Bueno, este es mi primer fic así que no sé bien cómo va a ir quedando, pero espero que les guste <3 los diálogos tienen modismos argentinos y hay referencias a lugares de buenos aires, si no entienden algo me pueden preguntar.
Que lo disfruten!!! <3
Los chicos ansiaban entrar al boliche mientras se aproximaban a pie a la entrada y, en el trayecto, observaban con variados tintes de disimulo las personas que hacían fila para entrar.
Baji, por su parte, estaba más concentrado en tener el código de reserva de entradas a mano, pero de pronto lo distrajo el sonido de una risa vivaz. Sonaba dulce y armoniosa, aunque rebosaba de energía.
Esa carcajada acalló todos los sonidos a su alrededor, y Baji sintió como si tirara de su mentón con un hilo imaginario, obligándolo a ralentizar abruptamente el paso para encontrar la persona que acababa de reír así.
-¿Qué pasa capo, se te perdió algo? -exclamó Draken algo irritado por haberse chocado con Baji.
-No, no... no es nada.
Sin embargo sí era algo, y justo cuando estaba por darse por vencido vio un muchacho de cabello rubio lanzar otra risotada, para luego revelar unos brillantes y preciosos ojos celestes enmarcados en un semblante risueño y despreocupado.
Kazutora vio a su amigo embobado, siguió su mirada y, al darse cuenta, le palmeó el hombro mientras se dirigía a los demás:
-Qué grande, ¿vieron? Ya anda buscando una presa.
-¿Cómo que "presa", boludo? Sos un ridículo, -protestó Draken, aunque no pudo esconder la media sonrisa que le sacaba ver a Baji tan completamente ido.
-Dale, juntá la mandíbula y vamos, que vos tenés las entradas -concluyó, agarrando a Keisuke del brazo y llevándoselo con los demás, que ya se estaban adelantando.
A Baji le dolían los cachetes.
Estaba un poco alegre por la marihuana, otro poco por el alcohol, bastante más por la compañía de sus amigos, y ver a Kazutora "bailar" en el medio de la ronda como un ridículo no hacía más que sumar al combo.
De pronto lo empujaron desde atrás, aunque no lo suficiente como para que creyera necesario armar un escándalo, así que lo ignoró.
Al rato, otra vez. Lo ignoró también.
A la tercera, esta persona se le apoyó con mucha confianza en la espalda, y aunque era bastante obvio que no era más que algún borracho que había perdido el equilibrio, ya no pudo evitar darse vuelta. No era alguien paciente, y menos en lugares como este.
-Perdón, perdón... -balbuceó el desconocido, tratando de tantear los hombros de Baji para obtener un mejor agarre, equilibrarse y poder dejarlo tranquilo. La escenita le parecía un poco vergonzosa, pero estaba tan borracho que ganaba la gracia del momento, y no aguantaba muy bien la risa.
Mientras tanto, el semblante cada vez menos amistoso de Baji desapareció por completo al darse cuenta de quién era el chico que intentaba sostenerse en él. Aunque esta vez reía más suave, de forma intermitente, y la luz que los rodeaba era completamente diferente a la del exterior, supo sin lugar a dudas que era el mismo chico de la fila.
Quienes parecían ser sus amigos amagaron a llevárselo, pero al ver el rostro de Baji intercambiaron fugaces miradas cómplices antes de que uno de ellos se despidiera:
-¡Te lo dejamos un rato!
-¿Qué...?
Baji, extrañado y ligeramente agradecido, salió de su ensimismamiento con bastante rapidez y sostuvo al chico con ternura improvisada mientras acomodaba su expresión para sacar todo rastro de hostilidad, si es que quedaba alguno.
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El Profe
RandomBaji, fiel a su principio de no creer en el amor, se desconcierta al descubrir que no puede olvidar al rubio de ojos celestes que conoció una noche. Cuando el universo, casi como una burla, lo vuelve su profesor particular, acaba atrapado entre su e...