Sanar

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Era precioso, el cielo lucía totalmente despejado, ni una sola nube, simplemente el color azul sobre ellos, una leve brisa jugando con sus cabellos, las flores debajo de sus pies, el sol iluminando ambos rostros.

— Es hermoso, gracias por pedirme venir aquí. – expresó con entusiasmo.

Akaashi permaneció callado durante unos segundos, admirando el cielo azul.

— Debe ser duro para ti el aceptar hablar conmigo, después de todo lo qué pasó.

Bokuto miró incrédulo a Akaashi, movió su cabeza negando lo reciente dicho.

— Al contrario, eso debo decirlo yo, por culpa de mi padre tuve que apartarte, te dije cosas horribles, que hasta hoy en día me siguen atormentando. – susurró, cabizbajo.

— Ya está, no pasa nada, así sucedieron las cosas, ahora no podemos cambiar nada del pasado, sólo recompensarlas. – sonrió, mirando a Bokuto.

— Akaashi. – pronunció con seriedad.

— ¿Si?

— Si llego a sanar mis heridas, y en un futuro ambos sanemos por completo, ¿Me darías otra oportunidad?

El corazón de Akaashi comenzó a latir con fuerza, como si éste quisiese salir de su pecho. Estaba por responder, pero Bokuto lo interrumpió antes de que pudiese responder.

— ¡No, No! No puedes responder una pregunta que es a largo plazo, veremos si las cosas se dan. – sonrió. — Sólo que ahora... no quiero ser una simple cicatriz para ti, quiero amm... ser como el alcohol que te ayude a repararla, sí.

Keiji rió, Kou lo miraba indignado.

— El alcohol sobre una herida duele, no querrás decir... ¿Cómo un curita?

— ¡Exacto!

Ambos reían, el escenario era realmente encantador, ambas preciosas sonrisas por debajo de un hermoso cielo azul, por encima de unas lindas flores en el suelo.

— Bokuto-san. – pronunció, parando de reír.

— ¿Si?

— Lo lamento, lamento todo, te lastime a ti, a Kenma, a mí.

Bokuto envolvió el cuerpo del contrario, aquel abrazo se sentía ciertamente cálido.

— ¿Por qué sigues pensando en eso? Recuerdo que hace mucho dijiste que juntos saldríamos de cualquier situación juntos, ¿No te parece que es ahora el momento de hacerlo? Juntos.

De pronto, los ojos azul turquesa de Akaashi se humedecieron, dejando salir unas pocas lágrimas, las cuáles enseguida limpió.

— Sí, es el momento. – gimoteó, limpiando las lágrimas que caían, Bokuto sonrió, el sol hacía brillar sus bellos ojos ámbar.

...

Bokuto se encontraba sentado en una banca del parque de la ciudad, viendo las hojas otoñales caer, bebiendo un zumo de uva.

— Bokuto-san...

Escuchó que alguien pronunció su nombre, con sus ojos buscó de dónde provenía dicha voz, hasta que divisó a Kenma, a su lado, con un abrigo color café claro, en sus manos un café, la cafetería a la cuál frecuentaba constantemente estaba bastante cerca de aquel parque.

Nuestro florecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora