CAPÍTULO 11

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Fiodor

Sus risas se escuchan por todo el lugar, los cubiertos tocan la superficie de los finos platos y aún en la distancia puedo escucharlo. El sonido de cada uno de mis pasos se adjunta al latido de mi corazón; profundo, certero.

Llego hasta la gran puerta del comedor y sus chistes se hacen más audibles, están pasando un dulce tiempo en familia y me resulta irónico. Abro la puerta sin esperar mucho y la atención cae sobre mí, dos niños lucen curiosos mientras el padre en la cabecera inferior de la mesa le sonríe amablemente a su esposa. La chica del servicio se paraliza frente a mí y al notar el arma que apunta su cabeza, grita. Un grito lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de aquel hombre que me mira con espanto. No logra pararse, y los gritos de sus hijos y esposa me irritan cuando sin esperar nada más dejo ir una bala sobre la cabeza de la chica, llenando a sus hijos y esposa de sangre.

Mi gesto está vacío y aun así solo necesito una mirada para hacerle saber que a  mejor opción es si no se para de la mesa. La mujer a su lado se pone de pie y toma a los niños, para salir corriendo de aquí pero en cambio él, sabe que está perdido.

Introduzco mi mano libre dentro de mi chaqueta y saco la pequeña bolsa, la lanzo a su dirección y exclama al descubrir que lo que hay en su interior son varios dedos.

Vuelve su vista a mí y parece no creer lo que ve, sonrío.

—Vine a darle un mensaje personalmente, Fiscal Hordeov.

◇◇◇

Una vez que mis hombres terminan de atarlo en la silla, agradezco y los veo salir del lugar para asegurarse de que no sufran por ningún inconveniente.

—¿Qué es lo que quiere de mí? —escupe, me mantengo frente a él sin decir nada—. Mi relación con la mafia terminó cuan-

—¿Cuándo mi padre murió y usted dictaminó que fui yo? —golpeo su cabeza con mi arma, se queja debido al dolor—. No seas patético. ¿Crees que voy a tragarme que un hombre tan estúpido como tú llegó a esta posición por su cerebro? Ni siquiera el dinero de tu familia podría comprar la impunidad que has adquirido.

—No sé de qué hab-

Vuelvo a golpearlo, con más fuerza. La sangre nubla su vista.

—Me interesa saber, ¿cuánto te pagaron por conseguir mi cabeza? Es curioso, nunca fui tan cotizado por la población.

Duda, está pensando si vale la pena seguir vivo.

—¿Cómo sé que no vas a matarme una vez que te diga? —cuestiona.

Me arrodillo frente a él y palmeo su hombro.

—No me conviene tenerte muerto, necesito que me hagas un favor más adelante y para eso tendré que velar porque no pierdas tu posición. Al menos no por ahora.

Mi confesión parece haberle dado esperanza y la duda, se convierte en rendición.

—Recibí un mensaje de forma anónima. —comenta—. Decía que tenía que acabar contigo o mi familia no estaría a salvo. Lo más curioso es que luego descubrí que no era el único que lo había recibido.

Vuelvo a ponerme de pie, sorprendido.

—¿De qué estás hablando?

—Funcionarios, mafiosos, pandilleros. Miles de personas involucradas en este mundo han recibido el mismo mensaje: entregar tu cabeza a cambio de posición y poder.

Froto mi rostro debido a la frustración. Vuelvo a plantar el arma sobre su cien.

—La autopsia ¿quién te pidió que la emitieras? 

Lucid dreamZ [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora