CAPÍTULO 26

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Innet

Negro. Esa es la palabra, color o término con el que tendría que definir lo que acontece hoy. Mis lágrimas caen apresuradas, mi madre sentada a mi lado izquierdo y la madre de Suzy, a la derecha. Me pongo de pie con debilidad y me acerco al cerrado ataúd. Por más que rogué ver su cuerpo, todos insistieron en que sería una experiencia muy traumática para mí por el estado en que se encontraba.

Elevo mi vista y decido dar un vistazo a todo el lugar, algunos compañeros de la universidad se acercan a mí y a la familia. La madre de Suzy apenas puede quedarse en pie debido al estado de shock. Por otra parte, su padre ríe y cierra tratos como si la persona que hubiese muerte no fuera su propia hija. También me he dado cuenta de que varios maestros e incluso el director, están aquí.

Vuelvo al lugar donde mi madre consuela a la familia y toco su hombro.

—Iré a tomar un poco de aire. —aviso, y ella asiente.

Emprendo mi camino hacia la salida, pero un poco más lejos de mi lugar, un hombre sin ninguna expresión permanece sereno, como si nada en el mundo le importara. Parece notar mi mirada en él y se gira, poniéndome nerviosa. Apresuro el paso y huyo de su peligrosa aura llegando hasta el jardín.

Decido alejarme de la multitud y camino un poco más llegando hasta un pequeño banco de cemento. Dejo salir todo el aire de mis pulmones y me acomodo en él, observando todas las flores que adornan el lugar, intentando brindan un poco más de esperanza a los que aquí vienen a depositar a sus seres queridos.

Unas vibraciones recorren mi cuerpo y mis manos empiezan a temblar, como si reconocieran el hecho de que alguien se está acercando. No giro, pues cuando intento hacerlo un gran cuerpo se sienta a mi lado. Solo veo su traje y lo costoso que debe ser. Su mano se extiende a mí y ofrece una flor de color rosa, mi favorito.

Elevo mi vista con temor y llego hasta su rostro, el maestro luce inexpresivo como siempre. Pero esta vez sus ojos lo delatan y parece querer hacer más que simplemente otorgar una flor. Dudo por un momento, pero luego voy extendiendo mi mano poco a poco hasta tomarla. No dejamos de mirarnos.

—Evite hacer suyas las cosas que no está dispuesta a ver morir. —recita, sin ningún tipo de introducción.

Se pone de pie con la intención de irse, pero inmediatamente mi cerebro me transporta a una antigua escena junto a esta misma persona, diciendo esta misma frase.

¿Acaso ya sucedió algo así o solo es mi cabeza?

Mis ojos se llenan de lágrimas y me pongo de pie, giro a su dirección.

—¿Nos conocemos, verdad? —pregunto en un tono alto.

Detiene su paso y gira, mirándome.

—Claro, soy su n-

—No hablo de eso. —lo corto—. Usted y yo, ¿nos conocemos de algún lado?

Noto su nerviosismo.

—¿De qué habla, L'evans?

—Esa frase... creo que ya la escuché venir de usted mismo. —afirmo mientras mis lágrimas escapan—. ¿Qué se supone que era usted para mí? Por qué me siento tan estúpida cada vez que estoy cerca de usted o por qué a pesar de su mal humor, sigo pensando que parece un buen hombre?

Intenta esconder su mirada triste, y la cambia por una de indiferencia.

—Yo no soy quién para traer sus recuerdos a flote. —dice—. Cuando recupere la memoria posiblemente deseará no haberlo hecho.

Vuelve a girar.

—¿Lo amaba? —no avanza ni un solo paso—. ¿Yo... lo amaba?

Esta vez no da la vuelta, y yo puedo escuchar sus sollozos. Al no obtener respuesta, camino hacia él y lo rodeo colocándome frente a frente.

Lucid dreamZ [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora