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— ¿Cómo es posible? ¡¿COMO?!— alzo la voz con fuerza mirando llorosamente a Lauren.

—Pero Camila, cálmate, po favo— sus palabras tienen sentimientos, están casi suaves y no puedo dejar de sentir el ardor en mi garganta.

—Siempre es lo mismo, la misma a mierda ¡SE ACABO!— digo alterada alzando mis manos con furia y fuerza. Lauren abre sus ojos en demasía abriendo su boca varias veces en busca de alguna buena excusa.

—Camila, fue mi culpa lo admito. Pero de solo verla ¡Dios!— sus manos tapan su rostro y cae sentada en el banco de la isla. La mira con rabia.

— ¿En serio es lo único que dirás? ¿Es lo único que se te ocurre decir?— mis manos se apoyan en la isla sin querer mirar a la mujer que se debería llamar esposa.

—Yo...— murmura mirándome levemente. —Se supone que siempre tengo que ser la fuerte pero también me canso Camila— niego apretando mi mandíbula —Siempre te veo allí...

—Esa es la excusa más absurda Lauren.

—Me cansa tener que solo mirar de lejos, yo también necesito un poco de...— alzo mi mano para detenerla.

—Y claro, lastimar a Camila siempre está en tus planes, siempre es satisfacer tus necesidad por encima de las mías.

— ¡MENTIRA! ¡SIEMRPE ESTOY PARA TI!— Se levanta de golpe —Solo que yo necesitaba un poco de algo que llevara... bueno ¡Todos cometemos errores!

—Y tú sobre todo te tomas de esa excusa barata y fuera de lugar. ¡Quiero el divorcio!

— ¡NO! Prometo no hacerlo más, prometo no tocarla más, prometo ni siquiera mirarla— sus manos toman mis mejillas. Me aparto con rabia y doy vuelta en la isla para tomar distancia —Camila mi vida, solo déjame tener otra oportunidad, la merezco ¡Por favor!

—No, ya van cinco veces que lo has hecho a mis espaldas ¿Me crees tan estúpida?

— ¡NO MI AMOR! En lo absoluto, eres hermosa, preciosa, entregada, impresionante y maravillosa— niego apartándome de ella con molestia. —Y una mujer muy, pero muy importante en mi vida.

—Quiero el divorcio ¡DIJE!

— ¡NOOOO! Solo me comí cinco veces tu pastelito de chocolate. Pero es que estaba delicioso, mi boca se hacía agua cada vez que lo veía pero tenía miedo de decidírtelo.

Cae de rodillas tomando mis piernas con sus brazos sin permitirme mover, se levanta de golpe y me abraza de frente.

—Prometo comprarte un pastel de 8 porciones solo para ti solita ¿Quieres?— la mira con molestia y chasqueo mi lengua.

— ¿Una pieza de cada sabor?— ella asiente con una sonrisa y yo me lanzo a sus brazos — ¡Eres la mejor esposa del universo, no hay nadie como tú!

—Estas dos están locas— la voz de mi hermanita me hace girar el rostro y le lanzo un beso mientras que Lauren besa mi mejilla repetidas veces — ¿De verdad estas dos criaran a estos niños?— pregunta mi hermana mirando a Emma en los brazos de mi madre.

—Que más toca, será pedirle a Dios que tenga piedad de ellos.

— ¡Hey! Más fe en tu hija— apunto a mi madre y me acerco a ella. —Hasta ahora lo hemos hecho bien— mi madre asiente y deja a la pequeña Emma en su cochecito mientras dormita a causa de los brazos de mi madre.

—Esta bonita la casa— miro alrededor y sonrió grandemente abrazando a Lauren.

—Teníamos tiempo queriendo mudarnos, creo que fue el momento perfecto. Además hemos pensado que si los niños se crían en este entorno, será más ameno para ellos que mudarse más grandes.

—Es verdad cariño, los niños notan los cambios— miro a mis hijos y se levanta —Pero debemos retirarnos, Sofí tiene unos exámenes y debe estudiar.

Las despedidas siempre son algo duras, pero aprender que tu madre ya no vive contigo ni te hace de comer es lo que más me afecta. Sobre todo porque la cuarentona no sabe cocinar.

— ¡ALEJATE!— llego corriendo a la cocina cuando veo a Lauren con una sartén en la mano.

—Pero... tenía ganas de cocinar— mis ojos se abren con grandeza y luego los entrecierro.

—Me quemaste dos ollas, tres sartenes y dos toper, que era tupperware— siseo quitándole el sartén de las manos.

—Pero que iba a saber yo que si colocaba el envase de plástico en el sartén boca abajo se derretiría.

La miro un momento mientras ella analiza las posibilidades, no puedo creerlo realmente.

—Partiste dos vasos y una jarra, sin contar el juego de copas y el plato que tenía las galletas.

—Eso fue sin querer— me mira avergonzada.

—Lauren.

— ¿Qué?

—Solo ha pasado una semana desde que nos mudamos y todo eso paso en dos días— sonríe sin mostrar sus dientes haciendo una línea planta en sus labios.

—Yo creo que eso estaba maldito— asiente con seguridad.

—O tus manos tienen mantequilla en ellas. Mejor dame eso, no vayas y luego también quemes la cocina.

—JE JE— se encoje de hombros.

—Que lo que me costó quitar el espagueti quemado y pegada de la olla, además del color negro debajo de ella.

—Pero si tengo millones para comprar ollas, puedo comprar las de Selena Gómez.

—Sí, me vale verga que puedas comprar. Esas ollas, eran hermosa Lauren ¡HERMOSAS! Y tu una solo vas en la cocina, y quemaste hasta el agua. ¿Estas segura que no se prendió en fuego el cereal esta mañana?

— ¡Ay Camila! Tan poca fe me tienes— niega mientras abro el cajón y saco el sartén.

—Quemaste un sartén Lauren ¡Un sartén! ¿Sabes todo lo que tienes que hacer para quemar un sartén?— ella niega.

—Yo solo quería sorprenderte.

—Puedes hacerlo de otras maneras. Cómprame un edificio si te place. — niego abriendo el cajón para sacar un paquete de espaguetis para dejarlo en la encimera.

—Perfecta, ya que tengo tu aproba...

— ¡NOOO! Maldita loca maniática del dinero. No quiero eso.

—Pero tú dijiste...

—Se lo que dije Lauren, pero no necesito un edificio. Es solo un decir.

—Vaya, bueno ya se...— Niego viéndola caminar hacia el comedor.

—Buenas tardes, quiero comprar un McDonald.

— ¡LAUREEEEEN!



*Espero les guste, disculpen lo errores y falta solo un capítulo para cerrar esta historia*

Señora 2da ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora