y que en base a eso, nos estará avisando si continuamos con las actividades más adelante o que es lo que se hará. - Me respondió ella-.
- Está bien. Esperemos a ver que nos dice. Mientras tanto, podemos salir a caminar un rato o más bien...
- Mi amor, yo voy. Tu quédate aquí con Marilla. Estaré viendo si puedo caminar por la zona y de paso comprar bloqueador solar que es lo que nos hace falta.-Me interrumpió Julieta-.
- No irás sola. El día esta muy caluroso y te puedes sentir mal, voy contigo no te preocupes-Le respondí-.
- Pero no dejaremos a Marilla sola...
- Jovencitos, ustedes vayan tranquilos. No se preocupen por mi. Estaré aquí en el sofá leyendo el periódico y escuchando la radio mientras me preparo un café frío. Ustedes vayan y disfruten.
- ¿Estas segura?-Le consultó Marilla-.
- ¡Más que segura!.

En ese momento, nosotros nos acercamos hacia Marilla para saludarla antes de marcharnos, con un beso en la mejilla. Julieta se acercó hacia la mesa donde había apoyado la llave ayer cuando volvimos del festejo del cumpleaños. Sin embargo allí no las encontraba y Marilla no llevaba consigo una llave. La única que debía o que podría llegar a estar en nuestra casa, es la que tenía Julieta.
- No lo estoy encontrando...-empezó a pensar ella, en voz alta-.
- ¿Que te falta mi amor?. - Le consulté-.
- La llave, nos está faltando la llave.
- ¿Que quieres decir con eso? - Consultó Marilla-.
- Me refiero a que si no está aquí, y que si no la encontramos justo a tiempo, antes de que el día empiece a empeorar, estaremos encerrados definitivamente.
- Espera mi amor, Marilla puede llamar a Jonathan una vez más, y preguntarle si puede venir a ayudarnos a salir de aquí. -Le dije a ella, intentándola de consolarla-.
- ¡Gran idea! Ya mismo le marco.
- Dale.
- Vaya vaya...¡opss!. -Dijo Marilla de repente-.
- ¿Que sucede?.
- Al parecer el teléfono dejo de funcionar. Intenté llamar pero no está funcionando, no logro entender que ocurre pero aún así no funciona.
- ¡Maldita sea! Soy claustrofobica, no puedo estar en espacios cerrados. ¿Que haremos? - Dijo Julieta-.
- ¡Ya mismo abre las ventanas Bryan! -Me alzó la voz Marilla-.
- Por supuesto que si. Julieta mi vida, ve a la cama. Abriré todas las ventanas y mientras tanto, tírate un rato a nuestra habitación con el ventilador.

En ese instante, mientras Julieta se dirigía a la habitación para acostarse, Marilla buscó por todas partes la llave y a su vez, la intentaba de ayudar buscándola yo también. Pero aún así no la encontrábamos en ninguna parte.
Ya hacia mucho calor. Poco a poco, comenzaba a transpirar y ella lentamente empezaba a desesperarse, mientras que al mismo tiempo, Julieta estaba recostada en el cuarto, tomando un vaso de jugo que contenía muchos hielos, que le servía para refrescarla e hidratarla.
- Bryan, cariño..¿pudiste hallar la llave por aquí?- Me consultó Marilla, mientras continuábamos investigando-.
- No Marilla. Pero sigamos buscando, que de seguro tarde o temprano la encontraremos para salir a tiempo.
- Ojalá sea así. Me preocupa que aún Julieta siga en la cama. Julieta, cariño ¿te sientes bien?. Te pregunto porque hemos estado hora y media aquí junto con Bryan buscando y tú sigues en el cuarto recostada -Le preguntó Marilla-.
- Si ángel. Gracias por preocuparte, pero estoy muy agotada. Ayer con Bryan hemos terminado muy agotados y al mismo tiempo, hoy que amanecimos y comenzó a hacer mucho calor, estoy más agotada que nunca. Con lo cual, es normal. ¡No te preocupes en absoluto, ustedes continúen con la búsqueda!.
- ¡Okey, gracias!.

Al rato, Jonathan se nos acercó a la cabaña y nos tocó el timbre. Me llamaba la atención, porque mientras que todos estábamos sudando a lo loco y agotados, él estaba vestido todo a manga larga, en verdad no podía creerlo. Pero al parecer, se notaba que venía de caminar de un lugar muy friolento porque se le notaba las mejillas un poco rojas y lo labios secos. En ese instante, abrí la ventana y la agradecí que haya venido justo a tiempo, quizás, nos podía ayudar a encontrar la llave y a salir de aquí.
- ¡Hola Jonathan! ¿Como te va?. Gracias por haber venido. Verás, hemos perdido la llave y la estamos buscando hace un largo rato, con lo cual si tú tienes una llave de repuesto, te agradecería que nos la dieras. O más bien, si tú tienes una pero que no nos sirve para quedárnosla, pasa, adelante. Y ayúdanos si es que puedes a encontrarla.
- ¡Hola amigo! ¿Bien y tú?. Claro, tengo que tengo una llave de repuesto. Tengo una de todos los que acompañan aquí, incluyendo el de sus compañeros. Si quieres puedo entrar y ayudar a buscarlos a encontrar la llave, y luego me dirijo hacia mi cabaña para darles una llave nueva.
- ¡En verdad te lo agradezco!. No tienes ni idea del tiempo en el que hemos estado aquí. Tranquilo, tú pasa que estamos aquí con el ventilador. Si quieres te puedo invitar algo para tomar y luego nos das la llave ¿dale?. -Le pregunté-.
- Muchas gracias amigo, muy amable de tu parte, con gusto te acepto la invitación.

Mentiras IndiscretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora