VEINTICUATRO

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Al día siguiente, temprano, Jughead estaba en la sala de estar sobre el sofá pegado a su computadora mientras que Betty estaba en la cocina. Éstos dos nisiquiera se habían hablado desde anoche y la tensión que había entre los dos no era buena.

En cuanto a la bebé, ésta jugaba con algunos de sus juguetes en el piso frente a su padre. Se aburrió y quiso algo de atención de Jughead. Gateó hasta llegar a él y se puso de pie, agarrándose de las piernas del pelinegro.

Jughead la miró. —Betty... toma a la bebé—

—Estoy ocupada— Le respondió desde la cocina.

—¿Acaso no ves que yo también lo estoy? Ven por tu hija— Le exigió sin dejar de mirar a la bebé, la cual ya estaba empezando a llorar por la falta de atención de su padre. —Sol, papi está ocupado—

Betty suspiró y dejó lo que estaba haciendo en la cocina para ir por su hija, pero ésta se negaba a soltarse de las piernas de su padre. —Bebé, papi no quiere jugar contigo. Ven—

Jughead las miró a las dos, serio. —¿Por qué aún no te la llevas?—

—¿Acaso no ves que no quiere irse? Si tan solo le prestaras un poquito de atención...

—¿Otra vez con eso Betty? Sabes que vivo ocupado y no tengo tiempo para jugar con una bebé—

—Pero también es tu hija— Le recordó cuando por fin pudo tomar a su bebé en brazos, pero ésta lloró aún más y le extendió los bracitos a su padre.

—Tu quisiste tenerla ¿No? Ahora encárgate tú— Exigió.

—¡¿Que está pasando contigo?! ¡Tú no eras así!— Lo enfrentó.

Jughead suspiró y se puso de pie, cerrando su computadora, para subir las escaleras sin decir nada.

Betty intentaba calmar a su pequeña, ya que ésta lloraba desconsoladamente y la realidad es que Betty también deseaba llorar igual que su hija. Últimamente lloraba todos los días. Se odiaba por ser tan sensible y que le afectara tanto la actitud de Jughead.

Finalmente el ojiazul bajó las escaleras sin nisiquiera mirarlas y se dirigió a la puerta principal.

—¿Otra vez te vas?— Preguntó la rubia con la voz temblorosa.

Jughead la miró. —¿Acaso no es obvio? No estoy de humor para aguantar tus reclamos Betty — Abrió la puerta y salió de la casa, azotando la puerta con fuerza.

Betty tomó aire y abrazó a su hija mientras ésta seguía llorando, mirando la dirección en la que se fue Jughead. La verdad es que a la pequeña le hacía demasiada falta su padre y aunque estaba con ella en casa, apenas la miraba.

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Jughead fue otra vez al bar para tomarse unos tragos. Últimamente tomaba todos los días, pero ésta vez estaba solo. Sus amigos tampoco aprobaban su actitud y ya no se juntaban con el.

Se acercó al mostrador y pidió una botella de cerveza para tomársela como si fuera agua, cuando una chica se acercó a él.

—Forsythe Jones III, ¿Verdad?— Preguntó una chica acercándose a él.

Jughead la miró y alzó una ceja. —Si, soy yo. ¿Y tú eres...?—

—Oh, perdón. Soy Cora. Cora Cárter— Se presentó sentándose a su lado alrededor del mostrador. —Leí uno de tus libros y tengo que decir que... me encantó—

Jughead soltó una pequeña risa. —Eso es bueno. Pero yo no creo que sean tan buenos—

—¿Acaso es una broma? Si son muy buenos. Y no hablo sólo de los libros. También el escritor— Admitió Cora acariciando el rostro del chico y acercándose para besarlo.

Fueron acercándose hasta que Cora casi atrapó sus labios, pero Jughead se separó.

—¿Que pasa?— Preguntó Cora. —¿No quieres?.

Jughead suspiró. —Lo siento. Eres linda y agradable pero yo... tengo novia y también una hija—

—Oh, entiendo— Le respondió. —Pero ella no tiene que saberlo—

—Cora, lo siento pero quiero estar solo por favor. Fue un gusto conocerte —

—El gusto fue todo mío. Hoy conocí al escritor de uno de mis libros favoritos. Espero que en un futuro no muy lejano volvamos a encontrarnos y las cosas sean diferentes — Se despidió alejándose de él y guiñándole un ojo.

Jughead la vio irse y pidió otra botella de cerveza para seguir tomando como si no hubiera un mañana.

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En casa, Betty logró tranquilizar a su hija después de mucho trabajo y ahora estaba meciéndola en sus brazos mientras le tarareaba una canción de cuna.

—Sol, mami te ama mucho mi amor. ¿Lo sabías? No llores más por papi. Tú no lo necesitas si estás conmigo— Le habló besando su frente.

Alguien tocó la puerta y Betty suspiró pensando que tal vez era Jughead, porque ya se estaba haciendo un poquito tarde.

Fue a abrir la puerta con su hija en brazos y palideció al ver quien era.

—Elizabeth — Saludó Brett. —Que gusto verte otra vez —

—Brett... ¿Que-que estás haciendo aquí? Vete...— Le suplicó.

—Solo quiero hablar contigo— Respondió Brett dando dos pasos más cerca de ella, pero ésta retrocedía. —Es muy linda tu bebé. Pero sería más linda si fuera mía —

—Brett, por favor vete. Intentaste matarme. Por favor... tengo a mi hija conmigo y por eso no puedo sacarte a patadas—

—Fui un estúpido. Pero ya cambié y estoy dispuesto a aceptar a tu hija como mia. Por favor Elizabeth... dame otra oportunidad—

En ese momento el pelinegro entró a la casa y cuando vio a su novia con su hija en brazos y a Brett cerca de ellas, enloqueció.

—¿Y tú que haces aquí? ¿No recuerdas que te saqué de aquí a patadas?— Preguntó Jughead, enojado.

—Yo puedo darles a Elizabeth y a su hija todo el amor que se merecen— Aseguró Brett.

Jughead lo agarró de la camisa y lo empujó fuera de la casa, haciendo que éste cayera al suelo y se lastimara la nariz.

—¡Lárgate de aquí! ¡Te matare si te vuelvo a ver cerca de ellas!— Gritó Jughead.

Brett se puso de pie, tocándose la nariz, y se fue. —¡Me las vas a pagar imbécil— Gritó mientras se iba.

Jughead cerró la puerta principal con fuerza y se giró a mirar a Betty, quien lo miraba en silencio con la bebé en sus brazos. —¿Entonces esto es lo que haces cuando yo no estoy?—


 —¿Entonces esto es lo que haces cuando yo no estoy?—

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¿Hasta cuando los tendré sufriendo? Descuiden. La pesadilla está por terminar 🙂

Los quiere....

Samy ❤️

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