Cuidado

1 0 0
                                    

(Viernes 16 de marzo del 2018, 04:08 p.m.)

Querido Diario

Sé que ya usé este ejemplo pero me siento como una enferma mental. Como si ya salí de rehabilitación y ahora me toca sobrevivir en el mundo por mí misma. Lo digo porque acabo de ver a Gabriel, cruzó por la cafetería en su auto y estaba hablando por teléfono. Y por alguna razón desconocida no sentí nada más que un pequeño pellizquito en mi corazón, ya no está ese vacío y dolor que solía estar. Sin embargo, sentí un impulso de correr hacía tu auto y hubiera llegado si lo hubiera hecho. ¿A qué iba a correr hacia él? Quizás a nada, en realidad no lo sé. Y me cuestioné a mí misma, me atosigué en preguntas del porqué de mis impulsos (impulsos que no llevo a cabo porque aún conservo la cabeza). Para mi sorpresa la respuesta fue "solo quiero que me vea". Creo que para que sepa que existo aún o para que me hable o para que sepa que estoy bien sin él. Cosas locas de mi lado derecho que el izquierdo sigue sin comprender. Aún se esfuerza en mortificarme con los recuerdos.

La verdad sé que hay algo maligno que se esfuerza en que vuelva a la tristeza de la que Valerie me ayudó a salir. Es tan tal que el otro día soñé que él estaba en su auto y yo iba caminando en la calle. Resulta que él me habló y yo me detuve a su derecha (aún fuera del auto) pero mientras hablábamos unas pocas palabras a las que no le presté ni la más mínima atención me percaté de que un auto perdió en control y se iba a estrellar contra nosotros, por lo que yo le grité "¡CUIDADO!" y me lancé al piso pero no pude evitar que Gabs no saliera herido. Por lo que dejé todas mis vainas en el piso mientras lloraba, gritaba su nombre y acudía en su auxilio. Mi pierna estaba herida pero eso no me importó, abrí el auto, le quité el cinturón, tomé su rostro y estaba sangrando, Gabriel estaba aturdido. Mis lágrimas eran cada vez más y más y traté de llamar al 911, decirle que todo estará bien y entre todo el ajetreo Gabriel tomó mi rostro y dijo que me quería, que nunca dejó de hacerlo y que lo perdone por haberme dejado y darse cuenta tarde de lo que tenía. Yo tuve el mayor de los miedos, puesto a que creí que se estaba despidiendo. Entonces nos besamos y Gabriel perdió el conocimiento. Y yo me desperté.

No tenía la intriga de si vivía o moría o si quedábamos juntos o amigos, yo no lo quería saber. Ni siquiera me moleste en inventarle un final feliz para todos, yo solo quise despertar. Ese sueño me mantuvo pensativa pero nada que la universidad no pudiera disipar. ¿Ves lo que te digo? Satán no quiere que yo lo supere, quiere que yo lo sufra hasta que literalmente muera de tristeza. Y sé que en un momento quise que se llevara a Gabriel sin que yo me diera cuenta pero eso no quiere decir que de verdad quiero que lo haga y mucho menos que me lleve a mí a su mundo de tiniebla y verdadero dolor, por lo que una vez más reafirmo mi intención de sepultar mis sentimientos.

Vivos o muertos, van a ser sepultados y no pienso desenterrarlos. A ningún precio, no lo haré. Ya no quiero.

Con cariño,

Mariella.

Where do broken hearts go?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora