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El tiempo pasa, las cosas no mejoran, solo... empeoran.
La castaña y el bicolor se encuentran en la habitación de esta haciendo una tarea que tienen juntos ya que a ella necesitaba ayuda con una parte que no lograba entender, eso y que solo lo usó como excusa para pasar más tiempo con él.
—Finalmente terminamos —exagera la de ojos castaños cayendo hacia atrás sobre su cama.
—No era tanta —niega con su cabeza el heterocromático con una sonrisa divertida.
—Odio matemáticas —murmura cerrando los ojos.
—Y por eso te cuesta tanto a veces —comenta mientras recoge los cuadernos y demás cosas que estaban utilizando.
—¿Ya te vas? —pregunta girando su cuerpo para mirarlo.
—No, solo estoy recogiendo las cosas —contesta luego frunce el ceño— ¿Quieres que me vayas?
—Obvio no —responde levantándose para tomarlo del cuello acercándolo a su rostro y volviéndose a dejar caer llevándose al chico, provocando que termine encima de ella.
—¿Qué haces? —pregunta divertido.
—Nada —contesta con inocencia luego acorta el espacio que los separa para unir sus labios en un beso largo, al separarse se sonríen— ¿Quieres hacer conmigo mi rutina de skincare?
—¿De qué?
—Mi rutina de cuidado facial. Mascarillas y esas cosas.
—Sí ¿Por qué no? —se encoge de hombros y la chica sonríe emocionada.
—Genial, ¿Puedes terminar de recoger la cama mientras busco todo lo que necesitaremos? —pregunta Shoto asiente dándole un pico en los labios a Kazumi antes de quitarse de encima de ella.
Mientras el bicolor termina de recoger sus cuadernos y libros, la castaña se levanta de la cama y se acerca a la gaveta de la biblioteca donde guarda los productos de aseo personal, incluyendo los productos de cuidado del cabello y de la cara.
Saca las cosas que van a necesitar colocándolas todas entre sus brazos, al levantar la mirada divisa una cajita un poco más pequeña que la palma de su mano, frunce el ceño, acomoda las cosas en un solo brazo y toma la cajita, con algo de dificultad logra abrirla, lo que encuentra dentro le saca tal susto que deja caer todo lo que tenía encima.
—¿Estás bien? —el escuchar la voz del heterocromático hace que de un bote en su lugar, se gira a verlo con rapidez y le sonríe.
—Sí, solo se me resbalaron —le resta importancia, él asiente poco convencido.
