Capítulo 2

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Me quedo viendo el lugar en el que antes estaba el auto del chico desconocido, no se qué carajos me pasó por la mente cuando subí a auto ¿Y si hubiera sido un secuestrador o un asesino en serie?

Estaría jodida.

Nota mental: "Nunca subir al auto de un desconocido"

Miro una y otra vez el cárter de anuncio.

"Pensión Sol Ana"

Suelto un largo suspiro frustrante y me giro a la calle, camino a las escaleras.

Sabía que debía tocar esa puerta y entrar, como Sol Ana y medio mundo entendía que debía hacer, debía adaptarme a un montón de reglas y ayudar a niños que han sido rechazados por años.

Hace unos años, conocí a una gran amiga, me había encariñado con ella, a tal punto que éramos más que hermanas, años después la adoptaron, nunca volví a verla.

Tal ves no recuerde mucho de ella, pero sus palabras quedaron grabadas en mi memoria:

"Las reglas se hicieron para romperse Jess"

Ese día no la entendí, me reí y no le di importancia, hasta ahora, todo es justo, hasta que un día te das cuenta que esas reglas dañan al mundo y te esclavizan, entonces decides ir en contra de ellas y te vuelves un rebelde, te llaman loco y todos te señalan.

Hoy voy a entrar a ese grupo.

¡Denme la bienvenida, locos anormales!

Sujeto bien mi mochila y comienzo a caminar lejos de la pensión, la ciudad de noche era una exclusiva, lo edificios iluminados y los parques, las discos y un montón de gente riendo o solo caminando junto a alguna compañía.

Había ahorrado algo de dinero, así que podía permitirme un té o algo de chocolate caliente. Ya después vería donde viviría. Caminé por unos minutos hasta que una cafetería se hace visible ante mis ojos.

Me adentro a la cafetería sintiendo el calor adentrarse por mi abrigo, no me había dado cuenta de que el frío era aterrador y de que estaba temblando.

— ¿En que la podemos ayudar señorita? — Inquiere amablemente un chico, quien supongo trabaja acá.

— ¿Un té? — Comento dudosa aún sosteniendo mis manos dentro del abrigo.

— Un té será, por favor tome asiento. — Comenta el chico haciendo un gesto de que continúe.

Le sonrío y camino hacia una de las mesas, estuve apunto de sentarme cuando alguien habla.

— Voy a ignorar el hecho de que creo que me estás siguiendo y seguiré tomando mi trago. — Comenta como si nada tomándose todo el contenido de su vaso, en menos de un segundo.

Procedo a sentarme e ignorarlo, tenía más cosas en las cuales pensar que ponerme a discutir con un desconocido.

— Aquí está su té señorita. — Avisa el chico poniendo en frente de mi una taza.

— Gracias. — Le contesto tomando la taza y dándole un sorbo, inmediatamente el calor invade mi garganta calentando mi cuerpo, sin embargo, la mirada de ese chico no me deja disfrutar por completo de mi té. — ¿Puedes dejar de mirarme?

El chico se levanta y camina hacia mí, sentándose en mi mesa. Sus ojos indagan mi rostro en silencio, su aura frío se puede sentir a kilómetros.

— Alexander, es mi nombre. — Comenta sin quitar su mirada de la mía.

— Jessy.

— ¿Que haces aquí Jessy?

— ¡Comiendo pizza! — Exclamo señalando el té y haciendo un gesto de obviedad — ¿No vez?

"Huellas De Amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora