Flor sin florecer

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Culpabilidad, tristeza, frustración, vacío.

Me sentía perdido, totalmente perdido, perdido entre todos estos sentimientos negativos que llegaron a mi vida de golpe.

Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, odiaba sentirme de tal forma, estaba perdiendo la cordura poco a poco, mi cabeza comenzaba a punzar de forma que sentía que estaba perdiendo la razón.

Comencé a perder el equilibrio.

¿Qué demonios hice? ¿Por qué lo hice?

Comencé a destrozar todo a mi paso, cada taza, cada mueble, cada objeto.

Las lágrimas no se detendrían de igual forma.

Lo amo, y sé que eso no cambiará, es algo que deseo, sin embargo, por más que quiera, no puedo hacerlo.

El sonido de la perilla moviéndose me hizo salir de aquel estado, el rostro de Kenma era lo último que quería ver, no quería ver a nadie, mucho menos a alguien el cuál acaba de traicionar, no tenía la cara para verlo a los ojos.

— ¡¿Akaashi?! ¿P-Por qué lloras? ¿Qué ocurrió? – preguntó acercándose a mí, envolviendo sus delgados brazos sobre mi dorso.

Envolví mis brazos en él, se sentía cálido, mis lágrimas se intensificaron, los sollozos se escuchaban por toda la habitación.

— Te juro que no fue mi intención. – susurré, el rostro de Kenma parecía totalmente confundido. — Nada tiene que cambiar entre nosotros, te amo, te amo, te amo. – exclamé aferrándome con más fuerza. — No puedo escapar de mis sentimientos, por más que quiera hacerlo.

Kenma pasó su delicada mano sobre mi cabello, sonrió de forma gentil.

— ¿Qué no fue tu intención? Ya hablamos anoche sobre nuestros sentimientos, para eso salimos a despejarnos, para encontrarnos a nosotros mismos, está bien llorar, pero te ayudaré a no quedarte estancado, harás caso a tus sentimientos, pero no caerás con ellos.

Al parecer, Kenma no tenía ni la mínima idea de lo que estaba hablando.

Me perdí nuevamente en mis sentimientos, recaí, recaí en dos personas las cuáles amo, recaí al amar a dos personas, una con la cuál no puedo estar, la otra demasiado para mí.

— ¿Te parece si vemos una película? – preguntó tomando mi mano, guiándome hasta su cama.

Le ofrecí mi más sincera sonrisa, ahí estaba él, consolándome, mientras yo mantengo oculto el secreto de una traición.

...

Kenma se acurrucó en las piernas de Akaashi, ambos estaban recostados sobre el sofá de la sala, frente a ellos estaba el televisor, ambos veían atentamente una película romántica que habían decidido poner, en medio estaba una pequeña mesa de cristal, encima de ella estaba un bowl algo grande con palomitas de maíz en el interior, a su lado dos cajas de jugo de manzana, los preferidos de Kenma.

Después de ver juntos gran parte de la película, Kenma cayó dormido, aún se encontraba sobre el regazo de Akaashi, quien con sus dedos comenzó a acariciar la suave piel de su pareja, desvió la mirada del televisor pars verlo a él en su lugar, sus pestañas eran hermosas, el color rosa en sus mejillas, su piel blanca como la porcelana, su cabello sedoso.

Las ganas de llorar regresaron a Keiji, amaba a Kenma, amaba a Bokuto, pero sabía que no podía hacer algo al respecto, dejar ir a alguno para amar al otro, era algo imposible para él, teniendo todos esos sentimientos confusos de por medio.

...

Bokuto se encontraba en su casa, sentado en la esquina de su cama, había salido de ducharse, sus ojos miraban fijamente a la puerta, recordando la silueta de Akaashi saliendo por ella.

De un momento, vió la perilla moverse, la leve esperanza de ver a Akaashi creció en él, sin embargo, era su novia, llevaba consigo algunas flores.

— ¡Mira lo que traje! – expresó contenta, mostrando el pequeño ramo de flores en su mano. — Lo encontré de regreso a casa, quizás podamos ponerlo en agua.

Bokuto se puso de pie, se acercó a su novia y ésta lo abrazó con fuerza, depositó un tierno beso en sus labios.

— ¿Quieres algo de cenar?

— No tengo hambre, estaré escribiendo.

— ¿Escribiendo? – dijo caminando hacia la cocina, en donde comenzó a preparar su cena. — Estaré cocinándome. – sonrió.

Bokuto caminó hasta su escritorio, en donde tomó una hoja de papel blanca y una pluma de punta fina, con ella comenzó a plasmar sus pensamientos, cosa que no solía hacer, sin embargo, ahora se sentía con la necesidad de hacerlo.

Bokuto Koutarou.

Escribir no es mi fuerte, sin embargo, siento que debo hacerlo, por mi bien, para liberar todo aquello que no puedo hablar.

Desde que me separé de Akaashi, nada ha sido igual, el amor no tiene el mismo sabor, la vida es blanco y negro, no azul turquesa o ámbar como solía verla.

Es cierto que mi padre me obligó a hacer esto, aún así, siento que la mayor parte de la culpa recae en mí, en mis decisiones, en mis actos, porque después de todo, hice lo que él pidió sin oponerme, con la excusa de quererlo proteger, cuando en realidad fui el que más le causó daño.

El daño está hecho, rompí a Akaashi, y no puedo regresar como si nada hubiese pasado, él encontró a alguien más.

Si él es feliz, yo también lo soy.

¿De verdad él es feliz? ¿De verdad yo soy feliz?

No tengo idea de lo que deba hacer, sólo quiero regresar el tiempo, abrazar a ese Akaashi que alguna vez lastimé, contarle que todo fue solamente una simple pesadilla.

Tienes razón Akaashi, no luché por nuestro amor como seguramente tú habrías hecho.

Ahora estoy aquí, lamentándome mi mera existencia, el daño que te hice, el daño que le hago a Mikoto-chan, el daño que me hago a mí mismo.

Quizás mi destino es ser una flor sin florecer.

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