Entre Tinta Y Cicatriz [Jenlisa]

21

Jennie pov. 

Presiono el botón de llamada de la puerta principal de Healing Homes. 

El timbre suena antes de que la puerta se desbloquee para dejarme entrar.

—Jennie. — Taylor me dedica una cálida sonrisa cuando entro en la oficina principal. —No sabía que ibas a venir esta noche. — Es algo extraño para ella, Rosé y yo solemos ir y venir al azar. 

Especialmente con todo el trabajo que hemos estado haciendo aquí recientemente.

—Pensé en venir a organizar algunas de las cosas de invierno. — Ya lo he organizado, pero ¿qué daño hace revisar todo? 

De acuerdo, quizás es más para mantenerme ocupada y no pensar en otras cosas. 

Y con eso me refiero a Lisa.

Me había roto y le dije a Rosé que había dejado la escuela para venir aquí, le hice prometer que no le diría a Lisa. 

En realidad no me presionó para que le diera ningún detalle, solo me aseguró que me cubre la espalda con una carita de diablo. 

Ella está más que dispuesta a ser mezquina conmigo sobre todo el asunto de Jamie, Lisa y dejarme sin una explicación.

—Debería advertirte. — Taylor sale de detrás de la recepción. —Tu madre está aquí.

— ¿Está bien?— Pregunto.

—Lo estará. — Alarga la mano y me la coge, dándome un apretón. —Parece que tu padrastro tuvo una sobredosis hace unas horas.

Me quedo en shock, sin saber cómo procesar esa información. 

¿Pensé que era una mierda? Sí. ¿Creía que debía morir? Sinceramente, no tengo ni idea. 

Tampoco quiero sumergirme en esa línea de pensamiento, nunca quiero desearle el mal a nadie.

— ¿Puedo verla?— Por muy enojada que esté con mi madre, al fin y al cabo sigue siendo mi madre. 

Es tan extraño amar y odiar a alguien a la vez, pero eso es lo que pasa cuando tu madre elige constantemente a un hombre antes que a ti.

—Por supuesto. — Taylor abre la puerta de seguridad antes de llevarme al interior, se detiene frente a una de las muchas habitaciones.

La puerta está agrietada, espero escuchar sollozos o algo así, pero está completamente silencioso. —Estaré cerca.

—Gracias. — Veo a Taylor partir, sin estar segura de lo que voy a decirle a mi madre. 

Tomo aire antes de empujar la puerta para abrirla más, cruje, atrayendo su atención hacia mí. 

Está sentada en el centro de una de las camas, con las piernas dobladas bajo ella. 

Está hecha polvo.

Odio que esté atrapada en esta vida, pero he aprendido que no se puede ayudar a alguien si no está dispuesto a trabajar y cambiar. 

Siempre tengo la esperanza de que una de estas veces ella finalmente esté lista.

—Jennie. — Sus ojos se abren de par en par. 

Parpadea un par de veces como si estuviera comprobando si sus ojos le están jugando, o si me está imaginando.

—Hola, mamá. — Cierro la puerta detrás de mí, me acerco a la cama y me siento.

—Siempre estás muy guapa. — Levanta la mano para colocarme un trozo de pelo detrás de la oreja. 

Su mano tiembla todo el tiempo.