VEINTISIETE

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Iba anocheciendo y Jughead estaba arreglándose la camisa frente al espejo del pasillo de las habitaciones mientras la rubia estaba encerrada en la habitación.

—Aún no entiendo por qué no me avisaste que dejarías a mi bebé con JB— Reclamó Betty aún encerrada en su habitación.

—Quería darte una... sorpresa — Se justificó el pelinegro. —¿Ya estás lista?—

—Ya casi— Respondió Betty.

—No entiendo por qué las chicas se tardan tanto arreglándose para una cita— Admitió Jughead.

—Ya estoy lista— Avisó la rubia abriendo la puerta de la habitación. Traía un vestido rosa suave que se ajustaba perfectamente a su cuerpo y le llegaba hasta las rodillas.

Jughead la miró de arriba a abajo y tragó saliva. —Yo... tu... estás muy hermosa—

—Y eso es porque ya no tengo una enorme panza de embarazo y puedo ponerme lo que quiera— Presumió. —También luces increíble—

—Nada comparado a ti, hermosa— Contestó sin dejar de mirarla de arriba a abajo.

Betty aclaró su garganta. —¿Y qué haremos esta noche?—

—Haremos tres cosas esta noche. O al menos eso estoy planeando—

—¿Y qué tipo de cosas? Por ejemplo... ¿Que haremos ahora?—

—Ahora mi amor, iremos a cenar— Le contestó. —Al mejor restaurante de todo Riverdale. Lo que mereces— Aseguró tomando su mano y besándola, haciéndola sonreír. —¿Nos vamos?—

Betty asintió y Jughead la tomó de la mano para bajar juntos las escaleras y salir de la casa. Él le abrió la puerta del auto y una vez que ella entró, el pelinegro dio la vuelta y entró al asiento del conductor.

Él empezó a conducir e iban en silencio. No era un silencio muy cómodo. Aún existía esa tensión entre ellos y no era una buena.

—Me siento rara— Habló Betty rompiendo el silencio. —Es la primera vez que salimos a solas después de que nació Sol—

—Tienes razón. ¿Pero sabes una cosa? De todos los errores que cometí en mi vida, del único del que no me arrepiento es de haber tenido a nuestro pequeño terremoto. Sol es la luz de mi vida— Admitió el chico con una sonrisa mientras conducía.

—Tiene un buen nombre y definitivamente lo merece. Es el Sol de nuestras vidas — Agregó Betty.

Jughead la miró de reojo con una sonrisa y ella le devolvió el gesto, y luego de que el chico condujera por unos minutos más, llegaron al restaurante más grande y más famoso del pueblo de Riverdale.

El ojiazul fue el primero en bajar para dar la vuelta y abrirle la puerta a la rubia.

—¿Por qué tan caballeroso?— Preguntó Betty, divertida.

—Es lo menos que te mereces amor— Respondió Jughead cerrando la puerta del auto y entrelazando su mano con la de la rubia. —Reservé nuestra mesa hoy en la tarde. Vamos—

Estos dos caminaron al interior del restaurante y subieron al segundo piso del restaurante, en donde un mesero los guió hasta su mesa. Estaba en un lugar muy hermoso. Habían luces por todas partes, hermosas flores de muchos colores y tenía una vista increíble hacia gran parte de Riverdale.

—Wow...— Murmuró la ojiverde mirando a su alrededor, asombrada.

—¿Te gusta preciosa?— Preguntó Jughead sacando la silla para que la rubia se sentara.

Nuestro Mejor Error <Bughead> Donde viven las historias. Descúbrelo ahora