¿Me amas?

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Sin duda era cierto, las palabras hacían mucho más daño que los golpes.

"¿Así que así es como olvidas a Kuroo no? Com obsequios."

Kenma se encontraba recargado sobre la puerta de la habitación, con una mano en la cabeza, sus venas punzaban, se sentía algo mareado.

De cierta forma se sentía observado por su antiguo amado. En cualquier lugar en el que se encontraba Kuroo en este momento seguramente estaría decepcionado.

A pesar de que antes de morir le hubiese dicho que se olvidara de él y se enamorara de nuevo seguramente era decepcionante ver lo urgido que estaba por llenar ese vacío, o más bien por tratar de hacerlo con alguien que era imposible de corresponder mutuamente.

Akaashi Keiji, ambos sabían que en cierta parte de su corazón aún habitaba Bokuto.

Kenma caminó hasta la esquina de la habitación, en donde se dejó caer, abrazando sus piernas con ambos brazos, dejando salir las primeras lágrimas.

No sabía lo que sentía por Akaashi, cualquier sentimiento que fuera el que sentía por él sabía que no era correspondido de la misma forma, y eso dolía más que cualquier golpe.

Quería creer que estaba equivocado, quería creer que aún había oportunidad por ambos complementarse mutuamente y llenar perfectamente esos vacíos.

La puerta de la habitación se abrió, dejando ver el rostro de Akaashi, quien en sus manos tenía unas bolsas, las cuales dejó caer al ver a Kenma en ese estado.

Corrió rápidamente al chico que se encontraba en la esquina de la habitación, con sus dedos pulgares retiró las lágrimas que salían de los ojos ámbar, se quedó un buen rato observando las heridas en su rostro, los nudillos llenos de sangre, los moretones y rasguños.

— Ke-Kenma, ¿Qué mierda pasó? Ya vuelvo, quédate aquí, iré a enfermería y traeré lo necesario.

— Ni se te ocurra decir que es porque me golpearon, me meterías en problemas.

— No lo haré, pero en cuanto regrese me contarás lo qué pasó. - expresó serio, saliendo de la habitación.

No pasó mucho tiempo cuando Akaashi volvió a cruzar la puerta, ésta vez con un pequeño botiquín de emergencias en sus manos.

Primero fue al baño, lavó sus manos, se acercó al chico y comenzó a limpiar con agua oxigenada las heridas, pasando el algodón con bastante cuidado por el rostro.

— Mierda. - se quejó, cerrando los ojos con fuerza. — Ten cuidado.

— ¿Quién te hizo esto?

— No es de tu incumbencia.

Akaashi jaló de la mejilla de Kenma, haciéndolo soltar otro quejido.

— ¿No vas a decirme quién te hizo esto?

— Déjame en paz.

— Maldito gato, sólo dilo.

Kenma volvió su mirada hacia Akaashi, quien seguía desinfectado las heridas con cuidado.

— Yuuji.

— ¿El que tiene piercings hasta el culo? Me da asco ese tipo.

— Promete que dejarás esto por las buenas.

Akaashi detuvo el algodón para verlo a los ojos, en su mirada se notaba que eso no era lo que quería hacer, quería confrontarlo.

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