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Tensiones bajo el sol de Corea

Habían pasado algunas semanas desde que Shelly y yo nos unimos a Sunny High School. Adaptarnos no había sido sencillo. Aunque éramos un dúo inseparable, la vida aquí era muy diferente a lo que estábamos acostumbradas. Para Shelly, el ritmo exigente de la escuela era un desafío constante; a menudo la encontraba distraída, con la mirada perdida en dirección a Jay Jo, un chico de ojos rasgados y actitud distante que se había convertido en su nueva obsesión.

Yo, por mi parte, me esforzaba por pasar desapercibida, pero mi altura, mi piel bronceada y mi pasado como ciclista profesional no me lo ponían fácil. Algunos estudiantes, especialmente los aficionados al ciclismo, me habían reconocido y no dejaban de hacer preguntas o regalarme pequeños obsequios como si estuvieran frente a una celebridad.

A pesar de todo, encontramos un grupo de personas con quienes compartíamos algo importante: el amor por el ciclismo. Ellos nos aceptaron como iguales, lo cual era un alivio después de semanas siendo el centro de atención. Este grupo, que inicialmente era pequeño, empezó a crecer conforme más personas se unían a nuestras conversaciones, salidas y entrenamientos. Fue así como nació Hummingbird Crew, un equipo que pronto tendría un propósito muy claro: participar en un torneo para recaudar dinero y ayudar a Vinny Hong, cuyo sueño de convertirse en ciclista estaba en pausa debido a los costos médicos de su madre.

Un lugar que parecía hogar

Las tardes con el grupo eran mi escape favorito. Entre bromas, pedaladas y largas conversaciones, comencé a sentir que Corea podía convertirse en algo parecido a un hogar. Pero no todo era perfecto. Shelly parecía estar cada vez más distraída, atrapada en una especie de obsesión que la hacía descuidar los entrenamientos. Jay, por su parte, se mantenía reservado, como si una barrera invisible lo separara de los demás.

Un día, mientras observaba a Shelly desde una banca al costado de la pista, Minu, uno de los chicos más carismáticos del grupo, se sentó a mi lado.

—Tu amiga está en problemas —comentó sin preámbulos, señalando a Shelly, que intentaba mantener el ritmo del grupo pero apenas lo lograba.

—No es nada que no pueda manejar —respondí, aunque sabía que mentía. Shelly estaba acostumbrada a ser el centro de atención, pero aquí, entre tanto esfuerzo físico y una dinámica social completamente nueva, parecía perderse.

Minu suspiró, con esa sabiduría que solo alguien que había vivido más de lo que aparentaba podía tener.

—Tal vez, pero no está enfocada. Y tú tampoco.

Me volví hacia él, confundida.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Significa que siempre estás observando, pero nunca participando del todo. Es como si estuvieras aquí físicamente, pero tu mente estuviera en otro lugar.

Sus palabras me dejaron pensando durante días. Tal vez tenía razón. Tal vez aún no me había permitido abrirme completamente a este nuevo capítulo de mi vida.

La llegada de Owen

Todo cambió una mañana cuando el profesor anunció que habría un nuevo estudiante en nuestra clase. Era raro que alguien se uniera tan tarde en el semestre, y Shelly y yo nos miramos con curiosidad, intentando adivinar quién sería.

Cuando la puerta del aula se abrió y vi aquel cabello rubio brillante, mi corazón dio un vuelco.

—No me jodas... —murmuré en español, lo suficientemente bajo para que solo Shelly me escuchara.

Ella no necesitaba preguntar. Sus ojos, llenos de sorpresa y rabia, lo decían todo.

—Él es Owen Knight y será su nuevo compañero. Por favor, traten de hacer que se sienta bienvenido —dijo el profesor antes de salir del aula.

La llegada de Owen fue como una bomba. El ambiente se llenó de murmullos y miradas curiosas mientras él caminaba con la seguridad de alguien que sabía que estaba robando toda la atención. Shelly, por su parte, estaba furiosa. La vi apretar los puños cuando Owen se dirigió directamente hacia ella.

Sin pedir permiso, tomó su lugar junto a Jay, obligándola a cambiarse de asiento. La incomodidad en el aire era palpable. Jay, como siempre, lo ignoró, pero Owen no parecía afectado.

Yo, desde mi lugar, observaba todo con una mezcla de diversión y preocupación. Cuando finalmente notó mi presencia, me lanzó un beso desde la distancia.

—Idiota... —murmuré, devolviéndole el gesto con un dedo del medio.

Shelly no tardó en reaccionar. En un movimiento rápido, agarró a Owen por la camisa y lo arrastró fuera del aula. El sonido de la puerta cerrándose detrás de ellos resonó como un eco en el silencio que dejaron.

Jay, que había estado inmóvil hasta ese momento, giró la cabeza ligeramente, mirando en dirección a donde se habían ido.

—Ellos solo son amigos de la infancia, pequeño Jay —dije con una sonrisa burlona, intentando romper la tensión. Él no respondió, pero algo en su expresión me hizo pensar que mis palabras no habían pasado desapercibidas.

Complicaciones

Con Owen ahora en la ecuación, todo se volvió más complicado. A pesar de su actitud despreocupada, era evidente que había venido con un propósito: llevar a Shelly de vuelta a Inglaterra. No se molestaba en ocultarlo, y más de una vez me insinuó que también esperaba convencerme a mí.

Pero yo tenía mis propios problemas. Los entrenamientos con el equipo se volvían cada vez más intensos, y aunque el torneo era nuestra prioridad, las tensiones entre los miembros comenzaron a surgir. Minu, que hasta entonces había sido el corazón del grupo, sufrió un accidente grave durante uno de los entrenamientos. Intentando salvar a Jay de un choque, perdió la movilidad en sus piernas.

El impacto de su ausencia fue devastador. Jay desapareció poco después, y el equipo quedó al borde de la disolución. Nadie sabía dónde estaba, pero Shelly, decidida como siempre, no se rindió.

Un momento para decidir

Mientras Shelly buscaba a Jay, Owen y yo nos encontramos cada vez más solos. Pasábamos las tardes en el campus, hablando de cosas triviales, pero siempre con una tensión subyacente que ninguno de los dos mencionaba.

Una noche, mientras caminábamos por los pasillos vacíos de la escuela, Owen se detuvo de repente.

—¿Por qué estás aquí, Juls? —preguntó, con un tono más serio del que estaba acostumbrada a escuchar en él.

—Porque Shelly me lo pidió. ¿Por qué más estaría aquí? —respondí con evasivas, aunque sabía que esa no era toda la verdad.

Owen negó con la cabeza, como si no estuviera satisfecho con mi respuesta.

—Tú y yo sabemos que hay algo más. Pero si no estás lista para admitirlo, está bien. Solo no te quedes atrapada en medio de esto, Juls. Corea no es Inglaterra, y no puedes resolver todo con tu bicicleta.

Sus palabras me dejaron pensando. Por primera vez, vi a Owen como algo más que el chico arrogante que había irrumpido en nuestras vidas. Tal vez, detrás de esa fachada, había alguien que entendía más de lo que aparentaba.


 Tal vez, detrás de esa fachada, había alguien que entendía más de lo que aparentaba

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¡Shut up!... Just goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora