Lucid dreamZ [✔️]

CAPÍTULO 6

Innet

—Auch... 

Sostengo mi cabeza con una mano, con la otra llevo a mis labios el pequeño vaso de café. No debí beber... Suzy pagará el haberme engañado con la idea de que solo tomaríamos un trago y nos iríamos a casa.

No me importa lo mucho que todos me observan o el terror con el que lo hacen, no los puedo culpar, supongo que parezco un zombi.

Mi teléfono suena y lo tomo de inmediato para encontrar un mensaje.

"Espero que hayas despertado bien, o al menos, despertado.

Te amo, no me mates. Suzy ♡."

—Matarte es lo primero que haré cuando te vea...

Mi conversación con el móvil me impide ver la puerta frente a mí, haciéndome estampar contra est al no lograr reaccionara tiempo. Mi café se derrama sobre mi mano y me veo obligada a dejar caer el móvil debido al dolor que provoca el caliente sobre mi piel.

Me arrodillo en busca de mi teléfono e ignoro lo roja e hinchada que está mi mano.

Unos pies desconocidos se arrodillan frente a mí tomando mi brazo, para analizarlo. Al elevar mi rostro me encuentro con la mirada de un chico con el que no he cruzado palabras pero del que estoy segura, vamos a la misma clase.

—¿Estás bien? —pregunta, no respondo debido a mi trance—. Debería llevarte a la enfermería.

Logro volver al mundo real y agito mi cabeza en negación. Aún con su mano sobre mi brazo, reviso mi teléfono y suspiro al notar que no se ha roto.

Gracias, protector de pantalla.

Vuelvo a recordar la presencia del chico frente a mí y lo observo, él no ha quitado sus ojos de mí esperando una aprobación para ir a la enfermería. Sonrío y decido responder:

—Gracias, pero creo que n-

No logro completar la frase, su mano viaja al golpe en mi frente y la acaricia, buscando calmar el dolor. No retiro su mano, mi boca se abre y mi rostro enrojece con evidente timidez.

Es un chico guapo, bastante para ser sincera.

Nuestra hermosa burbuja es pinchada por un aura oscura, al igual que los zapatos que reposan frente a ambos. El chico a mi lado eleva la vista a su dirección pero no hace el mínimo intento por alejarse. Yo sigo su mirar para comprobar a qué se debe el reciente silencio y al verlo, me congelo.

El maestro se encuentra frente a ambos, mirando la romántica escena. Su puño se aprieta sobre el paraguas y los músculos de su rostro se tensan.

—¿Está usted recreando una escena del Titanic? —pregunta, su seriedad deja a todos sin aliento.

Mi boca trata de articular algo para amortiguar la situación.

—Maestro, y-yo...

No me permite continuar. Doy un pequeño salto cuando su paraguas golpea la mano del chico frente a mí, obligándolo a dejar el contacto con mi piel. El herido se queja y los demás presentes murmuran, asustados.

Mis ojos temerosos vuelven al maestro, él también se fija en mí pero decide no sostener el contacto visual.

—A clases. —ordena—. ¡Ahora!

No tiene que decirlo dos veces para que todos se muevan como si el mismísimo rey les ha ordenado a sus súbditos hacer algo.

Cruza por nuestro lado como si no ha visto nada e ingresa al aula.