¡Shut up!... Just go

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Capítulo 0: El Primer Encuentro

Juls no siempre fue una ciclista profesional. En realidad, su vida en el ciclismo comenzó en su país natal, en Latinoamérica, donde las montañas y los caminos polvorientos eran su terreno habitual. Sin embargo, cuando la oportunidad de una beca universitaria en Londres llegó, no dudó ni un segundo en aprovecharla. La gran ciudad, con sus edificios imponentes y su ritmo frenético, la acogió con los brazos abiertos. Sin embargo, nada fue fácil. Después de haber logrado su lugar en una universidad de prestigio, Juls se encontró con la cruda realidad de ser una extranjera en una ciudad que parecía estar demasiado ocupada para alguien como ella.

Al principio, se sintió emocionada y llena de esperanza. Pero pronto se dio cuenta de que estudiar en una ciudad como Londres no era tan sencillo. La vida universitaria era costosa, y aunque su beca cubría la matrícula, el costo de la vida diaria era una batalla constante.

Pronto se dio cuenta de que su pasión por el ciclismo podría ser una vía para subsistir en ese entorno tan ajeno. Londres, una ciudad conocida por su amor por las bicicletas, ofrecía muchas oportunidades para los ciclistas urbanos, y Juls, siempre ávida de desafíos, comenzó a involucrarse en carreras clandestinas, donde competían aquellos que no podían permitirse los lujos de los ciclistas profesionales, pero tenían la habilidad y el coraje de competir en un mundo donde las apuestas eran altas. Para Juls, la motivación no era solo económica, sino también una forma de sentirse viva en un lugar tan grande y tan frío. No conocía a nadie, y cada carrera era una oportunidad de encontrar un poco de su lugar en la ciudad.

Una noche, después de haber llegado a Londres solo tres días antes gracias a su beca, Juls se encontraba en una carrera callejera. No era la más prestigiosa, ni la más organizada, pero el ambiente era electrizante. El dinero que se apostaba era la única forma de sobrevivir, y la adrenalina recorría sus venas mientras se preparaba para competir. En este tipo de carreras solo había dos opciones: ganar o perder. Si ganabas, podías llevarte un buen premio en efectivo; pero si perdías, la bicicleta era destruida.

"Solo hay niños ricos aquí. Estás en un buen lugar para ganar algo", le había dicho el hombre que le recomendó la carrera. Según él, los ricos iban a gastar su dinero en vano, confiando demasiado en sus costosos equipos y olvidando que en las carreras, la habilidad era más importante que la tecnología.

Juls no tenía el lujo de perder, por lo que se preparó mentalmente para la competencia. Sabía que muchas veces los ciclistas ricos confiaban en sus bicicletas y no en su destreza, pero ella no podía darse el lujo de hacer lo mismo. Con su casco bien colocado y sus protecciones ajustadas, observó el recorrido. Era corto, pero con muchas curvas, callejones angostos y paredes de ladrillo que exigían habilidades de maniobra precisas.

El rugido de las bicicletas retumbó por las calles mientras la carrera comenzaba. La competencia era feroz, y Juls tuvo que ser ágil, pasando de un lado a otro entre ciclistas que intentaban frenar en las curvas. En un momento, se encontró hombro a hombro con un ciclista rubio que parecía tener una habilidad especial para sortear obstáculos. La curva final se acercaba, y Juls pensó que había encontrado su oportunidad. Sin embargo, el ciclista rubio no la dejó pasar. En lugar de frenar, aprovechó un pequeño muro para saltar sobre él y seguir adelante, tomando ventaja en la última curva. Juls, a pesar de su destreza, no pudo alcanzarlo a tiempo.

El ciclista rubio cruzó la meta en primer lugar, pero para Juls, la derrota no fue tan amarga como parecía. Había conseguido el segundo puesto, y eso significaba que su bicicleta no sería destruida. Mientras recibía una botella de agua de cortesía, se preparaba para abandonar el lugar. No quería seguir en ese ambiente. La policía británica había sido informada del robo de sus pertenencias, y seguramente tendría que dar explicaciones sobre lo sucedido.