De vuelta a la realidad

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(Sábado 30 de diciembre del 2017, 4:33 p.m.)

Querido Diario

Hola, ¿cómo estás? Sé que la vez pasada te dije que ya conocíamos la historia pero la realidad es que sé que tú, mi diario, no la sabes y me quiero disculpar contigo porque no la quise contar ayer. Ya era mucho dolor expresado. Además quiero hablarte de otras personas, así que te pondré completamente al día.

Tras haberle escrito a Gabriel para resolver nuestros problemas, él se detiene a escribir tantas cosas que al final y en resumen entendí "no me gustas hace dos meses" "actúe normal y no te dije por miedo" "debemos dejar la relación hasta aquí, por lo menos por ahora". Estaba tirando la toalla. Por más que lo quisiera y por más que deseara que estuviera mintiendo o tener un millón de palabras para convencerlo de que no abandonara lo nuestro, no podía hacerlo, no podía pedirle que se quedara más de lo que lo hice. No quería que estuviera conmigo por la pena que pudiera causarle el estar sin él. Sentí como cada fibra de mi corazón se contraía y hacía de mi existir una calamidad. Había temido tanto este momento que no me había detenido a ensayar mi reacción, estaba tan fuera de base. Ya no quería saber del celular, no quería saber de nada ni nadie, yo solo no quería sufrir. No otra vez, no por Gabriel. Lo bloqueé y archive las conversaciones (aún no las he borrado, ni he quitado los favoritos. No estoy lista).

Todo mi ser dolía, ya no quería salir, solo quería llorar y ahogarme en mis lágrimas. Sentí como todos mis sentimientos, todas las promesas, todos los sueños, todos esos momentos eran tirados a la basura por mi propio patrocinador. El que se había propuesto a proteger mis sentimientos de los demás se había encargado de destrozarme sin quererlo. Tenía tanto miedo de volverlo a ver o de que me hablara, no iba a contener mis lágrimas y probablemente eso lo alejara más. Vi su pulsera y recorrí la habitación poniendo todos sus regalos en una funda que él mismo me había regalado, no por nada, solo no quería tener el dolor esparcido en mi habitación.

Hablé con Valerie y con Juliette (ellas siempre han sido mi punto de apoyo), me mantuvieron entretenida hasta que me fui a dormir a eso de las 6 p.m. A las 3 a.m. me desperté buscando la pulsera que me había regalado pero recordé que me la quité... Y que la relación había llegado a su fin, lloré como nunca había llorado por nadie en la vida. Si me he enamorado otras veces, si he tenido novio, si he hecho una serie de cosas pero ninguna de ellas nunca había tenido ni tendrá el peso que tuvo el haber estado con Gabriel. Entre todos mis exlovers, Gabriel había sido el único que había sido mi mejor amigo. Nunca me había enamorado de mi mejor amigo antes y creo que nunca había tenido un mejor amigo más leal y especial que Gabriel. Al cortar la relación también se cortó la amistad, ya no estaba perdiendo solo a mi "casi novio" también había perdido a mi mejor amigo (o así lo vi yo).

Al llegar el día de la cena, fui únicamente porque tenía el compromiso y ya había pagado por eso. La cena se mantuvo en paz hasta que a eso de las 10 llegó Gabriel borracho (él dice que solo simulaba estar así, por miedo a lo que pudiera afrontar). Cuando lo vi entrar en ese estado, ya no quería ni estar cerca de él. Me preguntaba qué lo habría movido a hacerse daño, estaba tan enojada, triste y decepcionada de él que creí haberlo desconocido por completo. Había llegado a la conclusión de que se había convertido en eso que había prometido destruir: un "sin rumbo". Ya no sabía que quería, no sabía que sentía, no sabía ni donde estaba parado ni a donde quería llegar (sigo hablando desde mi percepción). Tomó asiento en frente de mí y nos quedamos un rato sosteniendo la mirada. Me sentía tan incómodamente dolida, no vi mucha expresión en sus ojos, solo una especie de "sí, te estoy mirando". Al finalizar la noche, te di tu regalo. Amé a Enrique, se equivocó al haberte llamado y hacer chistes típicos suyos de "ustedes son una sola carne" pero eso no impidió que pasado ese momento incómodo me hiciera sentir que cuento con su amistad en buenas y malas, me preguntó si quería que él te pasara el regalo o si necesitaba ayuda en cualquier cosa que tuviera que ver contigo. Obviamente me negué, si estaba destruida pero mi orgullo nunca me ha permitido darle el lujo a otros de mostrarlo tan a la clara.

Cuando nos despedimos, nos abrazamos pero Gabriel... Besaste mi hombro. ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué se supone que significó eso? Al entrar al carro, me recosté en el hombro de Johanna y continué eso que había dejado a medias a las 3, rompí en llanto.

Al llegar a mi casa, sequé mi rostro, preparé mi mejor sonrisa y entré. Todo se mantuvo en paz. Te desbloquee, pero mantuve archivado tu chat. Se desencadenó una conversación en la que expresabas tus disculpas y agradeciendo que te haya desbloqueado. Perdón si fui cortante contigo, te lo merecías. Pasó la conversación donde concluimos en que nos sentaríamos juntos porque tenías algo para decirme (que al final no le dijiste nada, no entendí chamo).

Quedamos por última vez en que vendrías el lunes temprano a mi casa porque iba a salir (yo no iba a salir nada, solo que luego de ese día y esa hora no iba a hablar contigo jamás del tema). Para no hacer el asunto más largo, Gabriel me pidió que fuéramos amigos como antes. Luego de un par de frases ahí que lo hagan pensar o sentirse mal, le dije que está bien (a sabiendas de que sería más difícil para mí). Ha pasado el tiempo y siento las cosas tan frías como si le hubiera dicho que no me interesaba su amistad.

Debo dejar esa costumbre de hablar al diario como si estuviera escribiendo a Gabriel...

Con cariño,

Mariella.

Where do broken hearts go?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora