Jennie pov.
—Así, kitten. — Se me corta la respiración cada vez que me llama así, al principio no estaba segura de qué hacer con el, pero poco a poco me está gustando. No es ni bebé, ni ángel, es diferente, y estoy segura de que hay una razón por la que me llama así.
Un día no seré tan tímida y presionaré para saber por qué.
Lisa se acerca por detrás de mí y me rodea con sus brazos mientras me pongo delante del saco de boxeo del gimnasio.
Cierro los ojos, disfrutando de la sensación de que me abraza.
Me acomodo en ella, amando lo segura que sé que estoy en este momento.
—El pulgar tiene que estar en la parte exterior del puño. — Me saca el pulgar, poniéndolo donde quiere. —Entre el primer y el segundo nudillo de tus dedos índice y corazón, así no lo romperás.
La miro por encima del hombro, tiene toda su atención puesta en mí.
Me vuelvo para poder concentrarme antes de lanzar el golpe.
Me dedica una sonrisa de aprobación que me hace vibrar.
—Ahora, si puedes y eres más bajita, así que supongo que lo harás, quiero que vayas así, sobre todo si es un hombre, los va a cegar y sobresaltar temporalmente.
Me muestra cómo golpear la bolsa usando la palma de mi mano.
—Es difícil que la bolsa suba a la derecha, pero quieres golpear hacia arriba. — Se pone delante de mí y desliza su dedo hacia arriba y hacia abajo para mostrarme dónde apuntar.
Jugamos un rato, me enseña algunos otros movimientos de defensa personal, me encanta lo decidida que está a que yo sepa cómo protegerme, tampoco se me escapa que conoce todos esos movimientos defensivos.
Intento no pensar en lo difícil que lo tuvo al crecer, me duele el corazón.
—Y vigila siempre tus pies. — Incluso mientras dice las palabras, los míos son barridos por debajo de mí.
Suelto una carcajada, sabiendo de algún modo no voy a caer al suelo, sus brazos me agarran antes de que me caiga y me atrae hacia ella.
Le rodeo el cuello con los brazos.
—Sabes mucho sobre cómo protegerte. — En cuanto las palabras salen de mis labios, me pregunto si he ido demasiado lejos.
Los muros que ambas ponemos a nuestro alrededor empiezan a caer, no quiero presionarla para que se abra más de lo que está preparada.
—No siempre fui así. — Me resulta difícil verla como otra cosa que no sea esta mujer fuerte frente a mí y que me atrevo a desafiarla.
Me mira fijamente y su boca empieza a bajar, se me cierran los ojos esperando su beso, pero mi teléfono empieza a sonar desde donde lo dejé.
Abro los ojos de golpe.
—No vas a detenerme, kitten. — dice contra mi boca antes de volver a besarme. Es tan fácil perderse en ella, no estoy acostumbrada a eso, la parte de dejarse llevar. —Son jodidamente persistentes.
Lisa gruñe mientras se retira del beso, poniéndome de nuevo en pie, coge mi teléfono.
La irritación es evidente en su rostro, se desvanece cuando mira la pantalla y contesta.
—Hola. — dice. —La tengo. — Sé que tiene que ser Rosé. —He dicho que la tengo. — Vuelve a hacer una pausa. —Lo tengo. —
Termina la llamada, sin darme el móvil.
—Voy a meterme en la ducha y a cambiarme, luego te llevaré a encontrarte con Rosé para almorzar.
—Oh, mierda, me había olvidado de eso.—Vamos, nos cambiaremos y nos encontraremos con ellas. —Me coge de la mano y me lleva fuera del gimnasio y hacia nuestras habitaciones.
Me suelta pero no antes de besarme de nuevo, para una mujer a la que no le gusta que la toquen, le gusta que yo la toque.
Me pregunto por qué soy tan diferente.
No tardamos en reunirnos con Rosé y Jisoo.
No me pierdo las miradas que recibimos mientras Lisa me lleva de la mano por el restaurante y sale al patio trasero donde están sentadas Jisoo y Rosé.
Sus ojos se abren de par en par cuando nos ve llegar, Lisa sigue cogiéndome de la mano hasta la mesa, incluso me acerca la silla.
—De acuerdo. Me gusta mucho esto. — La sonrisa de Rosé se extiende por su cara.
Agacho la cabeza mientras mis mejillas empiezan a calentarse, realmente tengo que controlar esto del rubor.
—No la incomodes. — Lisa mira a su hermana de forma mordaz.
— ¿Cómo puede ser incómodo? Solo somos nosotras. — se defiende ella.
Lisa deja caer su brazo sobre el respaldo de mi silla.
Cuando el camarero viene a pedir nuestra bebida, ni siquiera tengo la oportunidad de decirle lo que quiero porque Lisa lo hace primero. No puedo evitar sentir un cálido aleteo en el pecho por el hecho de que sepa lo que me gusta.
—Esto es tan adorable. — Rosé apenas puede quedarse sentada en este punto, sé que quiere interrogarnos sobre lo que está pasando.
No estoy muy segura, para ser honesta, hemos compartido algunos besos. Me deja tocarla, creo que eso nos convierte en pareja, tal vez.
—Lisa dijo que tiene algunas ideas para Healing Homes. —interrumpo.
Jisoo se echa hacia atrás en su silla, su brazo también rodea la silla de Rosé, están muy cómodas juntas, encajan y se equilibran mutuamente.
¿Podríamos Lisa y yo tener eso algún día? Todo esto parece demasiado bueno para ser verdad.
— ¿Oh?— Las cejas de Rose se levantan.
Lisa entra en detalles sobre el software que ha montado, me siento y la escucho explicarlo todo.
Nunca le he oído hablar tanto a la vez.
—Te pareces mucho a papá. — dice Rosé.
—Él es el que me enseñó. — Lisa se encoge de hombros como si no fuera gran cosa, Rosé pone los ojos en blanco ante su hermana.
No creo que construir un programa de software sea algo que se aprenda fácilmente, puede que Kael le haya ayudado, pero está claro que Lisa es una esponja para la información, que lo absorbe todo con facilidad.
—Es realmente increíble, me preocupaba cómo iba a ser capaz de seguir y mantenerse al día con todo.
—Me alegro de haber podido ayudar. — Sus dedos juegan con las puntas de mi pelo.
—Es muy dulce de tu parte, gracias, significa mucho. — Bajo toda esa tinta y esa mala actitud hay una mujer dulce.
Se inclina y su boca se encuentra con la mía en un suave beso.
—Se están besando. — susurra Rosé.
—Lo veo, cariño. — responde Jisoo.
Dejo escapar una pequeña risa, Lisa sonríe contra mis labios.
Creo que me gusta su sonrisa tanto como sus besos.
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Entre Tinta Y Cicatriz [Jenlisa]
Fiksi PenggemarLa chica nueva, ni siquiera la vi hasta que fue demasiado tarde. Pero ella me vio a mí. Las peores partes de mí. Mis puños y mi rabia, es la única cara que muestro, la única forma en que puedo saludar al mundo sin que me vuelvan a hacer daño. Soy...