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-Buenos días a las madres primerizas- dice la doctora llegando donde estamos nosotras, Lauren no me ha quitado un ojo de encima desde hace dos días en que nos hemos quedado aquí.

-Buenos días- digo con algo de molestia cuando siento que me están quitando la aguja del brazo.

-Ya no necesitas más trasfusión de sangre, has recuperado la necesaria para que puedas volver a casa con tus niños- me dice la doctora, Lauren sonríe hacia ella.

-Y con mi mujer- suelto bajando la cabeza como verificando que no me quedara morado todo el morado del brazo. Pero es que llámenme para pelear, yo quiero.

-Sí, junto a su esposa- murmura la mujer alzando su ceja cuando yo la miro a ella, Lauren aprieta mi muslo. Entre cierro mis ojos ¡Vamos cuarentona más arriba! Alzo mi hombro como restándole importancia –Estos son los medicamentos que deje tomar y la receta, es más que todo para que cierre la herida y vuelva a tomar más fuerza el cuerpo. Sobre todo son vitaminas- Lauren extiende la mano y toma la receta médica, no le da importancia a la doctora y eso para mí es un logro. Un logro del gobierno bolivariano. Okey no.

-Gracias Doctora, lo seguiremos al pie de la letra- le dice ella, se acerca más a mi alejándose de la doctora. Esta mujer tendrá 46 años pero sigue igual de buena que con 28 y la zorra de la doctora lo sabe porque se la anda sabroseando. Cree que no la vi, abusadora.

-Doc ¿Puedo hacer una pregunta?- le suelto de la nada mientras veo como mi esposa está acariciando la carita de nuestros pequeños bebes.

-Si dígame, señorita Cabello- carraspeo en lo último y alzo mi ceja, veo de soslayo a Lauren que esta aguantando la risa –Señora Jáuregui- asiento satisfecha de que la mujer esta entendiendo que mi puesto es ese. Señora Jáuregui.

-¿Cuándo puedo volver a tener relaciones con mi esposa?- creo que Lauren quiere hundir más su cabeza en las pequeñas camas de nuestros mellizos porque no alza la cabeza además de que creo que ella está riéndose.

-Dentro de un mes y medio, quizás dos meses- hago una mueca y asiento.

-Dos meses de abstinencias- digo mientras veo como mi esposa se levanta y se endereza, se gira y ve a la doctora.

-Lo siento, nuestra vida sexual es muy activa- la mujer alza su ceja y mira de arriba hacia abajo a mi mujer. Descarada de mierda.

-Le traerán una silla de ruedas- comenta como último antes de salir.

-Un poco más y te folla en mis narices. Zorra con título- me trato de sentar pero Lauren me ayuda.

-No me puede hacer eso porque la única a la que le pondría las manos encima ya tiene mi apellido- se acerca apoyando sus manos a cada lado de mis piernas y deja sus labios cerquita de los míos. Alzo mi mano y tomo su mejilla para besarla.

Le tomo su labio inferior y lo muerdo con suavidad, mi otra mano va a su otra mejilla y profundizo el beso, estamos en nuestro suave mundo mientras siento su mano suave en mi pierna.

-¿Estamos segura que no podemos saltarnos los días- murmuro pero no dejo de besarla. Ella basa sus labios por mi cuello y lo muerde tan suave que me hace gemir.

-No- se aleja y la veo tragar hondo antes de pasar el dorso de su mano por mi mejilla –No mi veinteañera, quiero que te cuides y te ayudare a cuidar- se aparta y busca entre el bolso con mi ropa, me saca la del hospital y se queda mirando un momento más mi cuerpo.

-¿Te gustan mis tetas? Sí que han crecido ¿verdad?- ella alza su cabeza y hace una mueca antes de asentir riéndose.

-Han crecido como tres tallas más o quizás cuatro, estas grandes- me murmuro con vergüenza. Yo tomo su mano y la acerco a mi pecho y comienzo alzar mis cejas en provocación. Ella aprieta su mandíbula pero no suelta mi pecho.

-¿Te gusta? A mi si- dejo un beso en su mejilla y ella se aparta.

-¿Qué me haces?- me murmura con suavidad mientras me ayuda a poner un top brassier deportivo y luego una camiseta suya. Un pantalón deportivo y luego unas chanclas.

-Chancletas- suelto con placer mientras ella me ayuda a bajarme de la camilla. Trae la silla y me ayuda a sentar, detiene mi mano entre las suyas y ve la marca de la cinta y en donde estaba la aguja. Deja un beso suave y comienza a meter todo dentro del bolso, lo ordena lo mejor que puede antes de pasarme a los dos niños.

Ella abre la puerta y comenzamos a salir, ese día habíamos decidido ir a casa solas, quería descansar de una buena ves en nuestra cama aunque estoy segura que eso no pasara en unos días por tener dos niños en nuestra guardia.

-¿Entonces quien será tu preferido?- le pregunto cuando ya me ha ayudado a subir al auto.

-No digas eso, no tendré preferido- la miro como no creyendo nada.

-No me salgas con eso, los padres siempre tienen un preferido- le digo con la voz suave para no despertar a mi retoñitos.

-Yo no tuve un padre preferido porque no fui la preferida de ninguno- me quedo un momento pensativa sobre lo que me está diciendo. –Mis padres no me prefirieron- no digo nada, me quedo de nuevo en silencio porque creo que esta conversación no es buena tenerla ahora -¿Tu de quien eras?- ella pregunta y veo como lo tenso que tenía el cuerpo ha pasado a segundo plano.

-La de mi padre- no aparto la mirada de mis niños, siento ese característico nudo en el pecho que estoy segura si alzo la cabeza romperé a llorar.

-Todo está bien cariño, él está feliz de que tu estés siendo feliz- asiento pero no alzo mi rostro, mis lágrimas comienzan a bajar –Camzi- me susurra y pone su mano en mi brazo y lo acaricia.

-Me duele saber que no pasaste por eso- ella se encoje de hombros restándole importancia.

-No necesito pensar ahora en eso, estoy viviendo mi presente perfecto y estoy feliz con ello. He aprendido que nuestros pasados nos marcan pero estamos seguros que no es necesario seguir los patrones de nuestros padres. Y quizás tienes razón- me dice y me deja pensativa durante un momento.

-¿Sobre qué?- hago la pregunta cuando estamos entrando al estacionamiento.

-Que quizás luego si tendré un preferido, pero serán mis dos niños y ellos tanto como tú, tienen todas las partes de mi corazón- ella se baja del auto y da la vuelta, abre la puerta y deja un beso en mis labios antes de sacar el bolso, luego toma uno de los bebés y me ayuda a bajarme del auto con el otro niño en mis brazos. Cierra todo y vamos al ascensor.

-Creo que ya es hora de mudarnos- le digo recostando mi espalda al metal del elevador.

-Estaba esperando que dijeras eso, ya todo está listo desde hace un mes- asiento un poco ida a lo que ella me está diciendo –Cuando lo desees podemos comenzar a mudar las cosas-

-Creo que estará bien esta semana, quizás los niños puedan aprender a estar en la habitación y yo iniciar acostumbrarme a estar allí- besa mi mejilla y baja del ascensor para abrir la puerta de departamento.

-Hogar dulce hogar- dice ella dejando el bolso en el sofá y cerrando la puerta con llave. Vamos con los niños hasta la habitación y decido que es hora de poder acurrucarme en mis sabanas luego de darles de comer.

-¿Quién come primero?- pregunte a Lauren que está sosteniendo al bebé.

-¿Puedo ser yo?- me pregunta y yo alzo la ceja, ella alza un hombro restándole importancia.

-Claro que si, puedes luego de ellos- y cuando termine de decir eso, vi el suave destello en sus ojos.

Señora 2da ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora