(Jueves 28 de diciembre del 2017, 1:04 p.m)
Luego de la larga madrugada, ya estoy aquí. Tengo tanto para contarte de mi estado actual, pero no puedo abordar ese tema sin que sepas cómo llegué hasta aquí. Pues bien, lo último que te conté fue nuestro pre-primer beso. Un mes después Gabriel y yo estábamos en el mueble de mi casa, él tenía que hacer tareas y habíamos quedado en el mutuo acuerdo de que nos besaríamos solo los 28 de cada mes y el 28 que no nos pudiéramos ver, se le sumaría al otro mes como una compensación. Ese día Gabriel me preguntó si era necesario esperar al 28 (puesto a que estábamos solos), yo elevé mis hombros y le "hice un favor" (comenzamos a llamarles así cuando Gabriel me pedía una y otra vez que le hiciera un favor y me pedía que lo besara). Lo que comenzó esa tarde como simples besitos fue tomando más profundidad de la que puedo contar. Sí recuerdo que Gabs quiso utilizar su lengua pero tuve tanto miedo que hice un desastre (no abrí mi boca, entonces su lengua solo tuvo contacto con mis dientes). Ya no entraré en detalles de ese día.
No nos volvimos a besar hasta el 28 de julio en Little Caesar's y luego en el olímpico. Hubo un problema por el que creímos que debíamos dejar la relación o solo apartarnos (personas que se sentían incómodas con nuestra cercanía sin ser oficialmente novios), pero luego de mucho hablar y pensar decidimos que no era necesario alejarnos, todo era cuestión de no ser tan públicos. Gabs siempre ha sido de quienes buscan opiniones externas y un día me dice que uno de sus amigos le sugirió que viviera el presente, que no le apene nada y que si siente hacer algo no tenía por qué cohibirse. Luego de esa ocasión, besarnos ya no podía solo limitarse a los 28 y llegamos al punto de juntarnos a escondidas a "eso". Se conservaba la comunicación, el deseo mutuo de compartir un futuro, nos llamábamos a cada rato y básicamente éramos novios sin título.
En una ocasión me resentí con Gabriel porque sentía que me estaba dejando de lado o me respondía solo por responder (toda una semana). Cuando llegó el sábado de esa semana le dije que quería hablar con él pero que no me apetecía hacerlo por chat, él se preocupó y me pidió que le cuente, pero no recuerdo haberle respondido. Cuando llegó la noche, al final del culto estuve hablando con Nathan, ni siquiera me interesé por buscar a Gabriel (que no se había sentado conmigo aquella vez). Recuerdo cuando llegó y saludó a Nathan, luego me abrazó rato largo, me tomó de la mano y me llevó aparte; se sentó y me dijo que le hable pero yo le dije que no quería hacerlo en un lugar que no fuese privado entonces Gabs se levantó, se acercó tomando mi rostro, besó mi mejilla y me dijo que no lo mirase como lo estaba haciendo (no creí estarlo mirando de una forma distinta a siempre). Al final me abrazó de los hombros y me llevó a su auto antes que todos los que se iban con él llegaran, entonces ante la privacidad que ya teníamos le expliqué que estaba dolida más que molesta porque pasaba a ser un segundo plano desde mi punto de vista pero que si consideraba que estaba siendo injusta o algo, me lo haga saber. Gabriel se sintió mal, me pidió perdón y se justificó (aunque al final concluyó con que no tenía ninguna excusa válida para tratarme como lo estaba haciendo).
Otro buen recuerdo que tengo es que cada vez que me enfermaba, él me visitaba. Una vez me dio disentería y me trajo un pote de crema de avellanas (nutella menos nutella). Pero otra ocasión más genérica es que tengo un problema en la piel producto de la resequedad, el sudor que se seca y los químicos donde mi piel se abre, se pone dura y muchas veces brota sangre. Esa enfermedad en particular me hacía sentir mal conmigo misma y mis familiares porque mis hermanos me decían que no los toque, mami me decía que no tocara nada sin guantes (como si se fuera a contagiar) y papi solo no podía con la culpa de que es un problema que vengo notificando desde que tengo uso de razón y que había iniciado en el meñique de la mano derecha pero que ellos habían decidido ignorar hasta que se expandió a ambas manos por completo. Era una condición espantosa, en la que siempre me dolían los dedos y sangraban, y me daba vergüenza que alguien que no fuera Valerie los viera (porque ella es mi mejor amiga y nunca había hecho un escándalo al respecto). Sin embargo, Gabriel siempre me pedía que le dejase ver mis manos y nunca me valió que me resistiera. Él se quedaba ratos largos mirándolas, besándolas e inclusive babeándolas.
Todo siguió en paz, salíamos, hablábamos, nos abrazábamos y compartíamos todo el tiempo y el calor humano que pudiéramos mientras estuviéramos juntos. Lo invité a la cena de graduación que íbamos a tener las personas de mi promoción (FUE HERMOSO, OMG) y hasta me pidió una foto, estaba tan feliz. Al otro día en mi graduación fue todavía más hermoso que a la cena y estaba tan abiertamente orgulloso y feliz por mí que creí que en cualquier momento iba a llorar de lo conmovida que me hacía sentir el tenerlo a mi lado.
Con cariño,
Mariella.
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Where do broken hearts go?
RomantiekMi nombre no es Mariella, pero en este libro cuento mi historia. Cuando tuve 17 años me enamoré por primera vez y rompieron mi corazón. No sabía a dónde ir o con quien hablar, sentí que las personas ya se habían hartado de mí, comencé a escribir, co...