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¡Entendido! Déjame replantearlo con un enfoque más lento, emocional y detallado. Me aseguraré de que las interacciones entre los personajes sean más ricas y que cada escena transmita las emociones necesarias. Aquí va la nueva versión:

Un día que no comenzó como cualquier otro

Aquel día, la escuela tenía un aire extraño, como si algo estuviera a punto de pasar. Llegué junto a Owen y Shelly, pero me separé del grupo para pasar por mi locker. Necesitaba unos minutos para mí, para ordenar mis pensamientos y distraerme del torbellino que habían sido las últimas semanas: problemas en el equipo, miradas tensas entre Shelly y Jay, y, por supuesto, Owen.

Respiré hondo antes de dirigirme al salón. Como siempre, algunos compañeros me saludaron al pasar, y respondí con una sonrisa automática. Pero al entrar al aula, me encontré con una escena que me dejó sin palabras.

Owen, con esa sonrisa pícara que siempre llevaba a algún desastre, sostenía una máquina para cortar cabello en una mano mientras se acercaba peligrosamente a Jay, quien parecía más resignado que molesto.

—¡Ni se te ocurra, Owen! —Shelly trataba de detenerlo, pero su tono de voz tenía más cansancio que autoridad.

No alcancé a reaccionar antes de que el sonido del cortapelos llenara el aula y, en un instante, una parte del cabello de Jay desapareció.

—¡¿Qué demonios hiciste?! —exclamó Shelly, empujando a Owen mientras intentaba controlar la situación.

Pero Jay, en lugar de enojarse, tomó la máquina con determinación.

—Si vamos a hacer esto, lo hacemos bien. —Y, sin pensarlo dos veces, pasó el cortapelos por su cabeza otra vez.

—¡Jay, para! —Shelly forcejeó con él, tratando de arrebatarle la máquina, pero Jay no cedía.

Yo, mientras tanto, estaba inmóvil en mi lugar, entre asombrada y divertida por el caos que se desarrollaba frente a mí. Fue Shelly quien finalmente resolvió el problema con un golpe rápido y preciso en la nuca de Jay, dejándolo inconsciente sobre la silla.

—Siempre tan dramático... —susurré, aunque mi comentario se perdió en el ruido.

Owen, por su parte, se recargó en mi escritorio con una expresión de falsa inocencia.

—¿Puedes imaginarte a Jay calvo? —preguntó, mirándome con esa chispa de travesura en los ojos.

—No. Pero, sinceramente, creo que hasta calvo se vería bien. —Le devolví la mirada, retándolo, como siempre.

Él sonrió y negó con la cabeza. Era raro, pero a veces esa sonrisa lograba que olvidara por un momento lo irritante que podía ser.

Shelly, sin decir más, arrastró a Jay fuera del aula, seguramente hacia una barbería. Yo quería ir tras ellos, pero Owen se adelantó.

—Esto va a ser interesante. Vamos. —Me tomó de la muñeca antes de que pudiera protestar.

La barbería: un campo de batalla

Cuando llegamos a la barbería, el barbero parecía tan confundido como yo. Jay insistía en que lo raparan completamente, mientras Shelly intentaba convencer al barbero de que solo arreglara el desastre.

—¡Hazlo, hombre! Déjame calvo —dijo Jay con una sonrisa burlona, y el barbero dudó.

—Ni lo pienses. —Shelly lo miró con tanta firmeza que parecía un desafío.

La discusión no llevaba a ningún lado, así que Shelly tomó cartas en el asunto de la única manera que sabía: noqueando a Jay de nuevo.

—¿Siempre es así de complicado? —murmuré, cruzándome de brazos mientras veía cómo el barbero finalmente comenzaba a trabajar.

Owen se encogió de hombros, claramente disfrutando del caos.

—Es Jay. ¿Qué esperabas?

Cuando el corte estuvo listo, Shelly parecía satisfecha. Incluso le dio una propina generosa al barbero, algo que no era típico en ella. Jay, por su parte, miró su reflejo con una mezcla de orgullo y resignación.

—Bueno, mejor amigo, ¿nos tomamos una foto para celebrar tu nuevo look? —le dije, sacando mi teléfono antes de que pudiera responder.

Tomé la foto rápidamente, capturando su expresión distraída mientras yo hacía una cara ridícula en primer plano.

—Borra eso, Juls. —Me miró con cansancio, pero no había verdadera molestia en su voz.

—Jamás. —Sonreí y guardé el teléfono.

Las sospechas de Juls

La calma duró poco. Durante los siguientes días, todo parecía más tenso. En uno de nuestros entrenamientos, un grupo de matones nos emboscó, y la chica de pelo rosa apareció, como siempre, en el momento menos indicado. Traía unos sándwiches que, según ella, eran para nosotros.

Jay fue el primero en reaccionar, rechazándola sin rodeos.

—Deja de venir. No necesitamos tus "detalles".

La frialdad de sus palabras me sorprendió, pero no más que las lágrimas que comenzaron a acumularse en los ojos de la chica. Se despidió en silencio y se fue.

Mientras todos trataban de procesar lo ocurrido, aproveché para enfrentar a Owen. Sabía que él estaba detrás de todo esto.

—¿Qué está pasando aquí, Owen? —lo acorralé, cruzándome de brazos mientras lo miraba con seriedad.

Él desvió la mirada, claramente incómodo.

—No es nada...

—No me vengas con eso. —Mi tono fue más firme esta vez. Estaba cansada de sus evasivas.

Owen suspiró, resignado.

—Está bien, está bien. La chica de pelo rosa y yo estábamos tratando de idear un plan para separar a Shelly de Jay.

Esa confesión fue como un balde de agua fría. Lo miré con incredulidad, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

—¿En serio? —dije finalmente, mi voz cargada de desaprobación—. ¿Es esto a lo que te has reducido, Owen? ¿Manipular a otros solo para conseguir lo que quieres?

—No lo entiendes...

—¡No, tú no entiendes! —lo interrumpí, incapaz de contenerme más—. No todo gira en torno a Shelly. Deberías empezar a mirar más allá de tus propios intereses.

Sin esperar respuesta, me di la vuelta y me alejé, dejando a Owen parado en medio del camino. La lluvia comenzó a caer, fría y constante, pero no me importó. Pedalear bajo la lluvia era mejor que enfrentar todo lo que estaba pasando. Al menos, en ese momento, podía sentirme libre.

¿Te gustó más esta versión? He añadido detalles para que las emociones y los conflictos sean más pausados y profundos. Si aún quieres cambios, avísame. ¡Podemos mejorarlo más!

 ¡Podemos mejorarlo más!

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¡Shut up!... Just goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora