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Dejo salir un suspiro cuando he caído de nuevo en la silla de mi oficina. Sabía que alejarme unos días de esta empresa traería problemas. Se supone que no tendría mucho movimiento, pero quizás con el aumento de las tarifas de hoteles nos ha tocado tener al tanto el aumento.

Dejo caer mi cabeza hacia atrás buscando de una u otra forma la manera de relajarme, necesito hacerlo. O eso creo.

Tocan la puerta de mi oficina. Llevo mi mano hacia el puente de mi nariz.

-Disculpe señora Jáuregui. La están buscando- ladeo la cabeza porque tengo entendido que Camila no saldría hoy de casa.

¡Oh Camila! Mi dulce y resplandeciente esposa madre de mis dos bellos hijos, adorada mujer de mi familia.

-Señora- la voz de mi secretaria me hace asentir en afirmación. Y aunque lo he hecho sin ponerle atención ha dejado entrar a la única personas que no deseo ver, aunque estoy segura que tengo más de una persona que no deseo ver en este momento.

La cantidad de correos electrónicos que he estado evitando me han ahogado, en donde ella también es parte del protagonismo.

-Hasta que te puedo ver- siento los fuertes ojos azules mirarme mientras se deja caer.

-Te he dejado claro que no te quiero volver a ver ¿Qué mierda haces aquí?- me inclino hacia adelante tratando de dejarle claro mi molestia.

-No sabía que la maternidad te pondría tan reacia- alza su ceja y dejo salir un suspiro –Quería felicitarte ¿O no puedo?- su voz me hace sentir molesta. Ya entiendo cada una de las molestias que Camila había tenido a causa de esta mujer.

-No, no es de tu incumbencia. Te pido amablemente que te retires o tendré que pedirle a seguridad que lo haga- alzo mi mano y la paso por mi frente.

-Hasta te casaste- la veo fruncir su ceño y alzo mi ceja.

-¿Qué con eso?- suelto sin importarme.

-Ni siquiera lo pensaste dos veces ¿Verdad? Yo te tuve que suplicar para hacerlo ¿Qué pasa con ella? ¿Qué tiene ella que no tenga yo?- su voz comenzó a subir de nivel causando que llevara mis manos a mis sien.

Me levanto de golpe causando que ella se asombre, camino todo el trecho hacia su lugar y la tomo del brazo alzándola.

-Esa es la cosa Nicole- la arrastro hasta la salida y tomo el pomo de la puerta –Ella no tiene nada malditamente parecido a ti- y la lanzo fuera de mi oficina –Te pido que este mujer tenga prohibida la entrada- digo delante de ella a mi secretaria antes de azotar la puerta con fuerza.

Mi teléfono comienza a sonar y como si fuera poco, no quería atender nada. Volvió a sonar y camine hacia mi escritorio y sin ver quien era respondí.

-Jáuregui- digo en voz monótona.

-Pero cada día te vuelves más una señora- la voz dulce mi esposa me hace sonreír -¿Mal día?- me hace la pregunta y asiento aunque no puede verme.

-Sí, mal día- digo dejándome caer en la silla de nuevo mirando hacia el gran ventanal.

-¿Sexo hasta el amanecer?- digo y aquello causa que sonriera.

-O hasta que un bebé llore. Pero me conformo con verte llegar al orgasmo gritando mi nombre- suelto aquello recordando cada una de sus expresiones.

-¡Me gusta esa proposición!- ella suelta con entusiasmo. -¿Traes cena o preparo?- me pregunta con total sutileza aunque sé que tiene a uno de nuestros hijos cargado. Puedo escuchar el balbuceo halándole.

-Llevo cena, quiero que descanses- deja salir un suspiro.

-Si tenemos sexo alocado es necesario descansar. Buena decisión señora de las cuatro décadas. ¡Te amo!- dice con entusiasmo y cuelga al mismo tiempo que mi puerta se cierra.

La sonrisa que estaba en mis labios se borra, una línea plana se forma causando que ahora guarde mi teléfono en mi chaqueta del traje y mire a mis progenitores.

-¿Ya se cansaron de fingir delante de Camila?- les hago la pregunta y mi madre lleva su manos al pecho negando.

-¿Por qué piensas que fingimos?- mi padre pregunta sentándose al lado de mi madre.

-Nunca se preocuparon por mí ¿Por qué ahora?- ladeo mi cabeza -¿Por qué ahora que tengo una familia y una mujer que me ama? De repente están tan interesados en mi familia, en mi esposa y en mis hijos- los miro sin expresión alguna.

-Lauren...- alzo la mano y detengo a mi padre.

-No seas la burla, por favor- paso mi mano por mi rostro –Quiero que se lleven bien con ella y con mis hijos porque se lo merecen. Camila es lo mejor que me ha pasado y no necesito sermones a estas alturas de la vida-

-Sabemos que no fuimos buenos padres pero no quieres ausentarnos de tu vida- mi madre dice acercándose.

-Arrepiéntanse en otra vida. La de ahora ya está hecha ¿Qué quieren?- me recuesto en mi silla.

-¿Has leído los correos?- niego restándole importancia haciendo un ademan con la mano.

-¿Por qué tanto misterio? ¿Me han heredado una corona o qué?- alzo mis manos buscándole un motivo.

-Sabes bien que nos gusta Camila, pero ella no es la mujer indicada- aprieto mi mandíbula.

-¿Indicada para quién? ¿Para mí o para el resto de ustedes?- me levanto alzando las manos.

-Si no te divorcias de Camila en lo que resta del mes o en dos. Toda la herencia que te corresponde por parte de ambas familias será quitada- alzo mi ceja y sonrió con arrogancia.

-Me limpio el culo con dinero- dejo caer ambas manos en el escritorio.

-Lauren...- mi padre dice levantándose.

-Claro el problema es que como tú no te limpias con él, quieres que yo haga las artimañas para que lo haga. Si mis abuelos los desheredaron no es mi problema. Tampoco es mío que no cumpla con las expectativas de unas personas que piensas que abriendo la boca se les va a cumplir el deseo de que me deje meter una verga por el culo...-

-¡LAUREN!- grita mi madre azotando las manos contra el escritorio.

-¿Estoy equivocada? ¿O aquí el problema es que Camila no tiene el dinero que tenía Nicole?- mi madre niega con molestia y se gira saliendo de la oficina.

-Piénsalo Lauren- dice mi padre antes de salir.

-Maldito día en que vine a nacer en una familia machista, homofóbica, narcisista y mentirosa-


*APARECI*

Señora 2da ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora