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Veo como mi esposa está corriendo como loca hacia el closet y colocarse uno pantalones de vestir y unos tenis. Ella me toma de mis manos y me ayuda a levantar con el mayor cuidado.

-Ya no me da tiempo de cambiarme ¿Verdad?- le digo y ella me mira negando, me deja de pie y sale corriendo a buscar el bolso que la madre de Lauren ya me había dejado preparado por estos casos.

-Vamos- ella está ayudándome a caminar rápidamente pero me detengo a mitad de camino.

-¡Ahhh!- me inclino mientras una de mis manos se coloca en mi costado, mi rostro se contorsiona del dolor que me causo la contracción.

-¿Contracción?- me pregunta mientras clavo las uñas en su brazo. Me suelta y abre la puerta y marca el ascensor rápidamente.

-¿Me da tiempo a maquillarme?- le pregunto y ella me mira con una cara de pocos amigos –Ay no, si estas sensible avísame por lo menos lo llevas en ese bolso ¿Cierto?- le digo mientras estamos ya en mitad del pasillo y ella cierra todo rapido.

-¿Para qué quieres maquillaje en un día así?- me ayuda a subir lento al ascensor.

-Quiero salir como la mujer de Cristiano Ronaldo, maquillada y más poderosa y súper diva- termino de decir para apretar el tubo del ascensor por el fuerte dolor.

-Deja de pensar estupideces- dice ella cuando ve el marcador del ascensor.

-Claro como tú no eres la que te verás cómo muerto en vida- le reclamo recargándome en su pecho.

-Vamos- salimos y el chofer de Lauren ya estaba en la entraba esperándonos, sube rápidamente y me ayuda por el otro brazo hasta que nos subirnos.

-¡RÁPIDO MCQUEEN, RÁPIDO!- le grito al hombre y este me mira asustado cuando mi grito de dolor es mucho mayor a los anteriores.

-Cielo respira- Lauren me toma la mano y levanto mi cabeza mirándola furiosa.

-Cállate, crees que no estoy respirando- murmuro tan bajo que la veo tragar hondo por la amenaza.

-Lo siento- ella dice pero dejo salir un suspiro.

-Lo siento, no soporto el dolor en el costado- llevo mi mano y ella me toma en su mano para darme apoyo.

Siento el movimiento brusco del auto y como el chofer esta estacionando rápidamente, la puerta se abre y Lauren ya había bajado del auto antes de que se detuviera, la veo llegar con una silla de ruedas y ayudarme a sentarme.

Me golpea la luz blanca del hospital y lo único que deseo es ya tener a mis bebes en mis brazos.

-¡APURATE!- grito y veo a la doctora paralizada mirándome a la distancia un poco sorprendida de que este gritando como perra en celo, solo que esta vez no estoy buscando a Lauren para restregarme como suelo hacer, sino que ahora estoy tratando de sacar a nuestros niños.

-Señora Jáuregui- le dice a mi esposa y mi mirada se clava en ella.

-¡YO SOY LA MALDITA SEÑORA JAUREGUI NO ELLA!- le grito a la mujer que ahora está más pasmada de antes.

-Señorita Cabello- me dice y miro a Lauren y la halo de la camiseta blanca que tiene y la acerco.

-Si la imbécil doctora no se deja de insinuar ni quiera teniendo ahora a tus hijos, cuando los tenga le voy a partir la cara ¿Entiendes?- mi esposa traga hondo y asiente.

-Ca...Cami... Mila, es mi esposa- dice ella un poco atareada porque no le he soltado la camiseta, el enfermero aparece y me arrastra por el pasillo hasta meterme a un cuarto.

Veo como todas las personas comenzar a entrar a la sala y como ninguna de ellas era mi cuarentona, la única mujer que necesito a mi lado. Ellos se detienen cuando la doctora llega y me deja ponerme de lado.

-Voy a inyectarte la epidural ¿Entiendes?- me pregunta y asiento un poco adolorida por los costados –Las contracciones te avanzaron demasiado rápido y lo más seguro es que debamos actuar lo más veloz posible ¿Está al tanto señora Jáuregui?- asiento y tengo un baile cansado de satisfacción por el uso del apellido de mi mujer.

Me acuestan de lado y siento como me están introduciendo la aguja, no es tan placentero como cuando Lauren y yo probamos hacerlo por atrás. El dolor es una mierda pero es rico luego de un momento. Trato de concentrarme en el dolor placentero pero no puedo.

-¡Dios!- gimo cuando empiezo a sentir y mis ojos se aprietan de un gran dolor incluso cuando sacan la aguja. Suelto un suspiro pero unas lágrimas ruedan por mis mejillas.

La puerta se abre y veo a Lauren con el trajecito azul puesto y un gorrito junto a una mascarilla, estiro mi mano muy cansada hacia ella que la toma rápidamente.

-Estoy aquí mi amor- me dice con dulzura mientras aparta un poco mi cabello húmedo.

-¿El maquillaje? ¿Lo trajiste?- le pregunte con una sonrisa porque sé que eso la va a enojar. Y niego pero luego me muestra una pintura de labios.

-Te he dicho que eres la mejor mujer y esposa del planeta tierra- ella asiente y se basa el cubre bocas para dejar un beso en mis labios.

-Sí y estoy muy feliz de que seas tú quien me lo diga constantemente- asiento cuando ya veo a todos posarse entre mis piernas.

-Esta vez no eres tú- tiro eso al aire y ella niega mientras aprieta mi mano.

-¿No duele?- niego un poco ida mientras sentía era sensación extraña.

-Me han puesto anestesia- ella asiente y comienza acariciar mi cabello.

Me estoy quedando dormida, no se supone que eso no debería de estar pasando, aunque no es como que yo sepa mucho de partos y no leí muchos libros sobre la hora del parto, sino de los bebés.

Aprieto más la mano de Lauren hasta que escucho el primer llanto, pero cuando la chica está trayéndola y estoy por alzar mi mano, siento todo tan pesado que no puedo alzar la mano.

-Señora Jáuregui- me llama la enfermera cuando siento mis ojos más cerrados.

-Camila ¡Camila!- siento el movimiento de Lauren y escucho el segundo llanto pero no puedo ver nada porque todo se vuelve negro luego de escuchar.

-¡SAQUENLA!-



*Disculpen los errores*

Señora 2da ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora