El pretender del amor

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Akaashi Keiji caminaba sin rumbo por los pasillos de su universidad, las grandes bolsas y ojeras por debajo de sus ojos podían denotar que anoche había estado llorando sin control, lucía realmente demacrado.

— Viejo, ¿Qué mierda te pasó? Mírate, luces horrible.

Konoha se acercó al nombrado y rodeó con su brazo ambos hombros, Akaashi se liberó del agarre con algo de brusquedad, haciendo confundir al contrario por tal acción.

— No estoy de humor.

— Akaashi. – respiró profundamente antes de continuar. — Vi todo el desastre en la habitación, vajillas rotas por todas partes, hojas y colores por el suelo. Me había dado algo de pena preguntarte, pero realmente estoy preocupado, ¿Qué ocurrió ayer?

— ¿No te dije ya que no estoy de humor?

Akinori lo miró incrédulo, cualquiera de las cosas que pudieron pasar anoche claramente no fue algo agradable, el desastre en la habitación lo demostraba.

Keiji masajeó su sien intentando calmar la palpitación de sus venas, sobó lentamente su cabello.

— Lo siento, no te mereces este trato, esto no es tu culpa. – dijo recargándose en una maquina expendedora del colegio. — Bokuto me visitó anoche, no fue una visita para nada agradable, terminó conmigo y solo dijo mierdas sobre mí, como que nunca fui suficiente para él.

Konoha abrió sus ojos como platos, no creía al búho capaz de decir tales cosas, mucho menos a Keiji.

— De-Debió estar ebrio...

— Estaba completamente sobrio, ni una sola gota de alcohol, y si lo hubiera estado no sería excusa.

— Tienes razón...

Akaashi golpeó su cabeza contra la máquina expendedora y suspiró pesadamente.

— Lo odio... – susurró.

— Vamos Akaashi, sabes que...

Akaashi lo interrumpió bastante cortante.

— Me lastimó, Konoha-san. Me lastimó como nunca antes y lo hizo intencionalmente, ¿Crees que seguiré viéndolo de la misma forma? Es un hijo de puta, desconocía ese lado tan asqueroso de ese bastardo.

— Akaashi, basta...

— Oh, ¿Estás de su lado?

— No, no es eso, es solo que me cuesta creerlo, él no es así, y oírte hablar así de él es... extraño.

— Me costó creerlo, pero sabes, me dijo todas esas mierdas en la cara, no es ninguna mentira, jamás hablaría mal de él si no me hubiera tratado de esa forma y lo sabes. Me destrozó.

Konoha se acercó al ojiturquesa, rodeándolo con un abrazo acogedor.

— Puedes llorar si así lo quieres.

— Ya lloré lo suficiente, no quiero llorar más por esa persona, para mí es hombre muerto.

El contrario se separó del abrazo, dándole una última sonrisa genuina antes de retirarse, pues tenía unos deberes.

Akaashi se quedó un buen rato recargado sobre aquella maquina, observando a la gente pasar, hasta que su vista se enfocó en cierto peli teñido, el cual se sentaba en una banca, con una cajita de jugo en su mano izquierda, con la otra sostenía su nintendo.

Kenma era otro de los estudiantes que ingresaron a la universidad de Kyushu Japón. Desde la muerte de Kuroo se decidió por alejarse de a poco de la sociedad, de por si ya era un introvertido, ahora era lo doble.

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